El vuelo de la vida

Este viernes se cumplieron 25 años del Viaje de los niños. Una patriada que logró que 154 hijos de exiliados pudieran visitar el país. 180 conversó con quien tuvo aquella idea: “Quico” Mañero.

Actualizado: 28 de diciembre de 2008 —  Por: Mauricio Erramuspe

El vuelo de la vida

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Abril de 1983. Un chileno conduce un coche matriculado en Bélgica. El conductor, dos uruguayos y un español vuelven conmocionados del Congreso de la Internacional Socialista en Albufeira, Portugal. Vienen de presenciar el atentado en el que murió el dirigente de la Organización para la Liberación de Palestina, Isaam al Sartawi, con el consecuente adelanto del cierre del congreso. La conversación trata sobre el escaso impacto que tienen las declaraciones de papel en el mundo convulsionado de esos días (y de estos…), del exilio, las dictaduras…

Una idea coronó esa charla. Y unos meses después se transformaría en un ícono del proceso que llevó a que los uruguayos recuperaran la democracia. Quien la tuvo fue Federico “Quico” Mañero, el español de aquella tripulación. Por entonces secretario general de las Juventudes Socialistas de España y desde siempre amante de Uruguay.

Mañero hoy es empresario y su vida transcurre entre España y varias ciudades de Sudamérica como Santiago, Buenos Aires, La Paz y, claro, Montevideo. Aquí, entre otras tareas, es presidente del Directorio del Grupo 180.

A 25 años de la idea que terminó en el Viaje de los niños, en diálogo desde Madrid, Mañero recordó aquellos años, “los más lindos de la historia reciente española”. Una idea hecha realidad que se convirtió en una de las cosas más hermosas que ha hecho en su vida, según dijo emocionado y sin dudar.

- ¿Cómo surgió la idea del Viaje de los niños?

- La idea propiamente dicha surgió en el viaje de vuelta del Congreso de la Internacional Socialista que se celebró en marzo o abril de 1983, en Albufeira, Portugal. Nosotros como jóvenes socialistas teníamos una relación muy fuerte con muchas organizaciones latinoamericanas y desde luego con el exilio latinoamericano en Madrid. Chilenos, uruguayos, argentinos incluso trabajaban en nuestra oficina donde teníamos un despacho habilitado para ellos. Había muy poco dinero. Yo estaba invitado en mi condición de secretario general para ir en la delegación de las Juventudes Socialistas, en la delegación del Partido Socialista Obrero Español. Conseguí canjear el coste del pasaje contra que se nos pagara la gasolina y terminamos viajando en un coche de matrícula belga, conducido por un amigo chileno, Víctor Reboledo, exiliado en Madrid y miembro entonces del Partido Radical. Además, iban el uruguayo “Yuyo” Melgarejo que creo recordar que tenía un pasaporte de Naciones Unidas, apátrida, José Díaz, el ex ministro del Interior uruguayo, y yo.

El domingo de clausura del congreso se produjo un hecho absolutamente terrible que creo que fue el que marcó el estado de ánimo, que fue el que hizo que adelantáramos el viaje de regreso, además en un auténtico shock. Asesinaron en el hall del hotel al responsable político de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Isaam al Sartawi. Lo vimos allí, en el hall… en fin, una cosa absolutamente dramática que naturalmente precipitó la clausura del congreso. Nosotros emprendimos, de nuevo en coche, nuestro viaje en un estado auténtico de conmoción.

Dormimos en Sevilla porque el viaje era largo. A la mañana siguiente dejamos a José Díaz en el avión porque él seguía para Barcelona. Los otros tres seguíamos para Madrid.

Recuerdo que en ese estado de ánimo, hablando de todo aquello y sumamente decepcionados del poco valor que muchas veces tenían las declaraciones, los papeles, cuando pasaban en el mundo las cosas que pasaban… Hay que decir también en esta entrevista, en un medio como 180 se puede contextualizar más, que las juventudes que yo encabezaba hacían parte de todo el movimiento contra las armas nucleares, todo el movimiento pacifista europeo, todo el movimiento radical por los derechos civiles y teníamos un entronque bastante grande con la idea de la acción directa no violenta. Por ejemplo, el año anterior, en junio, habíamos promovido una misión pacifista que se introdujo a Beirut Oeste en plena invasión israelí al Líbano que consiguió humildemente parar el ataque dos días.

En ese contexto, hablando de América, del exilio, de las dictaduras, yo tiré la idea de decir: “joder, qué pueden hacer al final dictadores como Pinochet, como los uruguayos, si les metemos un viaje de jóvenes, de críos, que no tienen culpa absolutamente de nada”. Recuerdo que inmediatamente, Artigas “Yuyo” Melgarejo –que iba como co-conductor, Víctor conducía y yo iba detrás- dijo: “eso sería un gol de media cancha”.

Ahí nos calentamos con la idea pero hay que decir que eso duró poco más de lo que tardamos en llegar a Madrid. Por lo menos yo, porque al día siguiente me empezaron a devorar los asuntos más cotidianos. Hubo otros, como el Yuyo y la comunidad uruguaya, todos los compañeros que estaban allí como Sofía “Charo” Otero, etcétera, que se siguieron calentando con la cosa.

Ya en setiembre o en octubre, un día yo estaba en mi despacho donde tenía la mesa frente a la puerta, y se asomó “Yuyo” Melgarejo y me dijo: “Che gordo, o hacemos lo de los gurises o ni vos ni yo volvemos nunca más al Uruguay”. Todo esto era porque no recuerdo bien si por Víctor Vaillant o a raíz de un viaje suyo, quien lo puso fue Zelmar Lissardi… El hecho es que se había publicado esta idea en una revista opositora uruguaya. (*)

La gente comenzó a hablar, se empezó a ilusionar y entonces aquí no nos quedó más remedio que echarle pa‘lante. Ahí empezó todo.

- Esta visita de Melgarejo fue en octubre del 83, entonces…

La caravana con los niños llega a la sede de AEBU, en Montevideo. (Fuente: www.rel-uita.org)

La caravana con los niños llega a la sede de AEBU, en Montevideo. (Fuente: www.rel-uita.org)

- Yo a Melgarejo lo veía todos los días. La gente del socialismo uruguayo junto con otros compañeros sudamericanos tenían una oficina en nuestro despacho.

Yo siempre digo que lo más extraordinario, donde están todos los méritos es en la comunidad uruguaya que tuvo una capacidad logística de organización, de reuniones, con el ministerio, con las organizaciones que dieron la cobertura… Porque además no convenía que fuera la Juventud Socialista de España quien lo promoviera, había que hacer algo más amplio vinculado con los Derechos Humanos. Fue impresionante la movilización de los gurises, de las familias. Siempre digo que a mí me toca el honor de haber hecho dos cosas, más allá de habérseme ocurrido como se le pudo ocurrir a cualquiera. Yo hice dos cosas sustantivas para el proyecto pero muy puntuales. Fui el que habló con Felipe (González) para decirle que se nos había ocurrido esto y que qué opinaba. Me dijo que le diera para adelante, que tenía todo el apoyo. Luego, la parte más grotesca, si se quiere, es que fui el que firmó la factura del viaje. Factura que por cierto me persiguió durante varios años, incluso habiendo dejado la política, hasta que un día dejó de perseguirme.

- ¿Cómo dejó de perseguirte? ¿Pagaste?

- Yo no pagué nunca nada.

- ¿Y cómo se resolvió ese tema?

- Nunca lo he preguntado, francamente. Lo he comentado con amigos míos de la Presidencia de Gobierno y siempre nos hemos reído de cómo aquella factura reaparecía tras de mí cada cuatro meses, tres meses, dos meses, cada vez más cerca. Yo lo hablé en un congreso del PSOE con el secretario general de la Presidencia de Gobierno, un gran amigo mío. Le dije: “oye Julio (Feo), esto me está pasando, esto no puede ser…” Y me dijo: “no te preocupes, ya lo arreglaremos”. Y se arregló…

Supongo que fue el Estado español, no sé si desde la Presidencia o si desde la propia Iberia.

- El vuelo fue en Iberia. ¿Eso también surge de tu diálogo con Felipe González?

- Claro. A mí Felipe me dice: “vete a ver al presidente de Iberia”. Sé que Felipe habla con el ministro de Industria, yo hablo con él… Al final Iberia lo que hace es facilitar las plazas y que los chavales se pudieran montar en esas fechas donde los vuelos estaban todos llenos. Pero Iberia pasa una factura que para lo que era la época y desde luego para mi economía personal, para los amigos uruguayos o para la Juventud Socialista, era absolutamente astronómica: 22.505.500 pesetas.

- En esos años el socialismo español estaba armando su primer gobierno, saliendo de una dictadura larguísima. ¿Cómo se daba la presencia del exilio latinoamericano en el entorno de aquel gobierno y de aquella dirigencia del PSOE? ¿Era una presencia cotidiana? Por otro lado tenían el tremendo trabajo de organizar el gobierno…

- Yo haría una distinción. Efectivamente estábamos en eso que dices, saliendo de una dictadura, habiendo ganado recién unas elecciones y teniendo que formar un gobierno que era el primero en la vida del Partido Socialista.

Por un lado ya había presencia de latinoamericanos en los entornos del partido y de los sindicatos, en la incorporación al gobierno, todos tenemos amigos que incluso al día de hoy son funcionarios. Pero ahí está la distinción. Yo creo que mucho más importante que la presencia directa en la administración, en la dirigencia política o en los entornos de trabajo que desde luego la había y mucha, fue la influencia política derivada del contexto de las relaciones personales.

Todos teníamos amigos latinoamericanos que, viniendo de las experiencias que venían, fueron enormemente influyentes en la España de la transición. Eso lo he sostenido siempre. La influencia de argentinos, uruguayos, chilenos en el vivir español de los últimos años del franquismo y el comienzo de la democracia fue importantísima. Todos los amigos, novias, novios, en fin… un cruce personal muy importante.

Recuerdo mucha gente, como el presidente de las Cortes de la época, que era Gregorio Peces Barba, que dijeron: “firmamos y comprometemos nuestro nombre y que si nos lo tienen que cobrar, que nos lo cobren o nos metan presos por impagos”. Hubo mucha gente dispuesta a poner.

- Había una sensibilidad muy particular en esos años.

- ¡Hombre! Creo que fueron los años más bonitos de la reciente vida política española.

- Entonces, la comunidad uruguaya fue la encargada de organizar toda la logística para este vuelo.

(Fuente: www.rel-uita.org)

(Fuente: www.rel-uita.org)

- Todo, de cabo a rabo. Tuvieron muchos apoyos. En Juventudes Socialistas quien se ocupó de la coordinación fue otro español que como yo está muy vinculado al Uruguay: Jesús Vaca, grandísimo amigo de todos, que además fue en el vuelo como otros españoles. Pero el enorme trabajo, que fue inmenso, y es el acreedor del principal reconocimiento, fue el exilio uruguayo en España y en otros países.

El 25 de diciembre, yo los vi en Barajas y me despedí de ellos. Desgraciadamente me tuve que perder lo que ocurrió en Uruguay porque como era el secretario general de esa organización política si iba se hubiera marcado mucho la parte política, la influencia socialista y no queríamos que eso sucediera. Yo me consolé yéndome con mi novia a pasar la Navidad en Roma. Desgraciadamente me perdí la fiesta que vivisteis los uruguayos.

- ¿Cómo viviste el día del aeropuerto? ¿Cómo lo recordás?

- Muy emocionante y no poco original. Ahora se puede contar y ahora también aprovecho para 25 años después pedir disculpas a toda aquella gente que pagó con no volar el overbooking que causaron los niños. Iberia tuvo que meter a los niños en un vuelo y siendo el día de Navidad dejó a mucha gente en la calle. Era una cosa horrorosa ver por un lado a los niños yéndose al Uruguay, con sus padres y compañeros emocionados, y luego gente que por otro lado salía echando humo porque no podía volar. Pero… ¿qué se le va a hacer?

- ¿Luego cómo te enterabas del impacto? Porque en ese momento las comunicaciones no eran lo que son ahora…

- A mí me llamaban por teléfono, llamaban a la oficina… Yo llamaba desde Roma, me contaban… Me fui enterando y cuando volvieron a Madrid te puedes imaginar los testimonios, la emoción, los diarios, las imágenes, el Informe Semanal, un programa de televisión importantísimo en aquella época… Fue una auténtica maravilla. Fíjate que cuando dejé la política me llevé poquísimas cosas de mi despacho, más allá de las personales. Y lo que me llevé fue la carpeta de los niños…

- ¿Cómo lo evaluás a 25 años?

- Vamos a ver… Desde el punto de vista uruguayo creo que fue algo muy bonito que queda en el corazón y en la mente de la gente, que contribuyó a poner el tema del exilio en el primer plano de la agenda pública. En fin, una cosa bien buena. Desde el punto de vista de la lectura política, sencillamente significa que cuando una cosa está bien pensada y tiene todo su fundamento y toda su razón, se puede.

En el plano personal, es de las cosas más hermosas que he hecho en mi vida. De las más hermosas.

(*) La idea fue publicada en el Semanario Convicción, del que Vaillant era columnista.