El “santo” uruguayo

Si bien se dice que fue uno de los personajes más queridos del siglo XIX en Uruguay, para la mayoría de los orientales, Jacinto Vera es poco más que un barrio de Montevideo. Laura Álvarez Goyoaga integraba esa mayoría hasta que lo descubrió en una conferencia que le cambió la vida y la hizo escribir “Don Jacinto Vera. El misionero santo”.

Actualizado: 21 de enero de 2011 —  Por: Mauricio Erramuspe

El “santo” uruguayo

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Este año se cumplen 130 años de la muerte de Jacinto Vera, el 6 de mayo de 1881. El primer obispo de Montevideo falleció a los 67 años, en la ciudad de Pan Azúcar, cuando realizaba su tercera gira misionera por territorio uruguayo.

“Don Jacinto Vera…” va por su tercera edición, con 1.500 ejemplares vendidos. Antes de escribirlo, Laura Álvarez no se definía como católica. Pero el proceso de investigación, además de producir este libro, significó para ella el descubrimiento de la que ahora es su fe.

Casada con un católico, accedió a que sus hijos hicieran Catecismo aunque ella venía de una familia “anticlerical”. En una de esas actividades la invitaron a una conferencia sobre Jacinto Vera, a cargo del obispo Alberto Sanguinetti, impulsor de la causa de canonización que la Iglesia Católica uruguaya está llevando ante el Vaticano.

Mientras prepara un libro infantil con el mismo protagonista (“Jacinto Vera el misionero de los niños”) y anuncia que volverá a escribir sobre vampiros, tema de sus dos trabajos anteriores, la autora dialogó con 180 sobre esta “historia novelada”.

¿Por qué escribir una novela sobre la vida de Jacinto Vera?

Porque me encontré de casualidad con el personaje en una conferencia a la que fui un poco por compromiso. Es un personaje que tuvo una dimensión importantísima en la constricción de la identidad los uruguayos, católicos y no católicos. Tuvo una incidencia determinante en la integración de los uruguayos como nación y sin embargo los libros de historia no lo mencionaban o no lo hacían en los términos en que lo hacían sus contemporáneos.

¿Por qué se dio eso? ¿Por la secularización que vivió el país?

Claro. Conforme la historia es un discurso de poder y la literatura es un discurso de poder, la lucha fundamental de Jacinto fue la de salvaguardar la independencia espiritual de la Iglesia frente al poder civil. En una historia en la que desde el Estado se buscó la separación con la Iglesia, es lógico que la lucha de Jacinto haya quedado por fuera.

¿Cuál fue esa lucha?

Por un lado fue el padre de la Iglesia nacional. Si bien existía la iglesia desde la época de la Colonia, con Jacinto se constituye la Iglesia uruguaya, con seminario, con sacerdotes orientales, fue el que la armó de cero, le dio prestigio internacional. Lo hizo todo de una manera muy particular, como un estadista. Fue viendo lo que había que hacer y fue ejecutándolo, no sentado detrás de un escritorio sino embarrándose y hablando con la gente.

No eras católica antes de escribir el libro.

No. Yo venía de una familia no católica, un poco hasta anticlerical. Nunca tuve formación en Catecismo ni nada que se le pareciera. Mi primer acercamiento fue porque me casé con un católico y él me insistió con que al llegar a determinada edad los chicos debían hacer Catecismo. A raíz de una quermés a la que había tenido que ir con uno de los chicos, tuve la oportunidad de conocer a monseñor Alberto Sanguinetti que es el vice-postulador en la causa de canonización de Vera.

Después nos invitaron a una conferencia que daba Sanguinetti sobre Jacinto Vera. Yo lo único que sabía es que era un barrio. Así fue que encontré el personaje.

La novela es un repaso muy fidedigno y minucioso de la vida de Vera.

Claro, porque está basada en la causa de canonización que releva unos 4.000 documentos de la época. Es una historia novelada y no una novela histórica. Todo lo que se dice está fundamentado y documentado. Incluso los diálogos entre los personajes, salvo enlaces puntuales, vienen de cartas u otros documentos de la época.

¿Cuánto tiempo estuviste trabajando con esos documentos?

Cuatro años. Pensé que iba a estar en un año pero no, llevó todo un proceso.

¿En qué etapa está el pedido de canonización de Vera?

Está justamente en la etapa en que se tiene que presentar en Roma lo que se llama “la positio” que es el alegato en la causa de canonización. Lo que pasó en la causa de Jacinto fue que en vez de abrirse enseguida, cuando había todavía testigos vivos, se abrió 50 años después. Entonces fueron pocos los que vieron con vida a Jacinto y pudieron declarar. Eso convierte a la causa en histórica y se suma a que después se demoró años y recién ahora estamos terminando con la redacción del alegato. Llevó 20 años de estudio en distintos archivos nacionales y extranjeros a monseñor Sanguinetti.

Ahora se está editando “la positio” para presentarla al Colegio de Historiadores del Vaticano, luego al Colegio de Teólogos y finalmente a los cardenales que son los que deciden proponer o no al papa que lo designe santo.