La vibración de la ambigüedad

Dani Umpi sacó libro y disco nuevo a fines de 2011. “El vestido de mamá” es su primer cuento para niños y con “Mormazo” volvió al pop bailable y a su impostación distintiva, de la mano de artistas como Fito Páez y Wendy Sulca.

Actualizado: 23 de enero de 2012 —  Por: Clara Esmoris

La vibración de la ambigüedad

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“Mormazo” es como se le llama en algunas partes de Uruguay a esos golpes de calor que sofocan, y también es el tercer disco de Dani Umpi. Después de “North”, en el que versionó en inglés el disco “Sur”, de Jaime Roos, Umpi vuelve a ambientar las pistas de baile con un estilo que podría ser el hijo de Raphael y Lady Gaga.

Dice que se siente más tranquilo, más libre de hacer la música que quiera. Invitó a Wendy Sulca y a Fito Páez a cantar en uno de sus temas, y así quedó terminado “El tiempo pasar”. Los temas de los que habla son los mismos que en “Perfecto”, su primer disco: el amor, los desplantes, reencuentros, rechazos y deseos se cuentan al ritmo del pop.

Quiere usar Ceibalitas en sus presentaciones porque piensa que van a ser uno de los íconos de esta época, como el cassette a los noventas. Vive de su música, de sus libros y de sus obras de arte, pero la inestabilidad de esos rubros lo hace sentir inseguro. Tuvo trabajos muy diversos, como repartir volantes o empleado en un cambio. Le interesa la numerología y trata de que predomine el número tres en sus obras. Votó a Mujica y hace poco almorzó con Graciela Rompani.

Sus shows siempre son una fiesta en sentido literal. Independientemente de la interacción con el público, que es muy fuerte, el escenario está lleno de invitados, dos señoras viejas -son maestras jubiladas de Tacuarembó- que tocan el órgano, el dúo infaltable Bebé y Pichón, papelitos de colores, disfraces, bailarines, coristas, gente que está ahí para divertirse, y eso muchas veces logra hacer bailar a algunos escépticos.

En octubre se publicó “El vestido de mamá”. Es un libro de poco más de 20 páginas en las que un niño cuenta que su madre tiene un vestido de fiesta color verde que a él le fascina. Lo usa para mirar la tele, para merendar y también un día se lo pone arriba de la camiseta de fútbol para salir a jugar con sus amigos. Las burlas consiguientes lo desconciertan y le dan ganas de llorar.

No es un libro sobre un niño travesti ni sobre un niño que quiere ser mujer, aunque se pueda interpretar así. Es un libro sobre un niño al que le fascina una prenda especial. Las ilustraciones del argentino Rodrigo Moraes acompañan la narración a la par y cierran el libro con un superhéroe de gala.

¿Por qué un libro para niños?

Es un proyecto que teníamos con Rodrigo desde hace tiempo y quedó como queríamos. Había que hacer un libro que hablara de esto, porque no existe algo así en este contexto, entonces era como una necesidad de hacer una historia de esa manera y con una apertura que sirviera para varias cosas, que tuviera distintas lecturas.

Trabajamos muchas cosas, por ejemplo, que el vestido fuera verde y no rosado. Y que fuera ambiguo; que pueda ser que el niño se sienta niña y quiera vestirse con ropa de niña, o un momento de exploración de ropa. Por eso también está muy acentuado todo el estereotipo masculino de él, hace cosas de niño varón estereotipado, como jugar al fútbol.

¿Es autorreferencial?

De mí, sí. Yo cuando era chico jugaba, me hacía vestidos con sábanas y eso. Mi abuela era modista y hacía muchos vestidos de novia, entonces de eso hay cosas que las hago hasta ahora, como los vestidos de papel, que son como los moldes de ella. Mis padres tampoco fueron muy castradores en ese sentido. De hecho cuando saqué mi primer disco mi madre me dio un vestido suyo de fiesta, y lo usé para los shows.

En mi laburo de artista y cantante, siempre tengo un personaje que es como Frankenstein, un freak, y siempre tengo en cuenta la androginia como elemento movilizador y de creación. Entonces el tema de la ropa y de los polos está ahí.

¿No estás un poco podrido de que después de tanto tiempo en la escena, haya tanta gente que siga diciendo que Dani Umpi es solo un asusta viejas?

No, nunca me importó eso. Siempre es nuevo para alguien. Siempre voy cambiando y tengo un lugar que encontré desde donde trabajo, en el que estoy cómodo. No me engancho con esas cosas porque te absorben mucho. También trato de abarcar varias lecturas. Siempre estoy en la ambigüedad y en la frontera y eso me gusta, que no se sepa cómo tomarlo, me parece que eso es lo movilizador; no saber si es bueno o malo, si es una pavada o es en serio, si es lo más o no es lo suficientemente hipster… está bueno eso, porque te permite vibrar siempre.

En tus primeros recitales de cuando ya eras conocido solías gritar cosas como “Chicos, no tomen merca”. ¿A qué respondía eso y por qué no lo hacés más?

Ahora estoy más abierto. En un momento era muy intolerante con las drogas, con el uso recreativo. Ahora no. Yo no me drogo recreativamente, pero bueno, respeto más. Era re intolerante y eso te limita, porque no podés laburar con nadie (se ríe).

¿Cómo, cuándo y por qué Wendy Sulca?

Estaba muy obsesionado con ella cuando salió. Primero, me encanta Perú. Después, por lo que ella representa y lo que representó el fenómeno Wendy Sulca en muchos países, porque evidenció un choque cultural, un montón de prejuicios y atravesó muchos lugares. Ella estaba en un punto muy caramelo. Todo el mundo se burlaba todo el tiempo, en la tele, en internet. Y fue una manifestación muy masiva de racismo, de ignorancia, que más que hablar de ella, hablaba del resto, de los que la ignoraban. El racismo se notaba cuando decían “parece un mono”. La ignorancia, cuando se burlaban de su manera de cantar, que es una manera folclórica de esa zona, es muy especial, todos cantan en ese registro.

La gente choca con la canción de la tetita porque no en todos lados la lactancia tiene una asociación sexual. Entonces en ella es más ambiguo todo. Wendy tomó la teta hasta los siete años y no tienen eso de acá, como de la burla, porque hay cosas culturales que todavía son bastante diferentes. Cuando le canta a la cerveza, es porque en su país hay una tradición de que cuando cantan canciones, las letras no tienen por qué coincidir con la identidad del que la está cantando. Dentro del folklore peruano, ella también es muy interesante, porque incorpora barbies a su vestuario, es la primera, y por decisión de ella.

En Perú sí entienden por qué la gente se burla de La Tigresa del Oriente, porque es muy caricaturesca, pero de Wendy no, porque es totalmente folklórica. Yo fui siguiendo su carrera, pero no los últimos momentos. La visité hasta antes de que saliera a argentina y todo eso.

¿Cómo es ella?

Ella es hija de un artista muy famoso en su zona, que murió de una manera trágica y fue muy dolido dentro del ambiente artístico. En el video “Papito” ella está ahí en la tumba, es otra cultura, para acá es muy bizarro.

Por ejemplo, cuando me contó la muerte, el velorio, que estaban todos de negro, que fue la gente del pueblo y cantaban canciones, que era algo multitudinario, de repente me dijo “¿querés ver el video?” Porque tenían todo el velorio filmado. Es otra cabeza.

Umpi ya había trabajado con Fito Páez para el musical argentino “Nena, no robarás” y no le costó convencerlo de hacer un tema juntos.

Fito Páez hizo la canción, le gustó y ta. Él es mucho más concreto.Es un trío que me gusta, porque son tres dimensiones de maneras de crear y de ser vistos en la sociedad. Al estar juntos, eso genera un impacto, porque no es predecible.

¿Te gustó cómo quedó la versión cinematográfia de Miss Tacuarembó?

Me gustó mucho. Y me sorprendió, porque yo había hablado con otros escritores y las experiencias de cuando pasan libros a películas nunca son muy positivas, de parte de los escritores. Así que dejé de preguntar y cuando la vi me encantó. Tiene cambios súper grandes con respecto a la novela, pero es normal porque es otra creación de otro artista. Me deja muy feliz ver esa película.

¿Tenés alguna relación con Jaime Roos?

No, pero ahora nos vamos a juntar. Al que conocí es al hijo, Yamandú. Ahora vino en vacaciones y charlamos un montón, es muy genial. Desde niño me obsesionó Jaime Roos porque es una máquina, es alguien que la tiene muy clara, tiene una construcción muy buena de sí mismo, es muy talentoso, muy inspirado y en mi casa siempre se escuchaba, pero no lo conocí porque me daba vergüenza, sobre todo porque hice esas versiones de sus temas.

¿Qué opinás de Lady Gaga?

Un montón le estamos muy agradecidos porque imaginate que yo, que estoy haciendo esto desde hace diez años, ahora no tengo que explicar más nada, me ahorró la mitad de las entrevistas. Era muy pesado tener que explicar ese tipo de creación. Al volver popular la creación artística camp en el pop, el avance es muy grande. Ella me parece una construcción icónica fabulosa. Y tiene una de las mejores canciones del mundo, que es Bad Romance. Lo que hace es perfecto.

“El vestido de mamá” es de la editorial Criatura Editora y sale $320