Leonardo H. Burgueño

El otro Mourinho

La gente se queda con el José Mourinho provocador. El que manda mensajes por la prensa. El que, en su español a veces difícil de descifrar, se lanza en “picada” contra sus enemigos de turno. Arbitros, dirigentes, clubes y técnicos. Para los periodistas es un personaje ideal. En Italia extrañan sus conferencias de prensa. Llenaba páginas él solo. Hablaba y ¡paf!, le pegaba a uno. No le importaba ser un recién llegado. No temía el peso del rival.

Actualizado: 07 de mayo de 2012 —  Por: Leonardo H. Burgueño

La mayoría lo compara con su último contrincante: Josep Guardiola. Y “Pep” tiene una imagen totalmente opuesta. El (ex) entrenador de Barcelona es el yerno que todas las suegras quieren tener: compuestito, recatado, nunca un garabato (salvo el recordado contra Alexis Sánchez). En cambio, el portugués es el vecino odioso. El que sale en un auto último modelo del estacionamiento, no saluda a nadie y todos lo señalan como el tipo exitoso en los negocios, pero que no está ni ahí con ser políticamente correcto. Pero ese hombre que le va bien en este negocio del fútbol, también ayuda al espectáculo.

El fanático común, ese que ve un partido cada tanto, se quedó con la imagen de la clasificación de Inter a la final de la Champions ante Barcelona, en el Camp Nou, en 2010. Es cierto, nadie paga una entrada para ver un equipo así. Pero fue un tema puntual, una necesidad cuando tenía 10. Otros le achacarán que, con el plantel que tiene, demoró mucho en encontrarle la vuelta al Barça.

Los equipos del portugués son rápidos, directos y, cuando encuentran el espacio, destruyen. No puede ser defensivo un cuadro que suma 115 goles en la temporada. Sí, leyó bien: 115 en 36 partidos. Un promedio de 3,19 tantos por encuentro. Una bestialidad.

Y ojo, que a los técnicos no se los debe medir sólo por los títulos. Campeón ha sido cada uno, cuya máxima virtud “táctica” era decirles a sus jugadores: “Hagan lo que saben”. El gran mérito de un entrenador es potenciar la capacidad de sus dirigidos. Y en este todopoderoso Real Madrid que no ganaba una liga hacía cuatro años (cuatro años para el Madrid es un siglo para cualquier club del mundo), movió algunas piezas y le dio espacio a futbolistas que nadie tenía en cuenta. Un ejemplo es Angel di María. El argentino llegó de Benfica con muchas dudas a la “Casa Blanca”, pero el DT ubicó al zurdo por la derecha y nadie lo ha hecho jugar mejor que Mourinho.

Aunque sin dudas al que más impulsó fue a Cristiano Ronaldo. Lo instaló definitivamente por la izquierda para que su fuerza arrolladora pudiera terminar una diagonal con disparo al arco. Los números de “CR7” se elevaron. Antes de “Mou”, su mejor temporada había sido en 2007-2008, cuando con Manchester United hizo 43 goles en 50 partidos. Con Manuel Pellegrini en la banca “merengue” marcó 33 en 35 encuentros. Con la llegada de su compatriota a la banca, sus festejos se dispararon en el primer año: 53 gritos en 54 cotejos (40 en la Liga para ser “Pichichi” y Botín de Oro de Europa). Y en 2011-2012 lo hizo crecer en un 35% respecto de su año más productivo: 58 dianas en 53 pleitos, para que por primera vez supere la media de una celebración por juego. Sólo con los goles del extremo de Madeira, el Madrid tiene más tantos que nueve equipos de la liga hispana.

Además, fomentó la competencia en todos los puestos, como el de centrodelantero. Cuando Gonzalo Higuaín se “durmió”, colocó a Karim Benzema. ¿El resultado? 42 festejos entre los dos.

Dicen que el portugués tiene dos caras. Una para la prensa y otra para los jugadores. La mayoría de los dirigidos que lo han tenido hablan bien de él. En todos los lugares que estuvo, lo extrañan (por sus dichos o su trabajo). Quizás por eso, el miércoles sus jugadores lo elevaron a los cielos cuando celebraban el título. El, públicamente, ya se siente en el firmamento hace tiempo.

Leonardo H. Burgueño es jefe de deportes de La Tercera de Chile y cedió especialmente para 180 este artículo que publicó en su blog.



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