Especial

Estados Unidos contra el secreto bancario

Por Maia Blanc (*).

Actualizado: 09 de marzo de 2009 —  Por: Especial

En medio de la crisis financiera, EE.UU. embiste contra el mayor banco suizo por evasión fiscal. En febrero, la Unión de Bancos Suizos (UBS) rompió el secreto bancario para negociar un acuerdo y evitar un juicio penal.

EE.UU. acusó a la Unión de Bancos Suizos (UBS) de haber ayudado a sus clientes estadounidenses a ocultar 20.000 millones de dólares, lo que equivale a 300 millones en evasión fiscal, hecho que fue reconocido por el propio banco. El 18 de febrero, la institución financiera entregó los nombres y datos de unos 250 a 300 ciudadanos norteamericanos y pagará una multa de 780 millones de dólares. La UBS justificó esta medida, que implica la suspensión del secreto bancario, afirmando que la institución no defiende a los defraudadores.

Un pequeño terremoto institucional se sumó a esta ofensiva estadounidense en la Confederación Helvética: si bien la decisión de la UBS fue apoyada por la Autoridad Federal de Vigilancia de Mercados Financieros (1) y el gobierno suizo, el Tribunal Federal Administrativo helvético falló en contra, dándole la razón a los clientes estadounidenses (que habían iniciado una demanda preventiva contra las autoridades de la UBS y de la FINMA) y en definitiva, al secreto bancario -el pilar de la economía suiza-.

Lamentablemente para los dueños de las cuentas secretas, el fallo de la justicia suiza llegó demasiado tarde: la UBS ya los había delatado. Esto significa que la UBS y el gobierno suizo actuaron por fuera de los canales judiciales, presumiendo la culpabilidad de los clientes implicados. Esto último es, sin lugar a dudas, mucho más grave que el ataque al secreto bancario, ya que constituye un fuerte golpe al Estado de derecho y a las instituciones de la democracia suiza.

Por su lado, y sin perjuicio de lo que ya consiguieron, los Estados Unidos van por más: al día siguiente de haber logrado el acuerdo, exigieron los nombres de otros 52.000 ciudadanos que presuntamente utilizaron el secreto bancario suizo para evadir el fisco. A esta nueva demanda, la UBS se opuso “enérgicamente” y aseguró que la identidad de los dueños de las cuentas está protegida por la las leyes suizas de privacidad financiera. El presidente del Consejo Federal helvético, Hans Rudolf Merz, respaldó este comunicado asegurando que el secreto bancario seguiría en el país porque “esa es la voluntad del Gobierno” y aclaró que “el sector bancario no protege a los defraudadores”.

Las repercusiones ante estos hechos han sido dispares. Algunos expertos se muestran tranquilos y aseguran que la posición del gobierno será firme. La entrega de los 250 a 300 dueños de cuentas sospechados constituye, para estos optimistas, una excepción y -según ellos- la UBS absorberá la mayor parte de esta crisis, sin que el resto de la plaza financiera suiza sufra de un posible contagio.

Otros especialistas y, la prensa en general, son más pesimistas: dudan que Suiza pueda enfrentarse a la presión estadounidense. La credibilidad del país como garante de la confidencialidad de los clientes ha sido traicionada y este antecedente abre la puerta a nuevas demandas de otros Estados. Este último punto ya es una realidad: la Comisión Europea reclama el mismo trato en la colaboración fiscal que la Confederación Helvética ha mostrado tener con la potencia norteamericana. ¿Se avecina próximamente una epidemia de demandas?

Los indicadores del martes parecen darle la razón a los pesimistas: los títulos de la UBS tocan un nuevo fondo histórico cada semana. Pero, más allá del futuro de la entidad, es la reputación del sistema bancario suizo entero que se encuentra en una pésima situación.

Este incidente ha reabierto el debate político en Suiza respecto al secreto bancario. La izquierda busca la abolición del secreto bancario como una salida ordenada de la crisis, y mediante ésta, hacer desaparecer la visión externa negativa de Suiza como paraíso fiscal. La derecha defiende la perspectiva idealista del gobierno suizo: el secreto bancario existe para preservar la esfera privada de las personas, no para defender a los defraudadores. La actitud de la UBS se inscribe, para la derecha, dentro de un marco de colaboración judicial con los EE.UU. que deja un mensaje muy claro: las personas culpables de fraude fiscal deberían estar preocupadas.

Ahora bien, el consenso político permanece respecto a una cuestión: la entrega de las listas de nombres se realizó por fuera de todo procedimiento jurídico y es por ello escandalosa. Las nuevas demandas deberán encauzarse dentro de los caminos institucionales que aseguren un equilibrio entre la transparencia del sistema bancario y la protección de la privacidad de sus usuarios.

Como corolario de la nueva polémica instalada en torno al secreto bancario, la ministra de relaciones exteriores helvética, Micheline Calmy-Rey, se reunió con la secretaria de estado estadounidense, Hillary Clinton, que se encuentra oportunamente en plena gira europea.

El pasado viernes 6 de marzo, en un ambiente amistoso, las ministras concertaron un acuerdo para limitar la escalada de las presiones de EE.UU. contra la UBS e implementar una mayor cooperación bilateral para solucionar estos conflictos. La receptividad de la administración Obama se debe a que la jefa de la diplomacia suiza jugó la carta del empleo: la UBS significa más de 30.000 puestos de trabajo sólo en EE.UU. En este contexto de crisis, en el que las cifras del desempleo se han disparado, cabe entonces esperar una mayor delicadeza de la parte de las autoridades estadounidenses en su futuro afán recaudatorio.

La UBS y su espiral descendiente

El 2008 resultó catastrófico para la UBS. La entidad financiera fue el banco suizo y europeo que mayores pérdidas registró (50.000 millones de dólares) por causa de la crisis de las subprime en EE.UU. La Unión de Bancos Suizos fue luego beneficiada por un plan de rescate histórico del gobierno suizo en octubre del año pasado por un valor de 60.000 millones de dólares.

A los problemas económicos, se sumaron hechos delictivos que oscurecieron la imagen de excelencia del banco suizo. En junio del año pasado, el ex directivo de la entidad, Bradley Birkenfeld, se declaró culpable de colaboración en actividades fraudulentas contra el fisco.

Los gerentes de la UBS habían desarrollado un código para sus actividades fraudulentas en EE.UU. En un documento interno fechado 29 de noviembre 2004 y firmado “Dieter”, hecho público el jueves por la Corte de Florida, se indica que “verde” significaba dólares y “naranja” euros, un millón era un “cisne” y 250.000 una “nuez”.

Las pérdidas del 2008 ya son públicas: 16.770 millones de dólares. El banco informó que eliminará 2.000 puestos adicionales a los 8.000 ya previstos para el 2009. No obstante, la firma afirmó que espera cerrar el año con ganancias -despidos y reducción de activos de riesgo mediante-.

Tras el derrumbe de sus acciones en la bolsa, la UBS ha dejado de ser el primer banco de Suiza frente a su principal competidor, el Crédit Suisse.

(1) FINMA, institución autónoma suiza

(*) Maia Blanc es suiza y licenciada en relaciones internacionales.

En Argentina, se ha desempeñado como investigadora del Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales (CICSO), de la Red de Grupos de Investigaciones sobre Derecho de la Integración del Mercosur (REDIM), de la Asociación de Universidades Grupo Montevideo (AUGM) y de la Cátedra Andrés Bello/Argentina (CAB).



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