Atender la primera infancia para no “llegar tarde”

En medio de todos los indicadores sociales, que enumera sin necesidad de papeles, la coordinadora de Uruguay Crece Contigo, Cristina Lustemberg, señaló que el principal problema es cultural. “Tenemos que ver a los jóvenes y a los niños como el capital más preciado”, le dijo a 180. El plan destinado a la primera infancia llegará a todo el país y en tres años pretende atender a las 26.000 familias más pobres. “Que un niño sea vulnerado en su salud, que sea agredido, tendrá mucho que ver con cómo va enfrentar las dificultades de la vida. Esa es la verdadera cohesión social que hace falta. Por más que avancemos en otros indicadores si no protegemos esta etapa, vamos a llegar tarde”, afirmó.

Actualizado: 14 de junio de 2013 —  Por: Mauricio Erramuspe

Atender la primera infancia para no “llegar tarde”

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En 2013, Uruguay Crece Contigo se propone llegar a todo el país. El programa pertenece al Área de Políticas Territoriales de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, pero surge en articulación con las políticas sociales que llevan adelante el Ministerio de Desarrollo Social, el Ministerio de Salud Pública, la Administración Nacional de Educación Pública, el Instituto del Niño y el Adolescente del Uruguay (INAU) y otras instituciones públicas y privadas.

El presupuesto para estos tres años de ejecución hasta 2015 es de 16 millones de dólares.

La idea que está detrás de esta nueva centralidad en las políticas sociales dirigidas a la primera infancia es que, pese a los avances logrados en la mejora de los índices sociales, existen “barreras de acceso” que impiden llegar con mayor fuerza a la población más vulnerable: las embarazadas y los niños hasta cuatro años de las zonas más pobres del país.

Son unas 26.000 familias que están en esa condición, la mayoría de ellas en el área metropolitana. El trabajo comenzó en octubre de 2012 con 116 operadores que visitan las viviendas para relevar sus necesidades y realizar las coordinaciones con los otros servicios del Estado que pueden atenderlas. Hasta el momento se ha trabajado con 2.500 familias.

Hay datos reveladores de las dificultades que ha tenido el Estado para llegar a esta población y revertir la realidad de los núcleos más duros de la pobreza. Mientras la pobreza a nivel general en Uruguay es del 13,7%, alcanza al 26,1% de los niños menores de seis años. Pero si se considera los barrios periféricos de Montevideo, donde se da la mayor cantidad de nacimientos, un 64% de los niños vive debajo de la línea de pobreza. En la costa, en cambio, ronda el 19%.

Además, el 70% de las muertes en los niños de hasta un año es “potencialmente evitable” mientras el 6,4% de las madres llegan a un parto en el Hospital Pereira Rossell sin haber realizado ningún control de su embarazo. Otra cifra que preocupa es el aumento de los casos de sífilis congénita que en 2010 llegaron al 2,6% de los recién nacidos cuando lo esperado es un 0,5%. La anemia, a nivel global, afecta al 31,5% de los niños de entre seis y 24 meses. Los retrasos en la talla alcanzan al 10,9% de los menores de dos años.

Hay más indicadores y todos hablan de que “en ninguna de las crisis en los últimos 30 años el país protegió especialmente a los niños”, dijo la coordinadora del programa, Cristina Lustemberg, a 180.

Uruguay Crece Contigo trabaja mediante acciones universales y focalizadas. En las primeras se propone impulsar una campaña de comunicación para hablar de los problemas de la anemia, la importancia de la estimulación temprana, de los cuidados en el embarazo, los consumos problemáticos de alcohol, tabaco y otras drogas. Se considera que estos mensajes deben llegar a toda la población, independientemente del estrato social.

Las focalizadas son las acciones que están dirigidas a la población con mayor índice de carencias críticas. Allí se da el trabajo de los operadores sociales que llegan con cuatro modelos de intervención. Uno es el denominado “buen comienzo” que aborda a las embarazadas y sus necesidades. Otro la modalidad “puente” destinada a aquellas familias que con pocas intervenciones pueden retomar el contacto con los programas sociales. “Cercanía” y “acompañamiento” son las otras dos formas de abordaje para las familias con mayores necesidades.

El trabajo prioriza a las mujeres embarazadas y los niños menores de un año.

Lustemberg dijo que invertir en la primera infancia “es un tema ético, de principios pero además económico”. Es que está demostrado que “por cada dólar que se invierte en esta etapa de la vida, el individuo al llegar a la etapa adulta le va a retribuir a la sociedad entre 8 y 18 dólares al estar más inserto en el sistema educativo y tener más chances en la cadena productiva”.

Hay datos muy gráficos que incluso ayudaron a convencer al presidente José Mujica de continuar y profundizar el trabajo específico en primera infancia. Uruguay Crece Contigo utiliza en sus materiales la imagen de un corte transversal de un cerebro de un niño de clase media y de uno que no recibió la atención y nutrición necesaria. La diferencia en tamaño es abrumadora a favor del niño de clase media.

Imagen tomada del material de presentación de Uruguay Crece Contigo.

180 conversó con Lustemberg sobre los fundamentos de Uruguay Crece Contigo y los planes para los próximos tres años.

El Estado tiene muchos programas y planes sociales. ¿Por qué es necesaria una centralidad como Uruguay Crece Contigo para atender los problemas de la primera infancia?

Pese a lo avanzado en el país en los últimos siete u ocho años, a las mejoras de los indicadores sociales y al crecimiento económico, el Uruguay mantiene problemas estructurales muy graves vinculados a este sector de la población. En esa concepción es que el gobierno y el país precisan poner foco en acciones dirigidas a la primera infancia.

En ninguna de las crisis en los últimos 30 años el país protegió especialmente a los niños. Un país como el nuestro, en el que cada vez hay menos nacimientos y la tendencia va a seguir siendo esa, debe mejorar todo el accionar del Estado, las políticas sociales, de educación, de salud y de vivienda que estén dirigidas a esta población.

Si vemos los indicadores del año 2011 de pobreza en el país, en general es del 13,7%. Y la de los hogares donde hay niños y niñas menores de seis años es del 26,1%. Ha ido disminuyendo porque la pobreza en todo el país en el año 2004 de este grupo etario era del 63% y en el 2005 todavía el 50% de los niños y niñas menores de seis años estaban en hogares debajo de la línea de pobreza. Todavía es muy alto: seis veces más que la pobreza en los hogares donde hay adultos y sobre todo adultos mayores de 65 años.

Este programa se crea en clara articulación con las otras instituciones del Estado. Las políticas de primera infancia requieren integralidad, intersectorialidad y que sean una prioridad para los países y para los Estados. Los niños no votan… pero en un país como el nuestro en el que cada vez hay menos nacimientos hay que conceptualizar que si la tercera parte de los niños está por debajo de la línea de pobreza, vamos a tener problemas si queremos mejorar. No nos podemos dar el lujo de que esa cantidad de niños esté por debajo de la línea de la pobreza.

Nunca estamos queriendo decir que hay que contraponer con lo que el país avanzó desde la década del 90 en política de protección dirigida a los adultos. Pero sí hay que poner foco en que lo que invertimos en los niños en esta etapa de la vida es mucho menor.

¿Por qué es importante invertir en este tramo de la vida?

James Heckman, premio Nobel de Economía 2002, demostró que es crucial lo que los países invierten en estas etapas precoces de la vida, como los cimientos de lo que va a ser un adulto en toda su trayectoria. El ser humano tiene una diferencia muy importante con el resto: la etapa de la concepción y de los tres primeros años de vida es crucial. Hay una explosión del cerebro, crece en tamaño y sobre todo crece exponencialmente en las conexiones y sinapsis.

Heckman demuestra que por cada dólar que se invierte en esta etapa de la vida, el individuo al llegar a la etapa adulta le va a retribuir a la sociedad entre 8 y 18 dólares al estar más inserto en el sistema educativo y tener más chances en la cadena productiva. Es un tema ético, de principios pero además económico.

¿Por qué cuesta tanto incorporar este concepto en el trabajo social que se hace en el territorio?

Es un tema cultural, de diseño de las políticas y quizás quienes estamos en los lugares de decisión no lo hemos logrado manifestar con el impacto que esto tiene. Las políticas de primera infancia no se resuelven de un período al otro, requieren acciones a corto, a mediano y sobre todo a largo plazo. Por eso si bien ha sido una prioridad para los gobiernos del Frente Amplio, creemos que la prioridad va de la mano de la asignación del gasto. Creo que todavía el país no ha tomado una conciencia real de la importancia que tiene cuidar y apoyar a las familias desde esa etapa de la vida.

Hoy el país está muy preocupado por la seguridad y por la educación. Pero cuando uno desagrega dentro del sistema educativo cuánto de su presupuesto se dedica al sector de educación inicial, uno ve que siempre es mucho menos. El click que han hecho muchos países es que la mejor política social, la que tiene el mejor retorno o asegura el desarrollo de las demás políticas sociales, es la que se invierte en este tramo etario.

Por eso tenemos el cometido de trabajar en una ley que garantice que el país tenga una mirada a largo plazo, como hizo Chile, para que las políticas de primera infancia sean sostenidas.

Cada uno de nosotros tendría que cuidar cada niño o niña que nazca. Tendríamos como país que favorecer que cada familia decida cuándo y cómo tener sus hijos. Eso significa que se pueda acceder a los servicios de salud sexual y reproductiva, depende de la educación, pero en los países que han logrado tener impacto hay una conciencia ciudadana.

El 13,7% de nuestros niños tiene maltrato físico severo. El 50% sufre maltrato psicológico. Eso atraviesa a todas los sectores sociales. No hay una concepción de cuánto impacta en el desarrollo posterior de un individuo que un niño que sea sostenido, que sea querido y cuidado.

El 80% del cerebro de una persona crece en los dos primeros años de vida. Está demostrado que los niños que tienen anemia en esta etapa de la vida, cuando ingresan en el sistema educativo tienen trastornos del aprendizaje por una cosa tan simple como que el hierro es un micronutriente que se necesita para el desarrollo cerebral.

Respecto a eso hubo un descuido cuando se pasó de los programas que daban canastas de alimentos a las tarjetas con las que las madres compraban las cosas. Ellas optaban por comprar leche sin hierro porque era más barata.

Volvemos a lo mismo. Si bien eso ahora está solucionado y la leche está en los comercios, es un click que tiene que hacer el decisor de las políticas económicas, quien haga las políticas alimentarias y quien haga las de salud. Esto requiere mucha integralidad. No es una cuestión de imponer. La leche con hierro es un tema de salud pública que tiene que ver con el crecimiento fisiológico, los niños la requieren.

Si hay un tema que requiere una mirada integral es este. Requiere mucho conocimiento y el Uruguay lo tiene.

En la conciencia sobre estos temas, ¿no influye cómo la población ve a los jóvenes y a los niños en función de su preocupación por la seguridad? Cuando uno criminaliza tanto a la adolescencia es más difícil convencerse de la necesidad de asistir o de apoyar a los niños chicos.

Si. Uno ve que hay una mirada muy ligada a la criminalización de la etapa adolescente. Hay dos etapas claves para proteger a los niños: la primera infancia y la adolescencia temprana.

Tenemos que ver a los jóvenes y a los niños como el capital más preciado que tiene el país. La mayoría no tiene índices de criminalidad. Hay una mirada muy estigmatizante respecto al rol de los adolescentes en nuestro país. Por eso tenemos que trabajar desde antes.

¿Cuáles serían los contenidos de la ley?

En eso vamos a trabajar a lo largo de este año para ver cómo hacemos que esto en el país sea sostenido a mediano y a largo plazo. Además debe tener un gran componente de evaluación y monitoreo. Hay que ver que los servicios den respuesta a las necesidades de la población en esta etapa de la vida. Nosotros queremos hacer una rendición de cuentas a la ciudadanía, estos programas deben estar acompañados de esa cristalinidad y de difusión.

¿Qué espera que pase dentro de tres años? ¿Cómo se sentiría satisfecha?

Yo coordino un equipo en el que estamos convencidos de que el Uruguay va a cambiar sus indicadores y sus valores si trabajamos con las familias desde el vamos. Con este programa lo que nosotros aspiramos es que el país consolide la importancia que tiene proteger a la población más vulnerable y con mayores potencialidades.

Me gustaría que cada persona en este país elija cuándo y cómo tener hijos. Que un niño sea vulnerado en los cuidados de su salud, que sea agredido, que no sea querido tendrá mucho que ver con cómo va enfrentar las dificultades a lo largo de la vida. Esa es hoy la verdadera cohesión social que hace falta en el país. Por más que avanzamos en otros indicadores si no protegemos esta etapa de la vida, vamos a llegar tarde.