Gustavo Laborde

Danos hoy el mate nuestro de cada día

El mate llegó a la mesa pontificia. Este hecho en apariencia trivial, que habrá insuflado de chovinista orgullo a muchos devotos mateadores, es una significativa vuelta de tuerca en la historia vaticana.

Actualizado: 22 de marzo de 2013 —  Por: Gustavo Laborde

Los efectos estimulantes de la yerba mate eran bien conocidos por los guaraníes precolombinos. Considerada un regalo de los dioses, el uso de la yerba era prerrogativa de los chamanes y su consumo circunscripto al ritual. Cuando la Compañía de Jesús, la misma congregación a la que pertenece Bergoglio, instaló sus Misiones en el corazón de Sudamérica a principios del siglo XVII encontraron en el mate un poderoso aliado para imponer su poder y organizar la sociedad misionera. En una hábil maniobra, los padres jesuitas promovieron la generalización del consumo del mate para obtener un doble beneficio: degradar el poder de los chamanes y granjearse el apoyo popular. En una sola jugada eliminaron a la competencia espiritual y se quedaron con la cartera de clientes, las almas.

La científicamente denominada Ilex paraguariensis, crecía en las umbrías de la selva profunda, por lo que su cosecha era una aventura peligrosa. Gracias a sus avanzados conocimientos botánicos, los padres jesuitas la aclimataron en tierras más favorables. Con el tiempo, las Misiones desarrollaron enormes plantaciones de yerba, verdaderos emprendimientos agroindustriales que gestionaron admirablemente. El consumo de yerba, conocida como “té paraguayo”, “té de mate” o simplemente “té de los jesuitas”, era generalizado en varias ciudades coloniales como Montevideo, Buenos Aires, Quito, Lima y hasta México. La producción y exportación de yerba mate se convirtió así en uno de los principales motores económicos de las Misiones, un próspero estado teocrático que durante más de un siglo y medio dominó una amplia región que como una cuña se incrustaba en medio de los afanes expansionistas del reino de España y el imperio de Portugal. El crecimiento económico, las influencias políticas y la capacidad intelectual que alcanzó la Compañía de Jesús generaron recelo en las cortes de Europa. España y Portugal luchaban por el control de Colonia del Sacramento y la Banda Oriental, donde las Misiones poseían enormes vaquerías e intereses. La posición estratégica de las Misiones entró en conflicto con las lógicas geopolíticas de los imperios dando lugar a la Guerra Guaraní que enfrentó a los indígenas misioneros con los ejércitos de España y Portugal. Finalmente, en 1773 se produjo la llamada expulsión de los jesuitas, que supuso la disolución de la Compañía de Jesús, la persecución de sus miembros y obviamente el fin de las Misiones, una experiencia cultural fascinante cuya enorme influencia llega a nuestros días. La Compañía de Jesús fue restituida en el siglo XIX y aunque tuvo varios otros conflictos y aún expulsiones la calidad intelectual de sus miembros le devolvieron prestigio y respeto. Bergoglio acaba de convertirse en el primer papa jesuita y americano en la historia del Vaticano. Que desembarque con su mate en el Vaticano es un hecho cargado de significados: condensa 400 años de historia. Pero supone también el triunfo final de una especialidad culinaria criolla empecinada en permanecer pese a los constantes ataques que recibió, cargarse de nuevos sentidos y alcanzar espacios sociales cada vez más encumbrados. Tomá mate.



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