Un Óscar para el peor equipo del mundo

Un equipo de cineastas británico dio la vuelta al mundo para seguir cámara en mano los pasos de Samoa Americana, la peor selección del planeta, que en el camino hacia Brasil 2014 obtuvo contra todo pronóstico el primer triunfo de su historia. ‘Next goal wins’, el resultado de la filmación, cuenta cómo se gestó semejante milagro.

Actualizado: 09 de mayo de 2013 —  Por: David Ruiz

Un Óscar para el peor equipo del mundo

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Samoa Oriental es un pequeño paraíso polinesio situado a mitad de camino entre las islas Hawai y Nueva Zelanda, bajo pabellón de los Estados Unidos desde 1951. Apenas siete islotes plantados justo donde el tiempo se confunde con el espacio, rodeados de una interminable masa de agua de color verde esmeralda. Un lugar en ninguna parte que ostenta el dudoso honor de acoger en su seno al equipo nacional más goleado de todo planeta.

Las escandalosas goleadas recibidas en las tres fases clasificatorias mundialistas precedentes (Corea-Japón 2002, Alemania 2006 y Sudáfrica 2010), incluyendo en el doloroso pack (129 goles en contra en 12 encuentros) el histórico 31-0 que le infligió Australia en 2001, fueron el leit motiv que llevó a un grupo de cineastas ingleses a embarcarse en la producción más intrépida y ambiciosa de sus vidas: seguir los pasos de Samoa Americana en su ruta de viaje camino de Brasil 2014 y llevarlo a la gran pantalla.

El impredecible carácter del fútbol regaló a Mike Brett, Steve Jamison y Kristian Brodie un guión completamente distinto al que esperaban cuando plantaron bandera en Pago-Pago, la capital samoana, para pegarse cual central expeditivo a las huestes dirigidas por el holandés Thomas Rongen y vivir a su lado la preparación con vistas a lo que se preveía iba a ser un nuevo escarnio deportivo que añadir al deleznable historial de 30 derrotas consecutivas acumuladas por los polinesios desde que iniciaron su andadura internacional, allá por 1994.

La inesperada primera victoria del hasta ese día peor equipo del mundo frente a Tonga, en el duelo inaugural de las eliminatorias, puso la guinda a las casi 300 horas de cinta que el trío de documentalistas británico grabó durante varios meses. El resultado de su ardua labor llegará a los cines poco antes del arranque del Mundial brasileño bajo el título ‘Next goal wins’ (El último gol gana).

Steve Jamison, director del film, explica durante su visita a la sede de la FIFA los motivos que le impulsaron a dar la vuelta al globo terráqueo para contar la historia de los samoanos: “Nos pareció que esos futbolistas que seguían jugando, a pesar de no haber experimentado nunca una victoria, tenían que sentir una verdadera pasión por el juego que les impulsaba a seguir adelante. Pensamos que era una bonita historia para contar, así que nos pusimos manos a la obra y al cabo de unos meses estábamos viajando a Pago Pago”.

El título que llevará el documental resume la esencia de un deporte cuyo caldo de cultivo ancestral es, al fin y al cabo, el mismo en las cuatro esquinas del mundo. “Cuando juegas de pequeño al fútbol, se dice que quien marque el último gol, gana. Todo el mundo se motiva y busca ese objetivo. Aquí, en Samoa, pensamos que el siguiente gol será el de nuestra victoria, con independencia del resultado del partido que estemos jugando. Es nuestra motivación para seguir adelante”, cuenta en la cinta Larry Mana’o, uno de los técnicos de la selección.

La historia de la película arranca con la nefasta andadura de Samoa Americana en los Juegos del Pacífico. Pese a su condición de anfitriones, perdieron todos los partidos sin cantar gol ni una sola vez. “Eso llevó a la Federación a reaccionar en busca de un incentivo que motivara a los chicos pensando en la clasificación para el Mundial. Entonces apareció Thomas Rongen. Su llegada fue como un huracán. Bajo su dirección, el equipo empezó a trabajar duro de verdad y nuestro documental comenzó a cobrar forma”.

Cedido por la Federación de Estados Unidos para la ocasión, el preparador holandés admite lo mucho que aprendió con esa experiencia: “Al principio traté de implantar una serie de cosas en los entrenamientos, pero sencillamente eso no funcionaba con este equipo. Así que estudié a fondo su cultura, desarrollé un nuevo plan de trabajo y decidí llamar a los jugadores que vivían en los EE.UU. Sin ellos, hubiera sido una imposible cuajar tan buen papel en las eliminatorias”.

El golero más goleado y un transexual, las figuras

‘Next goal wins’ centra su relato en la figura de dos personajes cruciales en la gesta imposible del once polinesio: Nicky Salapu y Johnny Saelua. El veterano golero abandonó su escondite en Seattle, donde se ganaba la vida como mecánico de coches, para reivindicar su figura una década después de haber sufrido la peor pesadilla de su vida a manos de Australia que goleó a Samoa 31-0. “Todo el mundo conoce a Nicky. Ese partido es uno de los más vistos en YouTube. Le llamé y le invité a volver para que superara su trauma. Era un riesgo porque no sabía si iba a ser capaz de lograrlo, pero necesitaba a alguien en el grupo que hubiera pasado por ese trago tan amargo. Cuando las cosas se torcían, bastaba con recordarle a la gente que Salapu estaba ahí, que había tenido que revivir ese partido durante todos estos años, de manera que si él era capaz de superar el trauma y seguir adelante, todos podían hacerlo”.

Los partidos frente a Tonga (2-1), Islas Cook (1-1) y Samoa Occidental (0-1) rehabilitaron a Salapu ante sus compatriotas después de pararlo todo en el duelo inaugural y manteniendo la ilusión de un posible pase a la siguiente ronda mundialista hasta el segundo final del último partido de la serie disputada en Apia, capital de la otra Samoa.

Johnny ‘Jaiyah’ Saelua es, de algún modo, el protagonista principal del documental por su condición de transexual o fa’afafine, como denominan en la cultura polinesia a las personas del ‘tercer sexo’: hombres desde el punto de vista biológico, pero que llevan una vida de mujer.

A sus 24 años, este defensa central, literalmente denostado por los técnicos precedentes que pasaron por el banquillo más caliente del planeta por su condición de hermafrodita, se erigió en el otro pilar fundamental de la escuadra de un Rongen que pasará a la historia por hacer debutar a un transexual en partido oficial de la FIFA. “A los fa’afafines nos encanta el soccer, mucho menos violento que el fútbol americano (el deporte nacional). Y la mayoría jugamos de defensas. Puede que corramos como chicas, pero por lo demás, nos comportamos como hombres. Cuando estoy jugando, dejo a un lado todo lo relacionado con mi sexualidad y me convierto en futbolista. No soy una mujer, ni un transexual, ni siquiera la amiga de un fa’afafine que juega con el rival; soy simplemente un jugador con un objetivo: ganar”, reconoce ‘Jaiyah’ en un fantástico vis-a-vis con la cámara.

Saelua y Rongen se sorprendieron mutuamente con el paso de las semanas, aunque los comienzos, confiesa el zaguero, estuvieron marcados por el escepticismo. “Al principio traté de que mi comportamiento fuera muy masculino en todo momento porque sé bien cómo reaccionan la mayoría de los ‘palagi’ (blancos) frente a deportistas transexuales. Los dos técnicos anteriores no me dejaron jugar, así que cuando Thomas me preguntó si debía llamarme Jaiyah o Johnny, me hizo sentir cómoda como jugadora transexual”.

Así que cuando Rongen le dio las llaves de la retaguardia, tenía claro que no podía defraudarle: “Me dije: Jaiyah, debes jugar bien para defender tu derecho a estar en la cancha y… ¡jugué el torneo entero! Incluso frente a Islas Cook salí con un tobillo hinchado y con un dedo del pie roto. El triunfo frente a Tonga fue algo muy especial. Fue una victoria también en lo personal. Era mi primer partido como titular, la primera vez que jugaba 90 minutos. Di mi primera asistencia de gol y me nombraron mejor jugadora del choque. Sentí un orgullo indescriptible”.

Idéntica sensación tuvo el seleccionador, quien gracias a su fantástica labor en tierras polinesias recibió una atractiva oferta para dirigir la academia del Toronto FC, de la MLS. “Fue el mejor ejemplo posible para cualquier jugador aficionado. Al finalizar el partido frente a Tonga, corrí en busca de Salapu y me abracé con él. Estaba llorando y lo primero que me dijo fue: ‘ahora puedo decirles a mis hijos que no soy un perdedor’. Eso, para serle sincero, fue más importante para mí que el partido en sí”.