Supervivientes de atentados en Madrid 10 años después

Diez años después de los atentados de Madrid, a la brasileña Adeniria Moreira aún le cuesta salir de su casa, traumatizada por el choc sufrido cuando el tren al que acababa de subir fue pulverizado por una bomba aquel 11 de marzo.

Actualizado: 09 de marzo de 2014 —  Por: AFP

Supervivientes de atentados en Madrid 10 años después

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Desde entonces, esta auxiliar de enfermería de 48 años, que por la conmoción perdió el bebé que esperaba, ha sido internada cinco veces en un hospital psiquiátrico para ser tratada por estrés postraumático y no logra conservar un trabajo.

"Me puedo pasar semanas sin salir de casa", explica, con un pañuelo ciudadosamente atado al cuello, sentada en el salón de su prolijo apartamento de Vallecas, un barrio popular del sur de Madrid.

"No puedo pasar entre dos automóviles aparcados, no me atrevo, tengo miedo de que haya una bomba dentro y estalle", asegura.

Desde entonces necesita pastillas para dormir y medicación contra la ansiedad y la depresión, explica Adeniria, recordando aquel 11 de marzo de 2004 que conmocionó España.

"Había trozos de cuerpos esparcidos. Un brazo por un lado, una cabeza por otro", recuerda. "Algunas personas sangraban por la nariz, por la boca. Había gente sin ropa, o sin zapatos", añade.

Adeniria acababa de subir, en la estación de El Pozo, a un tren de cercanías, uno de los cuatro atacados por diez bombas que estallaron en Madrid y sus alrededores, dejando 191 muertos y cerca de 1.900 heridos.

El atentado más sangriento jamás cometido en suelo español fue reivindicado pocas horas después por un grupo islamista del entorno de Al Qaida.

Casi por milagro la brasileña resultó ilesa y se dirigió a un centro médico para asegurarse de que su embarazo iba bien.

Fue sólo tres semanas más tarde cuando sintió contracciones y se precipitó al hospital, donde le informaron de que había perdido el bebé.

"Estaba en estado de choc. Estuve tres días internada", explica.

Su marido, que trabaja como conductor de autobús, vivió muy mal la noticia: "Lloró, lloró, lloró", recuerda.

"Todos los días sueño con un bebé que llora", agrega.

La pareja tiene una hija de 11 años que vive con ellos en Madrid y otra de 26 que ahora está en Brasil.

Como Adeniria, el español Eloy Morán, que perdió la visión del ojo izquierdo y la audición en ambos oídos, también tuvo que dejar de trabajar.

Sufrió graves heridas en la cabeza cuando una bomba estalló en el tren en que viajaba, justo antes de llegar a la estación madrileña de Atocha, dejando las vías sembradas de cadáveres.

"Sentí una presión insoportable en mi cabeza, como si estuviera a punto de estallar como un globo", dice Eloy, de 65 años, sentado, con gorra de cuadros y abrigo negro, junto a una estatua en homenaje a las víctimas de los atentados frente a la estación de Alcalá de Henares, donde aquel día subió al tren.

Estuvo dos semanas hospitalizado y cuando regresó a su trabajo como administrativo en un ministerio descubrió que no podía concentrarse, que le costaba leer y que tenía dificultades para dormir.

Al cabo de dos años, admitió a desgana que no podía seguir trabajando y aceptó una jubilación anticipada.

"Fue un disgusto enorme, mi trabajo me gustaba mucho. Sentí que había hecho un esfuerzo enorme para llegar donde llegué y que todo había ido a la basura", afirma.

"Entré en una profunda depresión de la que no podía salir", agrega, recordando que durante años tras los atentados tomó pastillas contra la ansiedad y que nunca más tomó un tren de cercanías.

Tras meses de juicio y posteriores apelaciones ante el Tribunal Supremo, la justicia española condenó a 18 personas por estos atentados. Otros siete sospechosos se hicieron estallar con explosivos tres semanas después de los ataques, cuando estaban rodeados por la policía en un apartamento de Leganés, en las afueras de Madrid.

Pero Morán está convencido de que hubo muchas otras personas implicadas en la planificación y ejecución de los atentados que nunca fueron detenidas.

Que estén en la calle "te llena de tristeza", afirma.