"Ahora logré cantar como yo quería"

Loop Lascano, Miss Whichita y Socio tienen como denominador común a Federico Lima, cantautor, locutor comercial, operador de radio y productor de bandas como NTVG, 11 Tiros, que en este 2014 estrena nuevo disco con Socio.

Actualizado: 21 de julio de 2014 —  Por: Redacción 180

"Ahora logré cantar como yo quería"

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Entrevista a Federico Lima realizada en No toquen nada.

Migel Ángel Dóbrich: ¿Cómo era tu voz de niño?

Federico Lima: Vos sabés que tengo un recuerdo increíble de eso. Mi madre de chico me mandó a un foniatra porque hablaba muy fuerte. Es una historia increíble, parece que no dejaba dormir la siesta. Hablaba al palo. Entonces, me mandaron a un foniatra para bajarme el volumen de la voz y me parece que no consiguieron mucho lograrlo, pero bueno ese es el recuerdo de niño.

Joel Rosenberg: ¿Te hacía ejercicios de fonoaudiología?

Sí, te hacían leer con un lápiz en la boca, que es complicadísimo. Tenías que leer muy despacio para poder modular bien las palabras. También, porque hablaba muy rápido y no vocalizaba, es algo que me pasa todavía. Ese período de la foniatra fue muy corto porque al tipo le pasó algo de salud, ponele que fui un mes o dos.

Migel Ángel Dóbrich: ¿Ya cantabas por esa época?

Me cuentan que cantaba desde bastante chico. Acompañaba los discos de mi padre, sobre todo, de música brasileña y siempre me cuentan que vino un músico a casa y dijo "che este gurí afina bárbaro".

Y el salto ese de voz que uno tiene en la adolescencia, ¿te mató o ganaste en algo?

De los ocho a los 12 yo estaba bastante vinculado a la música. Estaba estudiando guitarra clásica en Rocha y continué el estudio cuando me vine a Montevideo hasta los 12. A partir de ahí, me aburrí mucho de la guitarra clásica, abandoné totalmente la música y me convertí en un escucha más. O sea, que en el cambio de la voz creo que no me di cuenta porque empecé a cantar a los 18 cuando todo eso ya había transcurrido, entonces nunca me di cuenta.

Hoy, tu voz, ¿se parece a la de tu viejo?

No. Mi padre tiene una voz más grave que yo. Mi padre canta muy bien. De hecho, volviendo a este caso de la foniatra, ella era profesora de canto en el Conservatorio Estatal de Rocha y mi padre iba a clases de ópera y yo lo acompañaba. Él tuvo una incursión musical en su juventud, sobre todo en Brasil, fue parte de un movimiento que se llamaba Viva la gente, que viajaba por diferentes ciudades de Brasil con integrantes de muchos países y digamos que yo también viví un poco eso con él. Mi padre cantaba mucho en casa.

Increíble esa historia. Sé que puede sonar incómodo, pero ¿te gusta tu voz?

Sí, me gusta sí. Ahora me gusta.

¿Te gusta escucharte?

Digamos que ahora yo logré cantar como quería. Fue una meta que yo siempre tuve. Cuando grabé "Fan de Faith No More", inconsciente, cuando compuse el tema y cuando lo terminé y vi la melodía que había hecho dije "esto es lo que yo quería". A partir de ahí empecé a cantar lo que yo quería.

¿Y qué es lo que vos querías?

Tiene matices de cosas que a mí me gustaron siempre. Es algo muy melódico. Tiene esa cosa de rock, puedo ser un cantante metal melódico; y a su vez tiene eso melódico de los crooner viejos, un Nino Bravo, ese tipo de cosas juntas. Como que logré sintetizar un poco esos los mundos.
Lo de Nino Bravo viene sobre todo de mi infancia, mi abuela era gran fan de ellos, de Roberto Carlos también. Entonces, logré concentrar el dramatismo de esos cantantes con mi historia rockera de adolescente. Y ahora que logré conciliar esos dos mundos, me siento muy cómodo con mi voz ahora.

Joel Rosenberg: Más allá de lo profesional, ¿sos de cantar fuera del ensayo, de lo profesional o ya con tanto laburo te queda medio de lado eso?

No, no. Es inconsciente, creo que me doy cuenta que voy cantando en la calle cualquier cosa o arriba de los discos. Algo que hice siempre mucho fue poner discos e improvisar arriba. Eso me dio mucha libertad también. No soy de cantar siempre lo mismo, por ejemplo. Entonces es algo que hago en la vida.

Hablaste mucho también de tu padre, que está en Galaxia. ¿Desde cuándo está vinculado a la radio él?

Desde los 15 años. Él es de Cerro Largo y empezó en la Voz de Melo, como operador. Después se hizo locutor, jefe de programación, trabajó en el Canal 12 de Melo, como notero o algo así. Después, cuando nos fuimos a Rocha, trabajó en difusora rochense. Siempre vinculado a la música brasileña que es su pasión.
Me acuerdo que siempre estuve metido en la radio desde chico porque lo acompañaba. De hecho, mis padres se conocieron en una radio. Entonces, para mí, la radio es un lugar que me gusta mucho.

También, laburaste en una radio.

Hice lo mismo. A los 15 años empecé a trabajar en una radio como operador. Él me enseñó, yo iba a Galaxia y él me enseñó a trabajar ahí.

Y después, laburaste en Universal. Escuchábamos más temprano el jingle de Kesman, una canción rockera. Vos lo conociste a Alberto trabajando como operador en Universal.

Cuando empecé con Loop Lascano, entré también en Radio Universal, donde trabajé seis años como operador. Estuve mucho tiempo en el turno de la mañana: entraba a las seis menos cuarto y me iba a mediodía. Ahí me fui vinculando con toda esa gente del fútbol.

Miguel Ángel Dobrich: ¿Ahí tenías los pelos de colores?

Sí, claro

¿Cómo era eso con Kesman? Porque tuviste el pelo azul o verde

Sí, azul, verde, rojo. En realidad, en la radio les gustó mucho. Yo era operador de Héctor Morás, una figura legendaria de la radio. Yo era el más joven de la radio, el más rockero y él era el mayor de la radio entonces eran mundos bastante disímiles. Igual, al tipo le encantó. Nadie podía entender cómo al tipo le había gustado eso. Él venía, me sacaba al aire y me decía: “Fede, contanos por qué este color”. Le parecía muy curioso

¿Cuántos años tenías vos?

Yo tendría 24, por ahí. Estaba fascinado con toda la movida de Seattle de esa época del rock y veías a los Alice in Chains con los pelos azules, al de Café Tacuba con el pelo rojo y dije "ta, vamo para ahí".

Y al mediodía llegaba la gente del fútbol y te los cruzabas.

Exacto. Yo salía al mediodía y me quedaba "guaseando" ahí en la radio.

¿Cómo era la relación con Alberto Kesman?

Buenísima. Siempre me fascinó el personaje de Kesman. Para mí, es un cantante de heavy metal que relata fútbol. Si alguien lo ve relatar, ve que es muy particular. Una cosa es escucharlo y otra verlo ahí. Tengo el recuerdo de estar en una transmisión de fútbol en Rivera con cero grados, todo el mundo de campera hasta la nariz y el tipo de bermudas, de remera de manga corta y chorreando agua. Parado, con el micrófono en la mano, con la actitud tal cual de un cantante de metal, a los gritos. Relata muy fuerte. Eso siempre me impactó. Es un tipo al que yo quiero mucho porque siempre tuvimos muy buena relación.

¿Cómo llegó el jingle?

Yo tenía un compañero en Universal, Daniel de León, actual movilero de canal 12, con el que siempre hacíamos muchos chistes. Había mucho humor en esas madrugadas de la radio. Con el tipo siempre hacíamos letras, inventábamos canciones. Le hacíamos una a Rafa Velazco, que era el histórico vestuarista de Universal, o a Morás. Siempre de joda. Un día, se nos ocurrió hacer una que describiera el proceso que hay detrás de una transmisión de fútbol. La hicimos y esa letra quedó. Al tiempo, vino Martín Kesman, se la mostramos y le gustó. Se la mostró al padre y también le encantó. En un momento, yo me quería ir de viaje y no tenía plata. Yo sabía que Kesman tenía canje de pasaje. Entonces, fui y grabé eso y se la mostré a Alberto. Le dije: “mirá, yo me quiero ir a tal lado. Tengo esto. Si a vos te gusta, hacemos eso. Yo no quiero plata, sólo unos pasajes a como dé lugar”. Estuvo de acuerdo y se puso a escucharla. Le gustó mucho y paró la transmisión. Estaban pasando música folklórica. Dijo: “Señores, escuchen esto. Esto lo hizo Federico, un operador de acá”. Ahí empezó todo.

¿Él sabía que vos cantabas?

Él sabía que yo era rockero pero no mucho más. Mirá, de los pocos mensajes que tengo guardados en el celular es un mensaje de Kesman de cuando gané un Premio Iris, que me escribió para felicitarme.

Es increíble cómo describías recién el relato. Muchas veces se pierde eso. Es muy uruguayo eso de relatar con esa bestialidad gestual.

Para mí, Kesman también es parte de una generación de tipos que ya no hay, con esa cosa de barrio, tanguero...

El pelo pintado lo aceptó de casualidad (risas)

No (risas), esa etapa estuvo buena.

Miguel Ángel Dobrich: ¿Es injusto sostener que con los años has ido perdiendo oscuridad en tus composiciones?

Podríamos decir que sí. También, es algo un poco buscado. Con los años, uno empieza a analizar qué ha hecho. Empecé a mirar y me parecieron un poco serias de más mis canciones o “mi obra”. Sobre todo, el primer disco de Socio es bastante jodido. Es un disco que, básicamente, está despidiendo gente: mujeres, abuelas, amigos...

Pero ahora hay un importante salto de luz.

Sí. Igualmente, “Aurora” tiene algo de eso. Si bien hay canciones que lo logran, digamos, también hay un poco de eso en: “Desarmados”, “Se vino la noche”, “Invierno”.

En el nuevo disco que se viene, ¿ya hay algo en lo que estás trabajando, para saber por dónde va a ir?

Creo que el disco nuevo, se aleja bastante de eso

Aclaramos que con “el disco nuevo” no nos referimos a este de versiones y remixes, que fue editado hace poquito tiempo, sino al que se va a editar a mitad de 2014.

Exacto. Ese disco intenta dar un paso realmente grande, es decir, alejarse de eso. Digamos que es una necesidad vital mía. Es un disco en el que yo siento que logré distanciarme de eso. Fue una búsqueda personal. Va a tener canciones -que ya existen- que yo no tengo en mi repertorio. Algunos tipos de canciones, o velocidades de tema, acordes, melodías que nunca hubo, como es el caso de "Fan de Faith No More". Fue el puntapié. Fue el momento en el que dije “esto era lo que yo necesitaba y quería: poder cambiar esa pisada”. No es un disco que esté despidiendo gente, sino que está celebrando llegadas. Quizás, lo que despide son encierros personales como trabas, traumas, pero no gente: está celebrando la llegada de gente. A mí me pone muy contento. De hecho, en los ensayos con la banda, pasa que me dicen “che, qué bueno está este tema”. Ese tipo de energía es la que está pasando en los ensayos. Siempre me gusta traer un tema a la banda y ver qué es lo que ellos dicen. Son las personas que van a tocar ese tema durante mucho tiempo, entonces, es muy importante.

Si tienen que criticarte, ¿te lo dicen también?

Sí, es más, fue una de las cosas que me dijeron cuando empezamos a hacer reuniones para hacer el disco nuevo. El Checo (el bajista, Enrique Anselmi) me dijo “estaría bueno que consiguieras cantar otra cosa, otro tipo de melodía. Vamos a disfrutar un poco más”. Fue algo que a mí me quedó. El Checo es un amigo. Yo confío mucho en las cosas que me dice, sé que me quiere mucho. Él me lo dice del lado musical pero, en realidad, sé que me está diciendo otra cosa como “estaría bueno que disfrutaras un poco más de esto”.

Así que, sos permeable. Porque yo pensaba que cuando uno es compositor, como vos, que también ha ejercido su rol como productor, quizás sea un “control freak” que quiera que todo sea perfecto y ser quien toma todas las decisiones.

Esa es una de las cosas que están quedando atrás. Siempre fui un poco así pero a esta banda que está tocando ahora le dejo dar mucha opinión. Me encanta que ellos vengan y den sus ideas. Todo el mundo puede opinar y yo, realmente, dejo que ellos opinen. De hecho, estoy cambiando bastante la manera de componer. Los discos anteriores de Socio se armaron en una computadora y después se mostraron a la banda. Se grabaron de manera piramidal, es decir, todo separado y, después, se tuvieron que aprender de nuevo. En cambio, este disco lo estamos haciendo en la sala. Yo traigo un estribillo, una estrofa, una melodía y, en la sala, cambian los acordes, los tiempos, las melodías. El proceso es totalmente diferente.

Funcionan más como banda.

Exactamente.

¿Es cierto que sos como James Brown que cuando alguien de la banda se equivoca, les descontás el sueldo?

(Risas) ¡No, para nada! Yo, de hecho, le erro bastante y he aprendido a reírme de eso. Antes sufría bastante los toques en vivo. Quizás era eso del “control freak”. El estudio de grabación era el lugar seguro y tocar en vivo era un poco pesado para mí. A partir del año pasado, empecé a disfrutar mucho. En el último toque me sorprendían los gritos, tipo James Brown (risas). Me di cuenta de que estaba disfrutando mucho de tocar en vivo.

Joel Rosenberg: Tienen que pensar que el 90% de los que vamos somos unos asnos que no nos vamos a dar cuenta del 98% de los errores.

Miguel Ángel Dobrich: Además, capaz que somos asnos que estamos con sustancias (risas).

Joel Rosenberg: O la adrenalina propia del recital. Estás enloquecido. Los músicos se piensan que uno se está dando cuenta de ese error y uno no tiene ni idea. Acá llega un mensaje: “Fede, decís que sos una mezcla de rockero y cantante melódico. Ya está: sos el Chris Cornell uruguayo”

Miguel Ángel Dobrich: Es un lindo elogio, ¿no?

Federico Lima: (Risas) Lo es. Es un tipo que yo escuché mucho cantar.

Joel Rosenberg: Acá hay otro que dice: “yo fui chofer de este grande en Brasil. Excelente “Gris”. Sin palabras “Desarmados” con Maia Castro y “Wolf y vos”. Firma: Pablo, el chofer de Mono Roots”. ¿Qué fue esto? ¿Una gira?

Federico Lima: Mono Roots es una banda que yo no integré, yo era el sonidista. Son miembros de No Te Va Gustar, algunos de Congo y el Checo también está. Fue un verano que nos fuimos todos en una camioneta a Ferrugem a tocar allá. Mucha canción de Socio salió de ese viaje, sobre todo del primer disco: “Nos fuimos estrellando”, “Peatón”, entre otras. Me acuerdo de estar en la casa tocando la guitarra y armando todas esas canciones. Pablo era uno de los dos choferes. Eramos doce personas en una camioneta más la amplificación e instrumentos. Una aventura, realmente.