Ricetto y El Corsario, nuestro privilegio

“Si bien uno sabe que la perfección no existe estás rodeada de espejos las 24 horas”, reconoció la bailarina María Noel Riccetto, días antes del estreno de El Corsario. Un espectáculo de ballet que se presentará en abril en el Auditorio Nacional del Sodre y que según su protagonista “parece traído de afuera".

Actualizado: 29 de marzo de 2014 —  Por: Redacción 180

Ricetto y El Corsario, nuestro privilegio

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En abril se estrena “El Corsario” en el Auditorio Nacional Adela Reta, una historia de piratas que tiene como protagonista a la reconocida bailarina María Noel Ricceto. En los últimos días de ensayo conversó con No toquen nada sobre los detalles.

Riccetto confesó que pese a su experiencia arriba del escenario, espectáculo tras espectáculo lo que se repite es la ansiedad previa al estreno. “Ese nervio nunca cambia. También depende mucho del título que estés estrenando porque hay cosas en las que uno se siente más a gusto o que le van mejor que otras. Entonces si es un ballet un poco más difícil, con más cosas técnicas, ahí se complica más y el nervio es un poquito mayor”, relató.

En tres actos, la obra narra la historia de Medora, una odalisca que es apresada por Lankedem, un vendedor de esclavas, para después ser vendida a Seid Pachá. Luego de traiciones, fugas y aventuras es salvada por el Corsario Conrad quien llega a la costa Griega, ocupada por los turcos, al naufragar su barco.

“Para los primeros bailarines hay un desgaste físico importante, es un ballet súper virtuoso en el cual tenés que estar preparado para saltar, para girar, para hacer de todo” contó Ricceto y agregó que “en materia de actuación de repente tiene menos carga, pero físicamente demanda mucho más”.

Sin embargo, la bailarina se considera una artista más “clásica”. “Me gustan más los dramas y la actuación, entonces tengo que estar el triple de concentrada que para otro ballet”, aseguró.

Al contrario de lo que muchos pueden pensar, Riccetto afirmó que al haber hecho su carrera afuera y por su experiencia en el American Ballet de Nueva York, la “presión” al subir a un escenario en Uruguay es mucho mayor que fuera del país. “La gente espera muchísimo más. También es un poco algo personal, pienso que la gente piensa que necesito hacerlo 10 veces mejor a como lo hice la última vez”, explicó la artista.

“Si bien uno sabe que la perfección no existe, estás rodeada de espejos las 24 horas, entonces tratás de que todo te salga excelente y hay veces que hay que reconocer que uno no es una máquina”, afirmó.

El Corsario se estrenó en Montevideo en 2011 con producción de Washington, pero esta vez se lanza con producción nacional. La escenografía y vestuario a cargo de Hugo Millán “parece traída de afuera, es un privilegio decir que es nuestro”, alentó Riccetto.

Del otro lado del escenario

La danza y el ballet resurgen en Uruguay de la mano de un público que crece. En 2013 el Ballet del Sodre vendió más de 60 mil entradas solo en Montevideo. Un cambio que, según Riccetto, “lleva el nombre de Julio Bocca a la cabeza” que logra “popularizar la danza”.

La bailarina señaló que el público de danza y ballet siempre existió, pero “lo que había a disposición para el espectador no era lo mejor” y que la llegada de coreógrafos internacionales y producciones extranjeras revirtió la situación.

Además, destacó que el precio de las entradas en el Auditorio Nacional, en relación a la calidad de los espectáculos que se ven, es accesible para todo tipo de público.

Incluso los niños ocupan muchas de las butacas del teatro en cada obra y Riccetto reconoce que los espectáculos que se están haciendo son “amigables” para este público.

“Me pasó cuando hicimos Cascanueces. Dos por tres me gusta ir a la platea, sentarme y ver el espectáculo de frente; y era un goce ver a niños bailando durante el espectáculo, o en el entre acto, levantando los brazos, increíble. Es una manera de acercar y de que el niño tenga contacto con algo cultural”, expresó la artista.

Recordó, entonces, su etapa de niña y el “sacrificio” de esos años. Entró a la Escuela Nacional de Danza a los 8 años y mientras sus amigas se juntaban después de clases a hacer los deberes, ella se iba a ballet. “Tenía que ir al colegio de moño y para mí era una vergüenza, porque salía rapidísimo y entraba a clases en la Escuela de Danza”, contó Riccetto.

De grande, “cada vez que volvía de Estados Unidos era como ‘Santo Dios, yo me estoy poniendo las puntas y todas mis amigas están con unas panzas de nueve meses’”, añadió. Con muchos años de terapia hoy entiende que “no es renunciar sino posponer”.

Las funciones son entre 3 y el 16 de abril. De martes a sábados a las 20 horas; y los domingos a las 17.