La anécdota que pinta a China de cuerpo entero

Una día China Zorrilla le prestó 37.000 dólares a un taxista que ocho años más tarde apareció en su casa para devolvérselos. “Por uno solo que te devuelva lo que le has prestado vale la pena la cantidad de personas que no me han devuelto’”, dijo China a sus amigos.

Actualizado: 17 de setiembre de 2014 —  Por: Redacción 180

La anécdota que pinta a China de cuerpo entero

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Carlos Perciavalle contó una anécdota que demuestra cómo era China Zorrilla, quien falleció este miércoles a los 92 años. Un día, China había cobrado 40.000 dólares de un juicio y a Perciavalle lo llamaron para decirle que intentara sacarle al menos la mitad del dinero, antes de que se lo prestara a alguien. “Vos sabés como es China con la plata”, le dijeron.

“Cuando bajó del taxi le dije que necesitaba plata porque mi hermano tenía un problema impresionante. Le dije que precisaba que me preste 20.000 dólares. Pero ella me dijo que no los tenía. Yo le decía que cómo no los tenía si le acababan de dar 40.000. Entonces abrió la cartera y me mostró que le quedaban 3.000 nada más. Yo le pregunté qué había hecho con los otros 37 y me contestó: ‘se los presté al taxista’".

China contó que cuando se puso a hablar con el conductor, se enteró que tenía su casa hipotecada y se la iban a rematar porque no tenía los 37.000 dólares. Perciavalle relató lo que siguió: “Ella abrió la cartera y le dio los 37.000 dólares. Le dijo: ‘usted me los devuelve cuando pueda, no se preocupe’".

Ocho años después, según contó Perciavalle, estaban jugando a la canasta en la casa de China y sonó el timbre. “Estábamos jugando a la mañana y viene la mucama uruguaya y le dice que la buscaban. China fue y cuando volvió la veo contando 35, 36, 37… Y dijo: ‘miren, ¿se acuerdan aquel taxista que yo le presté 37.000 dólares? Me los vino a devolver. Me dijo que no vino antes porque había tardado todos estos años en juntarlos. Por uno solo que te devuelva lo que le has prestado vale la pena la cantidad de personas que no me han devuelto‘”.

“A todos se nos caían las lágrimas porque ella estaba tan contenta... Seguro que al minuto se lo prestó a otra persona”, comentó Perciavalle.