Un golpe de autoridad

Uruguay derrotó 2 a 1 a Chile en Santiago. Los locales ganaban y bailaban a la Celeste pero Diego Rolan, el mejor de la cancha, empató al final del primer tiempo y en el segundo los de Tabárez cambiaron la forma de jugar, incomodaron a Chile y lo ganaron con gol de Álvaro González.

Actualizado: 19 de noviembre de 2014 —  Por: Diego Muñoz

Un golpe de autoridad

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Los de rojo tocaban la pelota entre ellos mientras los de celeste corrían. La gente gritaba “ole, ole, ole” en las tribunas. Había un baile en el Monumental de Colo Colo. Chile hacía lo que quería ante un Uruguay incapaz de tener la pelota, descoordinado para marcar y raquítico en ataque.

El gol de Alexis Sánchez a los 24 era consecuencia de la abrumadora superioridad de los locales. Los de Sampaoli tenían juego por los extremos y por el medio, jugadores que no ocupaban posiciones fijas para atacar y que limitaban al adversario con una asfixiante presión alta a la hora de defender.

En un deporte en el que defensa se asocia a repliegue, los trasandinos rompían con la lógica. Al perder la pelota, en lugar de retroceder se adelantaban para asfixiar a Uruguay. Como si la pelota les perteneciera y no estuvieran dispuestos a compartirla, se movían en armonía para tejer una red perfecta que no dejaba a la Celeste otra alternativa que un pelotazo.

Chile inhibía la salida uruguaya, que quedaba limitado en su propio campo, sin poder de decisión sobre dónde jugar el partido, obligado a reventar el balón o a pasarlo con toques veloces que terminaban con una entrega al rival. Entonces Chile se quedaba otra vez con la pelota y volvía a atacar.

Uruguay no podía hacer nada. Corrían Edinson Cavani y Rolan en busca de una pelota que caía a 10 metros de donde estaban, intentaban proyectarse sin éxito Carlos Sánchez y Cristian Rodríguez, trataba de llevarla Nicolás Lodeiro. Todos los esfuerzos eran en vano.

El equipo de Tabárez la pasaba horrible en el campo. Pero como un viejo sabio, harto de escuchar las historias inverosímiles de los más jóvenes, se levantó y golpeó la mesa.

En la última jugada del primer tiempo Gary Medel cometió una falta innecesaria sobre Álvaro Pereira que le permitió por primera vez a Uruguay posicionarse en el área rival. Palito y Cavani se pelearon con Medel, hubo empujones y discusiones y la Celeste sacó rédito. Sánchez levantó con perfección y Rolan, descuidado por la defensa rival, saltó solo para anotar de cabeza el inmerecido empate.

Rolan no solo anotó el gol de la igualdad y dio el pase para el de la victoria. Se sacrificó por el equipo, generó peligro siempre y fue el mejor futbolista de la cancha. El ex Defensor empieza a ser la alternativa de Suárez.

La segunda parte fue distinta. Uruguay hizo del amistoso un partido a muerte. El juego se ensució, se entreveró, se peleó. Cortó los circuitos futbolísticos de los locales con firmeza extrema y llevó el partido a un pico de tensión que lo benefició.

Chile se sintió incómodo en el campo. Ya no tuvo libertades ni fue eficaz con su presión. Uruguay detectó que los espacios estaban en otro lugar de la cancha y los empezó a aprovechar para saltear la presión.

El ingreso de Guzmán Pereira para acompañar a Egidio y el adelantamiento de Lodeiro a la posición de enganche, por un lado privilegió la marca en el medio y por otro partió al equipo que se volvió más peligroso.

El desahogo permitió que Uruguay eligiera el lugar para mandar por aire la pelota. Parece un detalle pero resultó muy importante. El decidir pegarle hacia delante y no el tener que pegarle, permite escoger en qué sector de la cancha dividirla y con qué jugadores hacerlo. Uno de esos pelotazos lo bajó Abel Hernández, lo peleó Rolan y lo definió Tata González.

El segundo gol aniquiló a Chile, que se quedó sin ideas para revertirlo e incluso Uruguay pudo aumentar con un par de contragolpes bien armados por Gastón Ramírez.

Los de Tabárez se vuelven de Santiago tranquilos. Saben que siguen siendo un equipo capaz de salir de situaciones difíciles. La victoria de Uruguay también deja la pregunta sobre si Chile podrá cargar con la presión de ser local y favorito en la Copa América 2015.