Debate migratorio calienta la carrera hacia la Casa Blanca

Los efectos de la regularización de personas indocumentadas anunciada por el presidente Barack Obama podrían sentirse hasta 2016, y los aspirantes a la Casa Blanca ya fijan posición sobre el tema de la inmigración, clave para el creciente número de votantes latinos.

Actualizado: 25 de noviembre de 2014 —  Por: Redacción 180

Debate migratorio calienta la carrera hacia la Casa Blanca

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Rompiendo su prudencia habitual, la exsecretaria de Estado Hillary Clinton solo esperó unos minutos tras la alocución de Obama para enviar un raro comunicado en el que respaldó sin ambigüedades el plan del presidente.

"Apoyo la decisión del presidente de comenzar a arreglar nuestro deshecho sistema migratorio y dedicar los limitados recursos a deportar a los criminales y no a las familias", dijo Clinton, quien, sin anunciarlo oficialmente, prepara su segunda candidatura presidencial, tras ser derrotada en 2008.

Una eventual rival en las primarias del Partido Demócrata, la senadora de izquierda Elizabeth Warren, también hizo frente común con Obama, y acusó a los adversarios republicanos de bloquear en el Congreso las iniciativas de reforma migratoria.

Frustrado tras el fracaso en la cámara baja de un proyecto de reforma aprobado en el Senado, Obama anunció el pasado jueves medidas que protegerán de la deportación a unos cinco millones de inmigrantes indocumentados.

Los beneficiarios del programa recibirán a partir de la próxima primavera boreal un permiso de trabajo por tres años y, por tanto, válido hasta 2018.

El sucesor de Obama asumirá el poder en enero de 2017 y no podrá evitar pronunciarse sobre la eliminación o la renovación del programa y, por ende, sobre la suerte de los indocumentados cuya situación quedará regularizada en ese periodo.

División republicana

El Partido Republicano está dividido sobre qué hacer con los 11 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos.

Los dirigentes del partido y los legisladores moderados abrieron en 2013 tímidamente la puerta a una legalización gradual, e incluso al acceso a la ciudadanía.

Los republicanos calculan que para conquistar la Casa Blanca su candidato debe seducir a más votantes latinos que en 2012, cuando solo 27% votó por el republicano Mitt Romney.

Para el creciente electorado latino, determinante en las victorias electorales de Obama en 2008 y 2012, la inmigración es una prioridad.

Dos de cada tres estadounidenses latinos conocen un amigo o familiar indocumentado, y para 67% la inmigración era el tema principal en los comicios legislativos de inicios de noviembre, según encuestas.

"Nadie que prometa derogar estos decretos será elegido presidente en 2016", predijo en Twitter David Axelrod, exasesor de Obama.

Pero los más conservadores rechazan de plano una "amnistía" y prefieren hablar de reforzar la extensa frontera con México.

Sin consenso sobre el fondo del asunto, los republicanos se concentran en indignarse por lo que consideran un abuso de poder de Obama, quien a sus ojos escogió hacer por decreto lo que solo es posible a través de una ley del Congreso.

"El presidente Obama no está por encima de la ley y no tiene derecho a decretar una amnistía", dijo el senador Rand Paul, un favorito de la tendencia ultraconservadora Tea Party para 2016, sobre el plan de Obama de proteger de la deportación a inmigrantes sin papeles.

"No me pondré a un lado ni dejaré que el presidente eluda al Congreso y nuestra Constitución", añadió.

Rechazar el plan de Obama enconaría al electorado latino contra Paul y, sin embargo, para ser el candidato del partido, los aspirantes republicanos deben superar la prueba de las primarias, en las que el apego a los valores conservadores resulta decisivo.

El ala derecha de los republicanos planea en el Congreso represalias presupuestarias, pero la estrategia podría provocar un cierre administrativo del gobierno, un riesgo para la imagen del partido, que en enero controlará las dos cámaras legislativas luego de una apabullante victoria en las elecciones parlamentarias del 4 de noviembre.

Otros dos republicanos con la vista en la Casa Blanca, el senador Marco Rubio y el exgobernador Jeb Bush, ambos de Florida (donde 23% del electorado es hispano), se ubicaron en 2013 en el campo de los reformadores.

Bush dijo que las medidas de Obama son "desacertadas", pero también señaló en un comunicado que la "acción debe venir en forma de una reforma integral bipartidista aprobada en el Congreso".

"Debemos demostrarle a los estadounidenses que somos el partido que aborda los desafíos serios y construye amplios consensos", añadió.

(AFP)