El Programa Mundial de Alimentación de las Naciones Unidas (PMA) anunció esta semana que se vio obligado a suspender la entrega de cupones de comida a más de 1.700.000 refugiados sirios en países vecinos como Jordania, Líbano, Turquía, Irak y Egipto.
Los refugiados utilizan los cupones para comprar comida en tiendas locales, pero la financiación de donantes debió cortarse lo cual desató una alarma internacional; y el PMA lanzó una campaña de 72 horas para recaudar 64 millones de dólares que permitan restablecer los cupones en diciembre.
El director de coordinación humanitaria de Naciones Unidas en Siria, Raúl Rosende, dijo a No toquen nada que la mayoría de la población refugiada siria se encuentra en Turquía, donde se calcula hay alrededor de un millón y medio. También en el Líbano se refugian otro millón de personas.
Rosende indicó que esta crisis financiera “es un problema muy serio desde el punto de vista humanitario” y que “si no se les proporciona alimentación muchos de ellos estarán en peligro de muerte”.
“Esto está ocurriendo en invierno, en el hemisferio norte ya estamos en invierno, en Turquía las condiciones invernales ya son muy duras, hay zonas donde está nevando, temperaturas de bajo cero en muchas zonas; y esta gente muchas veces vive en carpas y están en una situación muy precaria; ahora peor que antes”, explicó Rosende.
El corte de esta ayuda aumenta además la carga sobre el país receptor, en este caso Turquía, afectando su economía.
Rosende señaló que hay tres niveles de personas afectadas por guerra. Los refugiados en otros países; los desplazados internos, que se escapan de sus casas pero no cruzan la frontera, sino van de Damasco a Aleo por ejemplo; y los que se quedan en sus casas. “En las dos últimas categorías el acceso humanitario dentro de Siria es muy difícil a raíz de la violencia, de la inseguridad; y la nueva variable que apareció hace unos cuatro meses del Estado Islámico que tiene una agenda fundamentalista, muy radical y que restringe grandemente las operaciones humanitarias de la ONU”, detalló.
Las zonas de mayores conflictos se ubican en la frontera con Turquía y con Irak; y uno de los epicentros clave del conflicto es la ciudad de Alepo. “La tragedia en Siria no es solamente la pérdida de vidas humanas sino la pérdida de patrimonio histórico y Alepo es un ejemplo de esto”, puntualizó Rosende.
Los actores principales son el gobierno y su ejército, el Estado Islámico y una oposición más moderada que le llaman el ejército libre; pero además hay un montón de otros grupos y pequeñas bandas involucradas que “hacen que la posibilidad de una solución negociada de la guerra sea mucho más difícil”, aseguró Rosende.
“La guerra en Siria, y es una característica de las guerras modernas, no son guerras entre dos actores, gobierno y guerrilla como era el caso en los 70’, son guerras anárquicas y caóticas en las cuales hay una enorme diversidad y un alto número de actores armados”, reafirmó.
Rosende manifestó que la guerra en Siria “ha ido cada vez peor, cada vez con más intensidad y con más violencia, violaciones masivas a derechos humanos y persecución religiosa” y que “en estos momentos es la peor tragedia humanitaria en el mundo aun tomando en consideración tragedias en África, Congo y otros lugares”. El número de muertos alcanza las 200.000 personas.
“Lo que empezó siendo un conflicto político entre Asad y la oposición, ahora lamentablemente ha degenerado en una suerte de conflicto étnico en la cual mucha gente es perseguida por ser cristiano o por ser musulmanes sunitas o chiitas, por la raza, árabes o curdos”, describió Rosende.