Seis meses de "aprendizaje" con AntelSat

El AntelSat, el primer satélite experimental uruguayo, cumple hoy seis meses en órbita. “La intención concreta es seguir con la línea de investigación en satélites”, dijo a No toquen nada el coordinador del proyecto, Juan Pechiar, quien opinó que el AntelSat durará por lo menos dos años.

Actualizado: 19 de diciembre de 2014 —  Por: Redacción 180

Seis meses de "aprendizaje" con AntelSat

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El AntelSat es una caja de 10 por 20 centímetros y dos kilos de peso, se comunica con la tierra a través de telegrafía en clave morse.

Fue lanzado el 19 de junio desde la base de lanzamiento rusa de Yasny. Fue creado por profesores y estudiantes de la Facultad de Ingeniería y desde su lanzamiento es operado por Antel.

Juan Pechiar, coordinador del proyecto, recordó cuál es el objetivo. “Es un satélite chico, no tiene misión comercial. Hay gente preguntando si esto va a mejorar la cobertura del celular en el interior del país, no, esto nunca tuvo función comercial, la función era de formación de capacidades y eso lo logró con creces porque tenemos algo que calificó para el espacio y fue lanzado con éxito y está funcionando”, señaló.

El satélite pertenece al estándar Cubesat de satélites experimentales. Fue desarrollado por la Universidad Politécnica de California y es el estándar que utilizan las universidades.

La Facultad de Ingeniería compró el armazón de Cubesat y los paneles solares, que no se fabrican en Uruguay. El resto del hardware y software fue construido entre la Facultad de Ingeniería y Antel.

La facultad creó lo que se conoce como la aviónica del satélite (los controles) y Antel la carga útil (dos cámaras de fotos y dos transmisores).

El satélite pasa cuatro veces por día por el cielo uruguayo. Dos veces al mediodía y dos veces a medianoche. Los ingenieros uruguayos tienen 10 minutos para comunicarse con el satélite por pasada.

Pechiar dijo que lleva tiempo calibrar el satélite y hacer que todo funcione. “Cuando sale el satélite del horizonte uno tiene que hacer un montón de operaciones de mantenimiento, recabar datos de telemetría, ver cómo está, y después, arriba de eso, es la operación prevista para esa pasada. Por ejemplo, tomar fotos o hacer una prueba del sistema de control de altitud, o bajar datos de registro para estudiar cómo estuvo andando. Esos 10 minutos pasan rápido, especialmente cuando hay malas condiciones de comunicación”, explicó.

“Esto hace que la operación sea lenta. Hay que operarlo con mucho cuidado, está lejos, no puedo ir a arreglarlo, entonces si meto la pata lo rompí”, agregó.
La puesta a punto del satélite, hacer que todo funcione, es lo que están aprendiendo los ingenieros.

Uno de los problemas que tuvieron fue con la administración de energía. Los parámetros con que fue programado el satélite en la tierra no eran los más adecuados para que los paneles solares reciban la mayor cantidad de luz posible en la órbita en la que cayó.

El ingeniero explicó que tuvieron que modificar la configuración del satélite para que aproveche mejor la energía.

“Durante los primeros meses sobraba la energía porque no estábamos haciendo mucha operación. No había problema, pero a medida que empezamos a usar más el satélite y a medida que fue pasando el tiempo, eso empezó a ser más fino, vimos que se necesitaba ajustar todo el tema de energía, lo pusimos en modo de bajo consumo, es decir, dejar de transmitir, e incluso a veces dejar de recibir, porque las radios también consumen”, contó.

Uno de los hitos del proyecto era conseguir que el satélite enviara fotos tomadas desde el espacio. Tiene dos cámaras de cinco mega pixeles.

Pechiar dijo que se logró recibir fotos en muy baja resolución y se está investigando cómo recibir las fotos en mejor calidad. “Estamos transmitiendo en un sistema de muy baja resolución, son 320 píxeles de lado, que se llama SSTV, es un sistema re contra estándar. Estamos haciendo la prueba de que todo anda; el próximo paso es poner a andar la transmisión en banda S (2,4 gigas) que es mucho más desafiante que las otras”, señaló.

La experiencia está dejando varios aprendizajes que se pueden aplicar en Tierra y dijo que ya se han abierto nuevas líneas de investigación. “El tema de energía es muy complejo porque se dispone de muy poca y hay que usarla muy bien. Ese es un tema de investigación que sigue para aplicaciones en tierra, hoy en día uno piensa en aparatitos tirados por todos lados, internet de las cosas, redes de sensores, ¿y quién los alimenta? No voy a poner un cable con 220 a cada cosa”, dijo Pechiar.

El convenio entre Antel y Facultad de Ingeniería terminó en junio con el lanzamiento del satélite. Para desarrollarlo y lanzarlo Antel invirtió 695 mil dólares.

La fase de operación no fue prevista en el convenio y la Facultad de Ingeniería no tiene recursos para operarlo. Por eso Antel se hizo cargo de la operación. Contrató a tres de los ingenieros que trabajaron en el proyecto, entre ellos al coordinador Juan Pechiar.

“Yo había tirado de guapo dos años”, dijo Pechiar sobre la duración que puede tener el AntelSat. “Tiene muchos módulos independientes y mucha redundancia, está previsto que no se rompa de una. Eventualmente se va a romper, por los cambios de temperatura, porque las baterías se van dañando, los paneles solares también. Está claro que se va a romper. No es algo tan sobredimensionado como un satélite de comunicaciones que se hace para 20 años. Acá es todo muy chiquito, son dos kilos de peso. Cada vez vamos a poder hacer menos cosas. Que el satélite siga vivo diciendo 'acá estoy', yo sigo jugándomela a un par de años”, señaló.

Alicia Cuba, gerenta de innovación de Antel, dijo que están analizando lanzar un segundo satélite pero una vez que hayan hecho todos los aprendizajes con el primero. “No hay ninguna fecha determinada. Este es un proceso complejo. Para un segundo satélite lo que nos interesa es evaluar cómo es el proceso de aprendizaje. Hay cosas que hasta que no están probadas no sabemos cómo modificarlas”, señaló.

“La intención concreta es seguir con la línea de investigación en satélites”, dijo Pechiar.

Con base en un informe de Gabriel Farías para No toquen nada