Diego Muñoz

Un problema de "cabecitas"

“Sí, doctor”, “es exactamente como usted dice”, “está haciendo una radiografía perfecta de la realidad”. Son tres frases reiteradas durante años por cada uno de los entrevistados de Jorge Da Silveira. Y así se podría escribir decenas de frases obsecuentes más, que cada día a lo largo de cinco décadas han endulzado sus oídos.

Actualizado: 29 de enero de 2015 —  Por: Diego Muñoz

Opina de Mourinho, Guardiola, Messi, Suárez, Riquelme. De Tabárez, del Morro García, Peralta, el Pollo Olivera. De Ginóbili, Scola, Federer y Nadal. De cómo terminar con los violentos en el fútbol y cómo preparar un partido en la altura. En este punto también se podría continuar con inmuerables ejemplos.

Esto no lo exime de responsabilidades en el caso de Jonathan Rodríguez. Por supuesto que no. Pero las aseveraciones sobre el futbolista no son aisladas, no son de alguien que un día perdió el control de sus dichos y se pasó de la raya.

Siempre fue igual. Siempre habló de la “cabecita” de los jugadores cuantas veces quiso, con las pruebas que consideró suficientes. Salvo algún involucrado que decidió enfrentarlo, jamás nadie le dijo nada. Tampoco comunicados que exhortaran a no hablar con él y, menos todavía, con sus programas. Como si sus compañeros tuvieran alguna responsabilidad. Uno de los pocos que cortó el diálogo fue Luis Suárez, que se enojó con un comentario que el periodista deportivo hizo en el Mundial de Sudáfrica para canal 10 y no le habló más.

A Da Silveira casi todos le alimentaron el ego durante, apenas, 50 años. Francisco Casal lo eligió a él para hablar en medio de las amenazas que le había hecho a Sebastián Bauzá y de la negociación por los derechos para las Eliminatorias. Los dirigentes lo llaman para consultarle técnicos que piensan contratar, los entrenadores le confiesan cómo piensan jugarle al próximo rival.

Y el público también fomentó esa sensación de poder extralimitado. Fue la gente la que lo volvió el referente del periodismo deportivo, la que le dio la audiencia, la que repite sus opiniones y sus análisis.

Jugadores, técnicos, directivos, contratistas agigantaron la sensación de impunidad del Toto. Pegarle en el suelo hoy, suena oportunista. Se deberían haber dado cuenta antes.



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