Viaje al paraíso

Tabaré Vázquez y Raúl Sendic recorrieron los casi tres kilómetros que separan el Palacio Legislativo de la Plaza Independencia en una camioneta antigua, que fue el primer vehículo que tuvo el presidente de la República. 180 acompañó una caravana que pasó de la frialdad a la desmesura.

Actualizado: 01 de marzo de 2015 —  Por: Diego Muñoz

Viaje al paraíso

DANIEL CASELLI / AFP (Todos los derechos reservados)

 

De la calma al delirio en media hora. La frialdad del comienzo contrastó con el pico de felicidad en la llegada del presidente de la República a la Plaza Independencia. La temperatura fue en aumento desde que el primer vehículo que Tabaré Vázquez tuvo en su vida bajó del Palacio Legislativo con el presidente y el vice, Raúl Sendic, a bordo para recorrer los casi tres kilómetros hasta la Plaza, en la que miles de enfervorizados votantes esperaban el momento en el que José Mujica le traspasara la banda presidencial.

 

Subidos en la parte trasera de la camioneta acondicionada para la ocasión, Vázquez y Sendic no escatimaron gestos de gratitud. Sin perder la línea jamás. Con la corbata anudada, el saco puesto y los gemelos visibles en los puños de ambos. Hubo besos al aire, sonrisas, manos en el corazón, saludos y puños apretados.

 

La ola comenzó a tomar forma sin demasiados indicios de lo grande que sería un rato después. “Qué poca gente hay”, comentó un periodista. “Es domingo, está divino el día y es no laborable. La gente se fue para afuera, está en la playa o se quedó haciendo un asadito”, respondió otro.

 

Unas 200 personas esperaban, en el comienzo de Avenida del Libertador, por Vázquez y Sendic. Un grupo con banderas del Partido Comunista y remeras de la Unión Soviética sobresalía del resto, no solo por el rojo predominante sino porque eran los que más gritaban. Una voz advertía “Alerta, alerta” y el resto iniciaba la canción de cabecera: “Alerta, alerta, alerta que camina, el anti imperialismo por América Latina”. La mayoría tomaba mate aunque otros bebían botellas de agua mineral y de Coca Cola para sobrellevar el calor.

 

Las vallas amarillas impedían el paso hacia la rotonda del Palacio Legislativo mientras que cientos de voluntarios con remera blanca se preparaban para hacer una cadena humana que separara al presidente y al vice de la gente. “Somos todos de distintos sectores del Frente Amplio. Está bueno porque es ser parte en algún punto de un hecho histórico”, explicó a 180 Santiago, uno de los voluntarios. A su lado había otro joven voluntario, con un notorio tono italiano. “Soy comunista italo-uruguayo pero no doy declaraciones”, aclaró.

 

Sobre las 11:40 partió el vehículo con Vázquez y Sendic. Ambos saludaron a la gente que  le sacaba fotos y los filmaba. Recorrieron apenas dos cuadras hasta que se detuvieron frente a una bandera que decía “Basta de impunidad. Justicia para los crímenes de lesa humanidad”.

 

“Como cada vez que asume nuevo presidente estamos reclamando verdad y justicia. Una justicia que todavía no está porque si bien hubo un progreso no ha sido suficiente”, dijo a 180 Felipe, uno de quienes sostenían la pancarta.

 

Al grito de “se va a acabar la impunidad en Uruguay” la marcha siguió por Avenida del Libertador.

 

A pesar de que la cantidad de gente fue en aumento, seguía siendo poco el público que acompañaba la marcha. Los voluntarios separaban al público del presidente y del vice pero la distancia entre unos y otros era mínima. Por eso, Vázquez y Sendic escuchaban lo que la gente gritaba.

 

“Taba, buen gobierno”, gritó uno. “No te olvides de Progreso”, pidió otro. “Hoy nos bañamos todos Tabaré”, ironizó un tercero a propósito de los dichos del candidato a intendente de Montevideo, Ricardo Rachetti. Vázquez respondía con su mirada y con su sonrisa.

 

“Si te viera tu padre Raúl”, insistió varias veces una mujer que acompañaba el vehículo. “Vamos los canoteros”, “No te olvides de Paysandú”, sonaron en los oídos de un Sendic que no contenía su euforia.  

 

Presidente y vice se permitieron saludar también a la gente que salió a los balcones con banderas de Uruguay o del Frente Amplio.

 

Cuando la caravana tomó Río Negro para acceder a 18 de julio la ola estaba en su punto más alto. Ni rastros quedaba de aquella tranquilidad inicial. Ahora prevalecía la desmesura. En una calle mucho más estrecha, eran miles los que desafiaban al sol, al calor y a las vallas mientras los voluntarios sufrían para tratar de mantener la cadena humana.

 

El final de la caravana fue un tsunami. Gente que se abalanzaba sobre los voluntarios, integrantes de la Guardia Republicana entre medio, periodistas que intentaban un dato más para su crónica. Un verdadero pandemónium que pasó al olvido un instante después. Porque a metros nomás, en forma de prolijo estrado, a Vázquez lo esperaba el paraíso.