Joel Rosenberg

Números y delitos: el continuismo de la desprolijidad

La desprolijidad fue un sello en la elaboración y difusión de estadísticas de seguridad en el gobierno de José Mujica. Ahora, en el comienzo de la administración de Tabaré Vázquez, hay continuismo.

Actualizado: 06 de abril de 2015 —  Por: Joel Rosenberg

Desde la renuncia del director del Observatorio de violencia y criminalidad, Rafael Paternain, en 2010, el manejo de las estadísticas por parte del gobierno fue arbitrario, falto de rigor.

Un mes después de asumir Vázquez aparecieron dos datos oficiales sobre delitos que siguen la misma línea; los dos comunicados de prensa de la Unidad de Comunicación del Ministerio del Interior sobre el descenso de los delitos en Maldonado y Florida son de una imprecisión que raya el absurdo.

El comunicado sobre Maldonado menciona un descenso de las rapiñas en marzo de un 29%.

Dar cifras sobre un mes específico en un departamento es dar un dato parcial que puede llevar a muchos errores. Pero en este caso, además, se da una información de una baja de delitos en marzo y no dicen respecto a qué. No sabemos si es respecto a febrero de 2015 o a marzo del año pasado. No sabemos nada porque omiten algo tan básico como elemental: informar con respecto a qué aumentó o disminuyó.

El comunicado tiene, además, un fragmento que podríamos calificar de pintoresco donde el jefe de Policía de Maldonado, Erode Ruíz, “admite” que su plan da éxito: “El jefe justificó la baja en estos delitos admitiendo la eficacia de los operativos Impacto”.

El dato de rapiña 0 en el mes de marzo en Florida, que aparece en el otro comunicado, es la nada. Pero, además, el jefe de Policía del departamento, José Chavat, arruinó con su sinceridad la pretendida buena noticia. En las declaraciones de Chavat, que estaban en el mismo comunicado, reconoció que no hubo rapiñas pero aumentaron los arrebatos. Los arrebatos son una figura ambigua donde se entiende que hay violencia contra las cosas o los objetos. El arrebato queda entre el hurto (sin violencia) y la rapiña (hurto con violencia contra la persona) y muchas veces depende de la Justicia que un hecho sea calificado de una u otra manera.

Pero, más allá de la discusión de la calificación, Chavat relativiza el descenso de rapiñas al decir que, en el mismo maravilloso mes, aumentaron los arrebatos. La conclusión básica es que ni la cifra de un mes de rapiña 0 ni el aumento de arrebatos tienen ninguna importancia.

A estas imprecisiones y difusión de números nos acostumbró Eduardo Bonomi. El ministro de la cartera y su área de comunicación manejaron durante cinco años las estadísticas a su antojo, con la carencia de una metodología clara, transparente. La ansiedad siempre triunfó sobre el rigor en la administración pasada.

Y ahora hay continuismo en esa desprolijidad. Porque estos comunicados se emitieron ya en el gobierno de Vázquez y porque Vázquez uso la misma falta de rigor cuando, 10 días antes de las elecciones nacionales de octubre, prometió detener el aumento de las rapiñas y reducir en un 30% los hurtos y rapiñas al final del período. La promesa electoral escondía una trampa: juntar hurtos y rapiñas. Con este entrevero se puede lograr la meta aún sin bajar siquiera un 1% las rapiñas, solo con una reducción importante de los hurtos la promesa estará cumplida. Y el delito que genera inseguridad, el que crece sin que ningún gobierno lo haya podido detener es el robo con violencia, la rapiña.

Durante los dos gobiernos del Frente Amplio las denuncias de rapiñas consumadas (según los datos del Observatorio de Violencia y Criminalidad) saltaron de 8.352 en 2005 a 16.718 en 2013, un aumento del 100%. En el 2014 solo hay cifras del primer semestre: 9.522 rapiñas consumadas. Si se llega a repetir ese registro en el segundo semestre se estaría rondando las 19.000 denuncias de rapiña consumadas en el año. Sería un aumento de 127% de denuncias de rapiñas consumadas en los dos gobiernos del Frente Amplio.

Ahí están los números que Vázquez debe observar para atacar el tema de fondo. Ese ese el gran problema del Frente Amplio: detener el aumento de las rapiñas. Pero el presidente también deberá controlar la difusión de datos y cifras, porque acá hay un ejemplo de notoria desprolijidad donde Vázquez no solo avala, también participa.

Muchas veces la comparación de estilos entre Vázquez y Mujica se basa en la prolijidad, en la forma de conducción. Queda claro que nos siempre es lineal: el que improvisa de un lado y el metódico del otro. Acá es Vázquez el que se saltea el rigor en la información de un tema clave para la ciudadanía y su gobierno.  



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