La cordobesa musulmana que visitó a los ex presos de Guantánamo

Anissa bint Youssef Ibn Yusuf Zaid o Carolina Susana Díaz vino desde Argentina para conocer a los exdetenidos de Guantánamo que llegaron a Uruguay en diciembre de 2014.

Actualizado: 14 de abril de 2015 —  Por: Emiliano Zecca

La cordobesa musulmana que visitó a los ex presos de Guantánamo

(Foto: Emiliano Zecca) (Todos los derechos reservados)

La puerta está abierta. Muhammad Tahamatan se acerca a la escalera de la entrada y dice "hola". Con la cabeza parece preguntar "¿qué desea?". Él es uno de los ex detenidos de Guantánamo que llegó en diciembre de 2014 a Uruguay. Detrás de él hay una mujer vestida con una pollera que le cubre hasta los pies, una blusa que le tapa los brazos hasta las muñecas y un pañuelo que le cubre su cabeza. Solo se ve su rostro.    

"Mi nombre musulmán es Anissa y a mi apellido lo pude arabizar dándolo vuelta atrás. Usé el nombre de mi padre y de mi abuelo en árabe. Los dos se llamaban José, entonces, mi nombre completo es Anisa bint -'hija de'- Youssef, por José -mi padre-, Ibn -'hijo de'- Yusuf Zaid, que es Díaz al revés", dice ella.

Así se presenta Anissa bint Youssef Ibn Yusuf Zaid o Carolina Susana Díaz, una cordobesa musulmana que vino a Uruguay para visitar y traer textos a los seis exdetenidos de Guantánamo, que se alojan en una casa del PIT-CNT por la zona del barrio Palermo.

Ella trabaja en la biblioteca de filosofía y humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Se convirtió al islam el 8 de enero de 2010 y a través de contactos en Uruguay se comunicó con el PIT-CNT. Desde la central sindical la asesoraron para venir. Quería conocerlos y traerles textos que los ayuden en su adaptación. Los exdetenidos de Guantánamo se enteraron el mismo lunes de su llegada.

"Les traje un diccionario árabe-español, que me compré una vez y pensé que a ellos les iba a servir en estos momentos. Después traje algunos libros en inglés y dos CD, un sagrado Corán en árabe. Cualquiera puede acercarse y leerlos. A ellos los va a ayudar, porque cuando estuvieron detenidos no tenían acceso a nada. Entonces bueno, esto los va a fortificar", cuenta.

Muhammad es amable. Ofrece café, trata de comunicarse en español, pero domina más el inglés. No quiere dar entrevistas. Dice que no descansó bien y que le duele la cabeza, haciendo señas con su manos. Se retira. Otro de los exdetenidos, Abd al-Hadi Faraj, se queda. Escucha pero no habla ninguna palabra. Está sentado en un sillón, con auriculares puestos y una laptop apoyada en sus rodillas.

Díaz dice que los nota conformes y agradecidos. Ella tampoco domina muy bien el inglés, pero se comunicó con ellos en alemán, italiano, algo de árabe y español, porque "dos o tres lo entienden un poco". Siempre los trata de hermanos. "Están muy agradecidos, les gusta la gente, el PIT-CNT. Uno de ellos, de Siria, tiene una remera del PIT-CNT. La usa, anda contento con ella. Esto es una muestra de generosidad, cercanía y bondad entre los pueblos. Eso está bien, hay que respetar mucho al Uruguay por lo que ha hecho y al Pepe Mujica, un saludo grande de los musulmanes", dice.  

Díaz llegó a las seis de la mañana. Primero fue al PIT-CNT y después a la casa donde están los exdetenidos. Rezaron, comieron y pasó toda el día ahí hasta que se fue a las 18:30.

La casa es grande. Tiene un espacio central que se comunica con alguno de los cuartos y con el living. Hay un patio interno, un baño grande y dos habitaciones más. Algunas con camas cucheta. El living es el lugar elegido para rezar, hay sillones con tela cuadrillé en rojo y azul, y una mesa ratona grande en el centro.

Díaz se enteró de que les están por conseguir un lugar para que se hagan una casa y que tengan una mezquita para rezar. "A veces la gente cree que si alguien quiere construir una mezquita es porque viene una invasión musulmana y eso no es así. Uno puede tener un lugar de oración dentro de la misma casa de uno, hay que hacer un baño especial, que no es como los otros. Acá se reza. Prácticamente acá hay un mezquita porque había seis hombres rezando. Eso no es para que la gente se asuste y piense que va a ser una cosa enorme. Lo que necesitan es un lugar para vivir, porque los sacaron de su tierra y los torturaron física y mentalmente", expresa.  

La huelga de hambre de Jihab Deyab

Jihab Deyab es quizás el más mediático de los seis exdetenidos de Guantánamo. En febrero se fue a Argentina y dio una entrevista en Barricada TV. Vestido con un traje anaranjado, similar al que le obligaban a usar en la cárcel, dijo que no sabía si estaba en condición de refugiado en Uruguay y que siente que tiene una deuda con los que todavía están presos en ese lugar.

Después dio otra nota al Washington Post y anunció una huelga de hambre frente a la embajada de Estados Unidos en Uruguay. También pidió "a los gobiernos si pueden recibir más gente, más presos de Guantánamo para salvarlos, al menos de forma humanitaria".  

Deyab camina ayudándose con muletas, pero es visible que le cuesta trasladarse. Casi arrastra sus piernas. Desde el PIT-CNT dicen que cuando llegó tuvo una primera internación donde le informaron que tiene un problema en la columna. Pero no saben mucho más y la atención médica avanza hasta donde él los deja.

Deyab saluda con voz baja, casi no completa el "hola". Sale de su habitación, busca una caldera y se va a la cocina. Calienta agua y regresa a su cuarto. Díaz cuenta que casi no pudo hablar con él. Lo entiende y explica que para algunos es un proceso lento. "Habría que preguntarse qué le paso, por qué lo dejaron así. Tiene a su mamá en Argentina, ha pedido que le traigan a su familia de Siria. Ojalá pasé, pedimos a Alá para que eso sea así y yo he notado que él está con la expresión muy triste. En general, los hermanos tienen un expresión triste. Pero cuando uno viene y convive con ellos, sobre todo cuando viene un musulmán y le abren las puertas, conoce más sus costumbres. Otros no conocen esas costumbres. Yo podría hacer de nexo y por eso me ofrecí para que ellos puedan ir conociendo algunas cosas", dice.

Ella habló con alguno de los "hermanos" sobre la huelga de hambre de Deyab. Les dijo que el ayuno era un práctica laica, que como musulmanes no deberían hacerlo. Y les propuso otro camino para cuando estén mejor: que den conferencias y difundan lo que les pasó. "Sobre el ayuno hablé con uno de los hermanos, me agradeció que les recordara eso y que eso no se va a volver a repetir", cuenta.

"Discriminación" en la frontera: ¿Qué piensa de la AMIA?

Díaz estaba vestida de la misma manera que lo hace todos los días y dice que respeta todas las tradiciones musulmanas. Cuenta que la mujer, cuando está en edad de casarse (a partir de los 15 años), no puede ser tocada por un hombre. Por eso se pone guantes para dar la mano.

Viajó en ómnibus y en la frontera, cuando fue a cruzar para Uruguay tuvo problemas por "su aspecto".

"Crucé a las dos de la mañana y del lado uruguayo, me revisaron el bolso, me llevaron a otra habitación. Una mujer policía y un hombre policía me palparon el cuerpo y me hicieron preguntas fuera de lugar, como por ejemplo, qué pensaba yo de la voladura de la AMIA. Eso fue bastante discriminante", denuncia.

Al llegar a Montevideo le comunicó lo que vivió a los integrantes del PIT-CNT para que se lo planteen a los organismos de derechos humanos. 

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