El desafío de Bengoechea al llegar a Peñarol era poner en cancha un equipo competitivo, que ganara más de lo que perdiera, que definiera el título. Lo consiguió. Con seis puntos por jugar Peñarol tiene uno de ventaja sobre River y se perfila para campeón.
No era fácil tomar el equipo en las condiciones en las que Bengoechea asumió. El cargo quedó vacante luego de la traumática negociación con Diego Aguirre, el cuadro había quedado a 17 puntos de Nacional y el plantel parecía desmoronado.
Sobre las ruinas había que reconstruir al Peñarol del Clausura. Y el técnico lo logró. El ítem del juego fue una cuestión secundaria.
En esta parte del torneo esas características se profundizaron: Lo único que le importa al equipo y a su entrenador es ganar. Y ante Rentistas fue la muestra más elocuente.
En un partido insoportable, Peñarol venció 2 a 0. Al encuentro le faltó calor, ritmo, tensión. Fue monótono desde el primer minuto, sin jugadas para resaltar ni jugadores en gran nivel. Lo ganó casi por inercia el aurinegro, que fue el equipo con mayor ambición, más peso en el área rival y que contó con un par de futbolistas capaces de hacer la diferencia.
Con Gianni Rodríguez por Diogo Silvestre, contracturado, Peñarol salió a la cancha. En los primeros minutos quedó claro que el único equipo que buscaba el arco de enfrente era el que estaba de amarillo y negro. Solo con eso alcanzaba para dejar la sensación de que el primer gol era cuestión de minutos.
El carbonero encontró todo tipo de facilidades por el costado derecho de su ataque. Cada vez que atacó por ese sector, desbordó a su rival. Fue por allí que, sobre los 15 minutos, una buena jugada colectiva terminó con un pase de Zalayeta para Urretaviscaya quien entró al área y definió tres dedos para el 1 a 0.
Tras el gol, Peñarol perdió el apetito. Se sintió satisfecho con la ventaja y no hizo más nada por el partido. Rentistas era la nada misma, resignado al inclaudicable Ignacio Ithurralde, a la prolijidad de Anderson Silva y a la velocidad de Federico Laens.
El balón no circulaba con facilidad, los pases iban a los contrarios.
Peñarol tuvo hasta los 60 minutos para liquidarlo. Era cuestión de proponerse atacar a Rentistas y anotar un gol más que lo pudiera a resguardo. Pero permaneció imperturbable, impasible, ante la posibilidad de resolverlo.
Sobre el cuarto de hora, Rentistas se mostró un poco más comprometido con la idea de ir a buscar. Con poco, el ingreso de David Terans y Richard Porta, el equipo logró posicionarse más cerca del arco de Migliore.
Bengoechea mandó a la cancha a Hernán Novick, mimado por la tribuna luego de su gol clásico, y dejó a Zalayeta como único delantero. Pero siguió impreciso, sobre todo Luis Aguiar, a la hora de pisar el área.
A falta de 15 minutos Peñarol quedó con línea de cinco, ingresó Gonzalo Viera por Gianni Rodríguez y se retrasó a la banda izquierda Jorge Rodríguez, en una decisión de esas en las que ha insistido el entrenador.
Pero con cuatro por jugar Zalayeta puso todo su talento al servicio del equipo y liquidó el partido con un golazo.
