Uruguay ha invertido “mucho” en educación sin control de resultados

Uruguay y Argentina invirtieron mucho en educación, pero no hay resultados. Aplicaron políticas educativas con un modelo de “regar y rezar”, esperando que las medidas actuaran “por sí solas”.

Actualizado: 03 de agosto de 2015 —  Por: Redacción 180

Uruguay ha invertido “mucho” en educación sin control de resultados

(Adhoc ©Javier Calvelo)

Con base en un informe de Nausícaa Palomeque, de No toquen nada.

Esa es una de las conclusiones del informe “América Latina después de PISA, lecciones aprendidas de la educación en siete países”. Se trata de una investigación muy extensa que analizó las distintas políticas educativas aplicadas en América Latina entre 2000 y 2015, realizada por el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), una ONG argentina, de análisis e investigación académica.

Axel Rivas es coordinador de este estudio e investigador del área de educación del Cippec. En mayo, Rivas presentó el trabajo en Montevideo ante autoridades de la Educación y docentes en un evento cerrado.

Rivas dijo que Uruguay y Argentina no tienen un buen control de sus inversiones en educación.

“En los casos de Argentina y Uruguay, al tener tan poco conocimiento de lo que pasa en las escuelas, el sistema no tiene la capacidad de autoadministrar el proceso de mejora y probablemente haga poco uso eficiente de los recursos que invierte. Creo que eso muestra esa capacidad conservadora impermeable del sistema educativo que de alguna manera genera una paradoja: son sistemas muy estatales donde el Estado puede hacer muy poco”, afirmó.

Los países analizados en el período 2000-2015 por las pruebas PISA son Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Uruguay.

Rivas contó que Brasil es un ejemplo de cómo controlar las inversiones. “Ha sido muy significativo respecto a cómo implementar un sistema de evaluación de la calidad para todas las escuelas le permitió regular el flujo de recursos, qué escuelas necesitaban más recursos, a qué municipios enviarlos, con qué formato, qué cuestiones funcionaban y cuáles no”, explicó.

Rivas es doctor en Ciencias Sociales, magíster en Ciencias Sociales y Educación. Además es licenciado en Ciencias de la Comunicación.

La investigación se desarrolló durante dos años, en siete países. Rivas explicó la metodología.

“El proyecto básicamente fue un estudio comparado en siete países que vienen participando de las pruebas PISA desde el año 2000. Lo que hicimos fue ver qué políticas se habían implementado en estos países y qué resultados habían obtenido, tratar de entender por lo menos cuáles son las hipótesis entre esas políticas y el contexto de cada país. Visitamos cada uno de los países, hicimos muchas entrevistas, análisis de las estadísticas con mucho cuidado metodológico, mucha revisión de las investigaciones”, explicó.

Uno de los puntos que se estudió en los siete países fue el sistema de evaluación en los centros educativos. Rivas reconoció una mejora y un proceso hacia evaluaciones “más sensatas y rigurosas”.

“Los países que habían implementado sistemas más extremos de evaluación, como por ejemplo México que había atado el sueldo de los docentes al resultado de las pruebas de los adultos o Chile que tiene un sistema de ránking con mucha presión hacia las escuelas por los resultados, ambos países están retrocediendo y haciendo más sensatas sus evaluaciones. Al mismo tiempo países como Argentina y Uruguay que habían utilizado muy levemente las evalaciones y tenían muy poco conocimiento de lo que pasaba en las escuelas están pensando a dar pasos en esa dirección. Uruguay con la creacción del INEED (Instituto Nacional de Evaluación Educativa), Argentina con la creación de un índice de medición de la calidad. Me parece que los países van encontrando puntos más de equilibrio”, consideró.

En Uruguay se discutió mucho en los últimos años sobre la autonomía de los centros de educación. La propuesta de Promejora fue un tema de la administración pasada.

El informe también analizó en estos siete países cómo se implementaron las políticas que apuntaban a darle más autonomía a los centros educativos.

“Hay una tendencia en la región a discutir la autonomía escolar de una manera distinta a como se había discutido en los años 90, cuando implicaba darle a lo directores el control de las escuelas con el presupuesto y la posibilidad de contratar o despedir a los docentes. En los años 2000 esa versión de la autonomía escolar no fue tan impulsada y en cambio sí se ha utilizado mucho más una autonomía restringida a lo pedagógico, es decir que las escuelas tengan un proyecto de mejora con ciertos recursos para implementar un proyecto. Además, los directos tienen mayores competencias como líderes pedagógicos para la formación de los docentes en la propia escuela. Una tendencia a repensar la autonomía no tanto en términos de gestión administrativa al estilo de una empresa privada sino en sentido pedagógico”, señaló.

Rivas dio varios ejemplos de la región de estas experiencias de autonomía de los centros en términos pedagógicos.

“Por ejemplo los planes de mejora en las escuelas secundarias en Brasil, en Argentina, los planes de apoyo escolar en México a las escuelas más vulnerables, los incentivos a las escuelas más pobres en Chile. Todos esos programas lo que han dado son ciertos recursos a las escuelas para que puedan hacer sus propios proyectos y puedan tener ciertas dosis de autonomía sin que eso implique contratar y despedir docentes, por ejemplo”, desarrolló.

Una de las conclusiones más duras del informe apuntan a Uruguay y Argentina. Según el especialista, ambos países invirtieron en educación. Pero no se han visto mejoras.

“Se destacan porque han tenido una gran inversión educativa y no han mostrado resultados en las evaluaciones de la calidad. Uruguay, que es un caso bastante particular, ha tenido muchos problemas en sus escuelas secundarias, con mucha exclusión educativa y mucha repetición. Eso, pese a la inversión, no ha tenido logros constatables de mejora en los últimos años”, afirmó.

Rivas afirmó que falta control de los resultados. “Un modelo que ha caracterizado a Argentina y a Uruguay, y en parte a Brasil, es que la inversión no tiene un control de resultados. Se ha invertido mucho pero se evalúa muy poco qué resultado produce. Se generan muy pocos mecanismos de control de qué uso tiene cierta política o cierta intervención. En cambio en otros países hay dispositivos de políticas que tienen capacidad de evaluar sus resultados y de modificarse de acuerdo a esos resultados”, dijo.

Rivas sostuvo que Uruguay es un caso particular en América Latina. Dijo que la propuesta de los liceos ahuyenta a los jóvenes. Afirmó que en nuestro país es muy difícil concretar cambios en educación. La única excepción vino por fuera del sistema, el Plan Ceibal.

“Creo que también Uruguay tiene una tradición muy conservadora en la educación, su propio modelo de gobierno de la educación y sus tradiciones pedagógicas muy centradas en una visión endogámica. Es muy difícil insertar cambios, repite lo mismo porque cada subsistema se autogobierna. Creo que eso ha jugado en contra, ha impedido que se produzcan discusiones profundas sobre qué cambios necesita el sistema educativo. No solamente discusiones sino acciones concretas. Quizás la excepción más clara y más conocida ha sido el Plan Ceibal y eso muestra cómo ese programa de inversión ha tenido que ir por fuera de los sistemas de gobierno para poder llegar a las escuelas”, advirtió.