Jorge Sarasola

El estilo mujiquista del nuevo líder laborista, Jeremy Corbyn

Un veterano poco conocido de la izquierda socialista, barbudo vegetariano y bibicletero, pasó del desconocimiento total a líder de la oposición y posible Primer Ministro de una de las potencias mundiales, el Reino Unido. ¿Cómo ocurrió?

Actualizado: 19 de octubre de 2015 —  Por: Jorge Sarasola

Recién llegado al Reino Unido a estudiar en 2011, el nombre de Uruguay generaba mayor perplejidad en el conjunto estudiantil de lo que esperaba. Entre las respuestas más peculiares al anunciar mi procedencia se destacaban:

- ¿Uruguay es en África no?

- ¿Cómo podés ser sudamericano si no sos negro?

- ¿Uruguay es una isla que continúa siendo colonia española en el Caribe no?

De todas formas, dos figuras importantes lograron destacarse en los medios británicos durante mi estadía de cuatro años: José Mujica y Luis Suárez. Luego de sus saltos a la fama, la respuesta al mencionar mi origen tendía a ser una de las siguientes:

- ¡Tu presidente es tan “cool”!

- ¿Qué problema tiene Suárez?

Mi impresión es que en la sociedad británica la popularidad de Mujica estalló no por un seguimiento minucioso de su gestión y logros, sino por un desencanto con la política local.

Una y otra vez se repite el mismo lugar común: los políticos británicos viven en una burbuja en Westminster alienados de la realidad social del país. Egresados de universidades excepcionales, llevan los trajes impecables, el cabello engominado, cobran sueldos abultados y sus respuestas protocolares “con el cassette” colaboran para generar ese desencanto del público hacia la clase política.

Alguien como Mujica que se viste como desea y no respeta ningún protocolo generó sorpresa y admiración entre el público británico, aparte de que el expresidente vive en forma austera cuando muchos políticos británicos predican pero no practican la austeridad económica.

Así fue que el Partido Laborista (la izquierda británica) no demoró en encontrar a su propio Mujica el pasado 12 de setiembre: Jeremy Corbyn.

Los antecedentes

En mayo, las últimas elecciones británicas vieron una inesperada derrota del Partido Laborista frente a los Conservadores. Los liderados por David Cameron consiguieron 98 escaños más que su eterno rival, una diferencia abismal. Luego de ser oposición durante un mandato de austeridad y recesión económica que vio importantes recortes en el gasto público, los laboristas igual fracasaron en las urnas.

El diagnóstico de los políticos, politólogos y comentaristas fue casi unánime: los laboristas estuvieron muy a la izquierda en el espectro político. Se focalizaron en mejoras para la pobreza y la clase trabajadora pero no generaron esperanza para la clase media y emprendedora, dijeron muchas voces.

¿La solución luego de tres meses? Elegir un nuevo líder mucho más a la izquierda que el anterior: Jeremy Corbyn.

Un rebelde con causa

Con sus bien llevados 66 años de edad, Corbyn ejerce como miembro del Parlamento Británico por Islington Norte desde 1983. Se destaca como uno de los pocos miembros del legislativo que no fue a la universidad, habiendo viajado a Jamaica luego de terminar la secundaria para ayudar con proyectos de desarrollo.

En Westminster sobresale por haber desafiado el liderazgo de su propio partido votando en su contra más de trescientas veces; y por obtener el premio a la “mejor barba” en repetidas ocasiones. También acapara la admiración de muchos progresistas por utilizar la bicicleta para ir a trabajar, además de ser un devoto del vegetarianismo.

Se ha opuesto con fervor a las políticas de austeridad del gobierno conservador, sobre todo cuando involucran recortes significativos en el gasto público que perjudican a los más vulnerables de la sociedad.

Los Derechos Humanos es uno de sus fuertes: formó parte de la coalición Stop The War, siempre ha mostrado simpatía por la causa palestina, por el desarme nuclear y apoyó la petición de extradición de Augusto Pinochet para ser juzgado por sus crímenes.

Pero tampoco ha estado exento de controversias: expresar simpatías por la IRA (Ejército Republicano Irlandés) y Hezbollah (ambos grupos terroristas a los ojos del público británico) ha desembocado en que muchos cuestionen su carácter y principios, sobre todo a la hora de liderar un partido en política exterior.

Hasta el año pasado, Corbyn era un veterano de una izquierda socialista que ya había perecido en el Reino Unido. ¿Cómo salta este personaje de las sombras de su partido al liderazgo?

Carrera interna

Los laboristas pierden las elecciones, su líder renuncia inmediatamente y tres parlamentarios postulan su nombre para sucederlo: Andy Burnham, Yvette Cooper y Liz Kendall. Los tres repiten el mismo diagnóstico sobre la derrota y apuntan a colocar al partido en el centro para recuperar votos conservadores. El candidato será elegido democráticamente por todos los ciudadanos registrados como miembros laboristas.

Pero el ala más izquierdista del partido no está del todo satisfecha con estos precandidatos. Reunidos en el salón W3, ellos quieren colocar a uno de los suyos en la papeleta para ampliar el debate y que todas las voces sean escuchadas. Diferentes parlamentarios con el visto bueno del resto como Ian Lavery y Lisa Nandy rechazan la propuesta de representar a esta fracción dentro en los comicios internos. El debate sobre a quién elegir continúa.

El mismo Corbyn sugiere su nombre y el salón se hunde en el silencio. ¿El veterano rebelde postulándose para líder del partido? Luego de sucesivas deliberaciones, se decide sin mucho convencimiento en ir por él.

Para lograr una nominación en la carrera interna, cada candidato necesita 35 parlamentarios que presten su aprobación. Reunidos en las oficinas del Partido Laborista en Westminster en la mañana del 15 de junio, los legislativos buscaban con desesperación llegar al número deseado antes del mediodía cuando cerraban las postulaciones. El ala más izquierdista no tenía suficientes votos y precisaba pedir su aprobación a colegas de otras fracciones. A falta de una hora, continuaban en la veintena. Luego de rogar por los corredores de Westminster e intercambiar favores políticos, arriban al número mágico justo a tiempo en una escena que parece propia de House of Cards. John McDonnell – gran compañero de Corbyn – admitió haber rogado con lágrimas en sus ojos.

El objetivo a esa altura era que Corbyn no saliera último para demostrar que ese sector de la izquierda no había muerto del todo. La posibilidad de que pudiera ganar ni siquiera pasó por la mente de muchos de esos parlamentarios que prestaron su voto como un simple favor.

Corbyn comenzó siendo la cenicienta de la carrera y culminó arrasando con más del 50% de los votos de los laboristas registrados. Su ascenso parece inexplicable pero tres factores interrelacionados fueron fundamentales: su autenticidad, las redes sociales y la movilización juvenil.

Su distancia del resto de sus contendientes – desde su personalidad, su atuendo y hasta las políticas económicas – lograron movilizar a una masa que tiende a ser bastante apática en las votaciones británicas: los jóvenes. Esos militantes generaron furor en las redes sociales bajo el lema #JezWeCan, lo que continuó aumentando la popularidad del candidato. Fomentaban a miembros del público a pagar las tres libras necesarias para unirse al Partido Laborista y poder participar en las elecciones internas. De esta forma, el partido triplicó su número de miembros, y la mayoría de estos se unían exclusivamente para votar por el nuevo candidato.

A los ojos del público, los otros tres candidatos eran los clásicos políticos de carrera representantes del Nuevo Laborismo de Tony Blair que cada día se alejaba más de los valores de izquierda y se acercaba al conservadorismo. Los otros tres candidatos parecían intercambiables mientras que Corbyn era el único realmente diferente: un hombre fiel a sus principios que lograba inspirar masas de gente con sus discursos anti-austeridad.

Corbyn arrasó en las elecciones dentro de un público que ya es de izquierdas. Pero su principal desafío es que debe atraer millones de votantes conservadores si quiere tener alguna chance en las próximas elecciones generales. Las facciones más moderadas del laborismo han declarado que elegirlo a él hipoteca cualquier chance de ganar en 2020.

Un amigo escocés que votó por él me comentó que no le daba más de dos años de liderazgo al Mujica británico antes de ser derrocado por ataques externos o implosiones internas. Probablemente tenga razón, pero cuatro meses atrás nadie le daba mucha vida tampoco. Al menos se merece el beneficio de la duda.

 



Las opiniones vertidas en las columnas son responsabilidad de los autores y no reflejan necesariamente posiciones del Portal 180.