Diego Muñoz

El autoboicot de Peñarol

Peñarol sigue sin entender que si no respeta los procesos y los técnicos que contrata está condenado al fracaso deportivo.

Actualizado: 22 de enero de 2016 —  Por: Diego Muñoz

Por estas horas varios dirigentes de Peñarol tratan de instalar en directiva que se analice la continuidad de Pablo Bengoechea como técnico. Así se lo confirmó a Contragolpe uno de los impulsores. “El tema de la continuidad de Bengoechea está arriba de la mesa y el que diga otra cosa miente”, dijo.

Ese mismo directivo agregó que “lo mejor” es cesar al DT “ahora que todavía quedan 15 días para el inicio” y que “hay varios compañeros” que piensan igual.

Una cosa es real. Los hinchas están divididos sobre el respaldo al técnico y esa división llegó a la dirigencia.

Pero cesar a un técnico en pretemporada o al comienzo de un torneo es un camino que Peñarol ya recorrió en los últimos tiempos, nunca le fue bien y, lo que es peor, del que parece no haber aprendido. 

Gustavo Matosas fue despedido en la cuarta fecha de un torneo, luego de una derrota ante Wanderers. Mario Saralegui se fue tras un clásico de verano, harto de los rumores sobre su continuidad. Julio Ribas fue despedido luego de las tres primeras fechas de un Apertura y Gregorio Pérez también fue cesado a comienzos de un torneo. Pérez perdió un torneo increíble pero los directivos lo dejaron seguir. Armó el equipo, hizo la pretemporada con su estilo y duró tres partidos oficiales más. El ejemplo más reciente fue el de Jorge Goncçalvez, despedido una semana antes del inicio del campeonato. 

En este caso además hay que considerar que Peñarol ganó el último torneo.

A comienzos del 2015 Bengoechea comenzó a entrenar un equipo que había terminado a 17 puntos del campeón Nacional. Con las únicas incorporaciones de Luis Aguiar y Jonathan Urretaviscaya, Peñarol ganó el Clausura y forzó una final que perdió en alargue.

El Clausura lo jugó mal, como todos los equipos del torneo, pero también lo ganó. Buena parte de la temporada fue un calvario para el equipo y sin embargo no se rindió.

Es cierto que el juego de Peñarol no fue vistoso casi nunca ni en el Clausura ni en el Apertura. Sin embargo, de los 31 partidos en los que dirigió, Bengoechea ganó 18, empató ocho y perdió cinco. Obtuvo 62 puntos de 93 y ganó los dos torneos.

Quienes lo critican también argumentan que con Bengoechea en el banco Peñarol no ganó ningún clásico. Un hecho objetivo que, descontextualizado, resulta miope. El periodista deportivo Gerardo Bassorelli escribió una nota en La República en la que detalla que entre 2004 y 2016 se jugaron 51 clásicos de los cuales Peñarol ganó apenas 10, contra 23 victorias de Nacional ¿Será solo responsabilidad de Bengoechea la mala racha?

Otro reproche es que el equipo no muestra rebeldía. Sin embargo en el Apertura fue capaz de lograr resultados cada vez que estuvo en una instancia límite, fuere en la fecha o en la cancha que fuere. Ganó de atrás en cinco minutos ante Fénix cuando otro resultado significaba el fin del ciclo, en Belvedere cuando se le iba el campeonato, en Jardines cuando llegaba de una goleada en contra ante River y en la última fecha contra Juventud.

En diciembre el director deportivo, Juan Ahuntchain, presentó un informe en el que recomendó mantener a Bengoechea en el cargo. Ahora plantean pedirle otro informe. ¿En qué puede variar lo que Ahuntchain escribió hace algunos días?

Si al técnico lo confirmaron en diciembre, lo hicieron, supuestamente, porque creían en su trabajo. En enero disputó dos clásicos. En uno jugó bien y en otro jugó mal. ¿Qué cambió en un mes? ¿Un clásico de verano modifica de tal forma las cosas o en realidad nunca le tuvieron confianza y estaban esperando el primer traspié como justificativo? ¿Cuál es el motivo lógico para analizar su despido?

Peñarol creció mucho en lo institucional en los últimos años. Pero sigue sin entender que si no respeta los procesos y los técnicos que contrata está condenado al fracaso deportivo. El Peñarol de este siglo tiene que aprender a ganar. Algo que resultó tan usual durante toda su historia se volvió una rareza en los últimos 15 años. Y en ese camino está, con un Bengoechea resistido a pesar de lo que significó como jugador y de su presente como técnico. Ganó los dos torneos cortos que disputó, promovió juveniles, tiene un plantel comprometido, es autocrítico. ¿Por qué no lo dejan trabajar tranquilo?

La columna fue escrita antes de la destitución. 



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