Durante las primeras 72 horas posteriores a enfrentarse a un desastre -como el tornado que se vivió en Dolores el pasado viernes-, los niños de cero a dos años reaccionan con “excitación, gritos y llanto frecuentes, apego exagerado a los padres”, dificultades para dormir y reacciones exageradas ante cualquier estímulo, además de ser muy difícil tranquilizarlos, de acuerdo al documento de la Facultad de Psicología.
Entre los tres y los cinco años las variaciones en el comportamiento pasan por notarse en el niño “pasividad, irritabilidad e inquietud, un temor exagerado por cualquier estímulo (sobre todo, aquellos que recuerdan al suceso), desorientación espacial y alteraciones del sueño”.
Además de mostrar pasividad, agresividad e irritabilidad, aquellos infantes entre seis y 11 años muestran “confusión (se ven perplejos y con desorientación, no reconocen fechas, lugares, etc), llanto frecuente, conductas regresivas y problemas de lenguaje”.
La facultad también marca que el grupo de 12 a 18 años presenta “confusión y desorientación, rechazo a hablar y aislamiento, y parecen ausentes y distraídos”.
El documento también marca que durante el primer mes posterior al suceso, algunas reacciones pueden ir desde mojar la cama a la pérdida de apetito y dolores de cabeza; mientras que durante el segundo y tercer mes los comportamientos pueden incluir sentimientos de culpa por el hecho, jugar repetidamente al suceso traumático y la huida de casa o rechazo a la familia y el liceo en los adolescentes más grandes.
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