Diego Muñoz

Novick, el jugador que rompió el molde

Marcel Novick es un ejemplo de constancia, sacrificio, tenacidad, y rompe con el prototipo del jugador esforzado.

Actualizado: 16 de mayo de 2016 —  Por: Diego Muñoz

Novick, el jugador que rompió el molde

Nicolás Celaya / adhocFotos

En el instante final del partido, cuando flaquean las fuerzas, tiemblan las piernas y no cuenta la táctica ni la estrategia, la psicología agiganta su poder. Desde ese lugar se explica que un jugador de un metro 70 tenga la decisión de ir al área adversaria a pelear contra dos rivales en busca de una pelota caída del cielo. Un acto de fe, irracional, que terminó con el gol del empate.

Un gol en el último segundo de un clásico, en un partido que estaba perdido, que Peñarol había jugado pésimo, en el que tenía un jugador menos y donde había sido superado por Nacional. Un gol, además, que permitió que el Carbonero mantenga su ventaja respecto del Tricolor, dependa de sí mismo en el Clausura y permanezca como único líder de la Anual. Nadie en su sano juicio se plantearía que una hinchada no festeje un gol de esa significancia.

Con 32 años, Novick no es un dechado de virtudes con la pelota. Su carrera en Primera División empezó en Fénix. Luego siguió en Rocha, El Tanque, Villa Española y Rampla antes de llegar a Peñarol en el 2012.

Por lo general el futbolista rústico, limitado, que pasa varios años en equipos chicos en busca de un lugar en el fútbol, es el que viene de abajo, el que se aferra al fútbol como tabla de salvación tanto para él como para su familia, el que sabe que ese deporte es su oportunidad para conseguir un futuro mejor. Entonces no escatima esfuerzos para intentarlo.

Novick es todo lo contrario a ese estereotipo. Viene de un hogar de clase alta, sin responsabilidad de salvar económicamente a su familia, con su futuro asegurado. Muchos como Novick tiran la toalla en el medio del camino. Cuando se encuentran entrenando en equipos que no cumplen con las condiciones mínimas exigibles, se dedican a jugar en la Liga Universitaria y a disfrutar del fútbol entre amigos.

Novick no lo hizo. Resistió hasta que llegó a Peñarol y, una vez allí, perseveró más allá del lugar que le ocupó tocar en el plantel. Su constancia le permitió mantenerse. Consciente de sus limitaciones e inteligente para maximizar sus virtudes, esperó paciente cada oportunidad. En el clásico se dio cuenta cuánto valió la pena. 



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