Joel Rosenberg

Cuando el Mides vulnera a los vulnerables

Con torpeza y prepotencia. De esa forma se manejaron las autoridades del Ministerio de Desarrollo Social (Mides) en el intento de traslado del Instituto de Rehabilitación de Ciegos Tiburcio Cachón al Instituto Artigas.

Actualizado: 18 de mayo de 2016 —  Por: Joel Rosenberg

El mal manejo del Mides trasciende ampliamente la situación. Lo que el Cachón dejó en evidencia es la actitud de imponer sin dialogar de las autoridades, la falta de tacto con uno de los sectores más vulnerables de la población: un grupo de ciegos que, en su mayoría, son adultos mayores.

El tema central para los usuarios, el fondo del reclamo, es su oposición al traslado. Consideran que no hay fundamentos técnicos y que esa etapa crucial de sus vidas, la rehabilitación, corre riesgos. Pero los usuarios del Centro no reaccionaron por el traslado, la inédita e insólita ocupación del Instituto se dio porque los ignoraron, porque no los tuvieron en cuenta.

Los usuarios denunciaron una y otra vez que el Mides y, sobre todo, Begoña Grau, la directora del Programa Nacional de Discapacidad (Pronadis), se negaron a explicarles los motivos del traslado. Ellos se enteraban por trascendidos de una decisión tomada y no fueron tomados en cuenta siquiera como destinatarios de una explicación. Las autoridades del Mides reconocen que tomaron la decisión del traslado a comienzos de 2015 pero se la comunicaron a los usuarios recién en marzo de 2016, cuando ya no había chance de debatir ni intercambiar ideas.

Lo peor es que el Mides a un mes de iniciada la ocupación, se sigue manejando igual, con la misma tozudez, con la misma negativa al diálogo.

Lejos de bajar el tono Marina Arismendi y Ana Olivera decidieron chocar y acusar: la ministra y la subsecretaria empezaron a ver fantasmas, a despertar sospechas sobre manija política o mediática. En lugar de recapacitar sobre cómo se ignoró a ese grupo de gente, de reconsiderar el trato con ellos, los empezaron a acusar de no ser capaces de haber tomado sus propias decisiones de lucha.

Arismendi deslizó sospechas de la oposición y dijo que había “hiperinflación de información”. La subsecretaria del Mides, Ana Olivera, preguntó en la Comisión de Derechos Humanos de Diputados quién había dicho que el traslado de usuarios del Tiburcio Cachón era “inminente” porque eso provocó la ocupación del centro. “¡No salió de nosotros!”, dijo en el Parlamento.

Pero lo del traslado “inminente” lo dijo Begoña Grau el 15 de abril en el Mides, en una nota que le realizó No toquen nada. Salió del propio Mides, de la directora del Programa de Discapacidad. Además, los usuarios sabían del traslado inminente porque los técnicos del Instituto, que comparten muchas horas con ellos, les habían comentado que el traslado se haría en breve.

No hay nada conspirativo ni tan elaborado en la reacción de este grupo de personas ciegas. Es muy sencillo: ocuparon porque iban a trasladar el Instituto en breve, porque la autoridad máxima de Pronadis lo dijo en una nota. Ocuparon porque los ignoraron, porque no intentaron siquiera convencerlos. Ocuparon porque son ciegos, sí, pero tienen despiertos los otros sentidos, no son boludos. Arriesgar su salud en una ocupación es la única vía que les dejaron para exigir un diálogo que nunca se dio.

Vale reconocerle al Mides la difusión del tema. La actitud de las autoridades logró lo impensado: que un tema menor se agigante. Los usuarios habían tenido escasas notas de prensa y casi ningún apoyo social y político en 2015 y los primeros meses de 2016. Ahora, en un mes consiguieron la atención de los medios, el apoyo de todas las organizaciones sociales de ciegos y de exusuarios. También el apoyo de políticos de la oposición, de un sector del FA (el Movimiento 764 emitió un comunicado) y de un diputado del MPP.

El final de esta historia parece estar ya definido. La ministra dijo en el Parlamento que el Mides va a realizar el traslado igual. Quizá tenga razones para hacerlo, quizá incluso en algún momento el Ministerio muestre un planteo técnico convincente sobre las razones del cambio.

Pero más allá de cómo y dónde terminé el Cachón, acá el tema es que el Mides perdió el foco. En una ironía casi tragicómica, las autoridades actúan con los ojos vendados, pegando golpes al aire sin sentido.

Lo que preocupa, lo que sorprende, es que se use la táctica de la imposición y la fuerza con los más vulnerables justo desde el Ministerio que tiene como cometido velar por ellos.



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