Claves para entender la absolución de los enfermeros

Pasaron más de cuatro años y los enfermeros procesados por 15 homicidios en la Española y el Maciel fueron absueltos. La justicia no encontró pruebas de peso para condenar a los implicados y esto es fundamental para comprender qué pasó. El informe de una Junta Médica fue decisivo para validar la retractación de los enfermeros.

Actualizado: 19 de mayo de 2016 —  Por: Emiliano Zecca

Claves para entender la absolución de los enfermeros

Javier Calvelo / adhocfotos (Todos los derechos reservados)

El juez penal Rolando Vomero resolvió la noche del domingo 19 de marzo de 2012 procesar con prisión a los enfermeros Marcelo Pereira y Ariel Acevedo por "homicidio especialmente agravado" y a la enfermera Andrea Acosta por encubrimiento.

Tres años después, el Tribunal de Apelaciones en lo Penal de 1º Turno validó la absolución de la jueza Dolores Sánchez. Sin “indicios de peso” y con un “derrumbe” de confesión, los enfermeros fueron absueltos. “No puede sostenerse que se esté en presencia de asesinos seriales, y a la vez, concluir que ninguno haya podido matar a nadie”, explica la sentencia.

Cuando los enfermeros fueron procesados se tuvo en cuenta su confesión y la muerte de una paciente en el Hospital Maciel. Estos dos elementos estaban rodeados de otras pruebas que a medida que el proceso avanzó fueron rebatidas en la justicia. Y sin pruebas no se puede condenar a una persona.  

La confesión

Pereira fue el primer detenido luego de la muerte de Santa Gladis Lemos, una paciente del Hospital Maciel.  

El enfermero reconoció que administró sedantes como Dormicum o Morfina por fuera de la indicación médica y contó que las reacciones de los pacientes eran dormirse o un paro cardiorespiratorio.

"Si eso ocurría (dice Pereira sobre paro cardiorespiratorio), yo trataba de reanimarlos". Cuando declaró ante la policía dijo que "solo quería que no tuvieran dolor para ayudarlos, para que cuando despertaran estuvieran mejor, el fin no era matarlos, era sedarlos para que luego tuvieran una mejor recuperación”.

La otra declaración que realizó Pereira fue ante el juez Rolando Vomero, que no tiene por qué tomar en cuenta lo que el enfermero dijo ante la policía. De todas maneras, las afirmaciones son similares. Pereira también reconoció que no quiso matar a alguien y sostuvo que recibió presiones por parte de la policía.

“La policía le decía que si no se hacía cargo iban a poner presa a su esposa y entonces dijo ‘no, ella no tiene nada que ver, yo digo lo que ustedes quieran’. Pero cuando cambia la declaración y eso se suma a las pruebas científicas, que coincidían con lo que él decía, porque cuando alguien confiesa algo se tiene que corroborar en la forma física o fáctica. Acá coincidía con la retractación y no en la primera declaración. Había estado libre el día antes de la muerte de uno, estuvo tres días de licencia y reconoció que le había inyectado a esa persona”, explicó el abogado de Marcelo Pereira, Humberto Teske.

La sentencia del Tribunal de Apelaciones dice que el “derrumbe” de la confesión de Marcelo Pereira añade “serias dudas” a lo dicho por el otro acusado, Ariel Acevedo.

Acevedo también cambió su declaración pero fue contra su ex abogada, Inés Massiotti, que a partir de esto fue citada como indagada a declarar.

Las declaraciones de Acevedo contra su ex abogada fueron respaldadas por varios testigos llamados por la defensa de Acevedo.

Acevedo, enfermero de la Asociación Española, era quien estaba más comprometido porque reconoció que no quería que los pacientes sufrieran y les daba aire, algo que no tiene ningún fin de sedación o analgésico.

Massiotti, dueña de un humor singular, durante una de las instancias que Acevedo reconoció por fotos haber matado a tres personas, cuando en realidad se dieron cuenta que era la misma, dijo: “o son las trillizas de oro o la mato tres veces”.

También realizó declaraciones polémicas para la televisión argentina cuando salió de la audiencia y dijo que se había descompensado. “La ambulancia demoró 55 minutos. Qué loco, ¿no? Lo que es la salud. Me hubiera convenido sacar al que estaba en el carcelaje, me daba una inyeccioncita y pasaba a mejor vida”, declaró.

La muerte de Santa Lemos

Pereira fue detenido a raíz de la muerte de Santa Gladis Lemos, una paciente del Hospital Maciel. Este caso es el más importante porque fue el único que contó con una autopsia.

El enfermero reconoció que le suministró morfina, pero en el cuerpo de Lemos se encontró lidocaina, una sustancia que no estaba indicada y que era sospechosa. Morfina solo se encontró a nivel de trazas y no en cantidades relevantes.

La mujer sufrió un trombo-embolismo pulmonar previo al ingreso al CTI, donde trabajaba Pereira, y eso fue lo que provocó su muerte, concluyó la Junta Médica de tres profesionales que analizó el caso. De esto no hay dudas dijo en No Toquen Nada Hugo Rodríguez, uno de los forenses que analizó el caso.

“Nosotros los forenses presentamos una autopsia y nos gusta decir que sabemos de qué se murió, pero hay más o menos un 20% que no lo sabemos igual. En este caso existía una causa de muerte clara, evidente, comprobable. Ese émbolo pulmonar fue extraído por el forense y explicó perfectamente todos los síntomas, signos y el desenlace fatal de la paciente”, explicó Rodríguez.    

Los médicos fueron consultados sobre si las pruebas médicas en alguno de los 15 casos podían determinar si hubo o no homicidio. Los tres señalaron que en todos la muerte era esperable y en algunos casos inevitable en el corto plazo. 

Cuando la confesión no se condice con lo que se llama “realidad objetiva”, en este caso la prueba médica, es posible creer en la retractación. El fiscal Gilberto Rodríguez, que pidió la condena de los enfermeros por tentativa de homicidio no lo creyó, pero sí lo creyeron la jueza Dolores Sánchez y el Tribunal de Apelaciones.

“Las circunstancias primeramente probadas son absolutamente contradictorios con el relato confesorio. Entonces, si él dice que aplicó una inyección de aire o una sustancia, pero se prueba que él no estaba efectivamente allí, es claro que la confesión no tiene valor. Entonces, la retractación es absolutamente válida, viene acompañada con una prueba de naturaleza pericial que demuestra que no pudo haber sucedido lo que el indagado relata”, explicó en No Toquen Nada el ex ministro de la Suprema Corte de Justicia, Leslie Van Rompaey.

Los 168 homicidios y la calculadora del policía

La jueza en su dictamen de absolución cuestionó la actuación de la policía. "Luego de la descompensación de Lemos le sacaron la muestra de sangre y se la entregaron" a un oficial, según el relato de una testigo. "Prueba de la que no se respetó cadena de custodia ni surge de autos que haya sido ordenada por el juez”, dice.

La cadena de custodia tiene como fin no viciar la prueba y busca evitar alteraciones o destrucciones.

Andrea Acosta, la mujer que fue procesada en primera instancia por cómplice, declaró ante la policía que desde "hace aproximadamente siete años tenía conocimiento" de la situación. "Pero en ningún momento los vi realizando dicho acto, ya que cuando Marcelo o Ariel me avisaban que un paciente estaba sufriendo mucho, ellos vociferaban que habría que darles una ayuda", según el acta policial.

"¿Cuántos pacientes piensa usted que fallecieron por los actos homicidas de Marcelo Pereira y Ariel Acevedo?", preguntó la policía.

"Unos dos pacientes por mes fallecían por los actos de ellos en estos siete u ocho años, son como 168 pacientes", se afirma en el acta policial que respondió la mujer.

Sin embargo, cuando el fiscal le tomó declaración en la justicia, ella recordó que dijo "uno o dos" por mes, pero aclaró que eran pacientes de CTI y no siempre les podían “achacar esas cosas”.

El fiscal insistió y le recordó su declaración ante la policía. "Es más, llegó a decir que fueron 168 pacientes", le dijo.

"No, esa cuenta la hizo la policía. Trajeron una calculadora y sacaron la cuenta por los años que yo dije y el número de pacientes por mes", aclaró la mujer.

El aumento de muertes y los testigos

En el fallo de absolución de la jueza Sánchez, que fue ratificado ahora, se explica que el inicio de la investigación se debió a la sospecha de una enfermera de que la tasa de mortalidad del Centro del Hospital Maciel se había disparado y que todos los rumores lo sindicaban a Pereira como responsable. La mujer puso esto en conocimiento de la nurse y ésta a su vez le dijo al jefe del centro y al director del Hospital, Raúl Gabus. En ese momento se hizo una investigación que no arrojó resultados significativos y que tampoco obtuvo pruebas de la responsabilidad de Pereira como para denunciar. Gabus dijo ante la jueza que eran sospechas infundadas.

El director del Maciel reconoció que hubo un aumento de muertes, pero no de la tasa de mortalidad, entre los años 2010 y 2011.

La jueza Sánchez también habló de los rumores. Hubo funcionarios del Maciel y la Española que dijeron que les parecía que los enfermeros hacían algo, que cuando estaban pasaban cosas raras. Pero otros aseguraron que eran excelentes enfermeros, que hacían muy bien su trabajo.

“En definitiva del análisis de la prueba testimonial se nota dos grupos: uno a favor de los encausados y otros en contra, con un denominador común: NADIE LOS VIO HACER NADA A NINGUN PACIENTE. Quienes sospechan hablan de rumores, de aumentos de tasas de mortalidad en el Centro del Maciel que no fueron tales finalmente. Nadie escucho de los propios encausados que provocaran muerte a los pacientes”, destaca la jueza.

Caso del mensaje de texto era una "muerte previsible"

Un mensaje de texto fue clave para la detención y procesamiento de Acevedo.

Según el fallo del juez que actuó en primera instancia, Rolando Vomero, cuando los investigadores detuvieron al enfermero Marcelo Pereira, entre sus pertenencias, estaba su teléfono celular. Allí tenía cientos de mensajes de texto guardados. Uno de ellos, del mes de diciembre, que le había sido enviado por Andrea Acosta, la enfermera procesada por cómplice.

Acosta le envió dos mensajes a Pereira en los que le decía: “El puto limpió al 5 y se fue a la farmacia. Todos reanimando” y después le envió otro: “El t culpa a ti”.

La defensa de Acosta planteó que la enfermera, en su primera declaración, hizo referencia al hecho de que era testigo de juegos, humor negro, comentarios, etc. Cuando volvió a declarar en abril de 2013, Acosta expresó que en el mensaje de texto donde dijo que “el puto limpió” a un paciente, se refería a la limpieza que realizan los practicantes de la religión umbandista.

Para la Junta Médica que investigó este caso, la muerte era previsible en el contexto de un paciente portador de una patología crónica a la cual se le agregan complicaciones intracraneanas. "De la historia clínica no surge la existencia de otros factores exógenos intervinientes en la muerte del paciente", se concluye.

Otra vez, la opinión de la Junta Médica le dio fuerza a la explicación de Acosta y le quitó contundencia a la prueba.

Los médicos con miedo a dar morfina

Este caso tuvo múltiples impactos y uno de los más fuertes se dio en el sistema de salud.

El forense Hugo Rodríguez, cuando estuvo en No Toquen Nada dijo que los médicos tuvieron miedo de usar morfina. La paranoia llegó a niveles tan altos que luego del procesamiento de los enfermeros, una médica de Colonia, especialista en cuidados paliativos, fue detenida incomunicada por la muerte de una persona que estaba viva.

“Tuvo consecuencias terribles sobre muchos enfermos. Generó miedo a aplicar morfina, que es un fármaco muy noble y muy necesario en muchos estados patológicos. Motivó y generó una retracción de muchos médicos a aplicarlos. Quiero recordar que una médica en el interior del país fue acusada de matar a nueve personas, la mujer fue absuelta y el caso está cerrado, pero además una de las nueve muertas fue testigo en el proceso. Ni siquiera muerta estaba”, contó Rodríguez.

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