Farage y Johnson, los conductores del Brexit

Los británicos votaron a favor de abandonar la Unión Europea tras una dura campaña liderada por Nigel Farage y el conservador Boris Johnson. Fue el primero, sin embargo, con sólo un diputado en el Parlamento, el que, con su retórica incendiaria, hizo el trabajo sucio, logrando centrar el debate en la inmigración.

Actualizado: 25 de junio de 2016 —  Por: Redacción 180

Farage y Johnson, los conductores del Brexit

Nigel Farage y Boris Johnson (GEOFF CADDICK / AFP; SCOTT HEPPELL / AFP)

Nigel Farage, líder del UKIP, es la estampa del tradicional cliente de pub. Y eso gusta a muchos ingleses. Cigarrillo y pinta de cerveza en mano, mil veces prometió un terremoto político y el jueves lo consiguió.

La polémica por su cartel con una hilera de refugiados amenazando hipotéticamente al Reino Unido, desvelado el mismo día en que fue asesinada la diputada laborista Jo Cox por un simpatizante de ultraderecha, no le hizo perder apoyos.

Ser unánimemente vilipendiado por los partidos tradicionales -liberales, conservadores, y laboristas- no hizo sino aumentar la simpatía por Farage en la Inglaterra profunda. 

Londres se le resiste, es "demasiado culta, educada y joven", sugirió una vez una portavoz de su partido. 

"Para ser honesto, cuanto más nos insultan, mejor nos va", explicó Farage, eurodiputado, a la AFP.

Cuando habla de quienes lo insultan, Farage alude a los partidos del "establishment" británico: los conservadores del primer ministro británico conservador David Cameron, y la oposición laborista.

La línea que trazó entre ese "establishment", pro-UE, y el pueblo, "the people", anti-UE, ayudó a llevar la campaña a su terreno. 

Niega ser racista o tener nada contra los inmigrantes, pero este político casado con una alemana ha metido la pata en varias ocasiones. 

Una vez dijo que se sentiría "incómodo" si una familia rumana se instalara en su vecindario. 

Cuando un locutor de la radio LBC le preguntó qué diferencia había entre los rumanos y su mujer, respondió: "ya sabes cuál es la diferencia".

"Queremos un sistema de inmigración basado no sólo en controlar la cantidad, sino también la calidad", sentenció.

Las cuatro vidas de Farage

A los 52 años, Farage, padre de cuatro hijos, saborea su cuarta vida. Sobrevivió milagrosamente a un accidente de tráfico, a un cáncer de testículos y a la caída de la avioneta que llevaba un anuncio electoral de su partido, en 2010.

"Siempre quise un terremoto político" subrayó en 2015.

El partido fue fundado en 1993 pero no fue hasta unas elecciones europeas, las de 2004, cuando dio el golpe consiguiendo el 16% de los votos. Una década después ganó esos mismos comicios europeos en el Reino Unido, rompiendo el bipartidismo tradicional.

Sin embargo, su cuenta pendiente sigue siendo conseguir un escaño en el Parlamento británico.

Su buena estrella con los asuntos europeos no le hace mostrar la menor piedad con la UE.  

"¿Antieuropeo yo? ¡Noooo! Es ridículo decir eso. Me gusta Europa, es un gran lugar. Estoy casado con una europea, trabajé para empresas europeas y me gusta la cultura europea", dijo.

"Pero odio la bandera. Odio el himno. Y odio las instituciones", sentencia este amante del rugby, el críquet, la pesca y el buen vino.

Farage rechaza la etiqueta de radical y, como prueba, esgrime su rechazo a las propuestas de acercamiento del Frente Nacional francés. Su líder Marine Le Pen, explica, multiplica "las demandas de boda, como en las novelas clásicas", pero "no somos de la misma familia".

Boris apunta más arriba tras el triunfo del Brexit

Desprolijo y con su gran mata de pelo rubia, el principal líder de la campaña británica contra la Unión Europea, Boris Johnson, mira ya de reojo a Downing Street tras la victoria del Brexit.

Frente a la ferocidad de Nigel Farage, el exalcalde de Londres encarnaba al estadista de la campaña "Leave", como pudo comprobarse en el último debate de campaña, con su aplaudido discurso "churchiliano" invitando a convertir el referéndum en "el día de la independencia".

Johnson, de 51 años, conoce la UE. Fue corresponsal del Daily Telegraph en Bruselas entre 1989 y 1994, favoreciendo historias que alimentaban el euroescepticismo en casa.

Se convirtió entonces en el periodista favorito de la primera ministra Margaret Thatcher, gracias a unos artículos que se mofaban sistemáticamente de las instituciones europeas y caricaturizaban sus regulaciones.

Algunas de aquellas historias se convirtieron en mantras para los euroescépticos.

Aún así, no tuvo claro hasta un día antes de la campaña en qué bando iba a militar. Su anuncio de que se encuadraba en el campo Brexit, enfrentado a Cameron, se interpretó como una concesión a sus ambiciones.

Y aunque su decisión de apoyar Brexit fue grata para muchos activistas de base conservadores, la campaña le colocó en terreno pantanoso, sobre todo con la inmigración, a la que defendió como alcalde pero que molestaba a una parte de los electores anti-UE.

Partido dividido

Johnson, nieto de un inmigrante turco, también había apoyado en el pasado el ingreso de Turquía en la UE, y ahora veía cómo eso se esgrimía como una amenaza al Reino Unido.

Su perfil le convirtió en blanco favorito de los conservadores partidarios de permanecer en la UE, y el ex primer ministro John Major lo tildó de "bufón de la corte".

Pero el público parece perdonarle todo, y él siempre ha negado tener interés en el puesto de primer ministro. Ahora, aparece como el favorito a suceder a Cameron, aunque sus posibilidades dependerán de que la salida de la UE no se convierta en un desastre para el Reino Unido.

La ironía es que su euroescepticismo viene de un hombre vinculado a las instituciones europeas como pocos en el Reino Unido, donde la ignorancia del funcionamiento de la UE está muy extendida, según las encuestas.

Su padre Stanley, que defendía la permanencia en la UE, trabajó en la Comisión Europea y fue eurodiputado por el Partido Conservador.

El mismo Boris Johnson fue alumno de la Escuela europea de Bruselas antes de ingresar en el famoso colegio privado británico de Eton.

Todo ello lo hacía un candidato ideal al puesto de Bruselas para el director del Daily Telegraph en aquel momento, Max Hastings, que había conocido a Johnson cuando éste era presidente de la asociación estudiantil de debate de la universidad de Oxford, la Oxford Union.

Pero no dejó de ser una elección polémica, teniendo en cuenta que Johnson había sido despedido del diario The Times por inventarse unas declaraciones de su propio padrino, el historiador Colin Lucas, en un artículo sobre un descubrimiento arqueológico.

Hastings es ahora un gran crítico de Johnson y votó el jueves a favor de seguir en la UE, en parte porque sospecha que la posición de su antiguo corresponsal tiene que ver con sus ambiciones políticas.

"Habiendo conocido a Boris tantos años, no puedo votar una opción que podría llevarle a Downing Street", escribió Hastings en una columna en el Daily Mail.

(AFP)

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