“Casa del año” en Alemania tuvo arquitecto uruguayo y está revestida con chapas

El arquitecto uruguayo residente en Alemania, Guzmán Morales, fue parte del equipo que ideó y construyó la “Casa del año 2016” de la editorial Callwey y el Museo Alemán de Arquitectura. La construcción destacó por su bajo costo, su revestimiento exterior de chapas onduladas, su eficiencia energética y aprovechamiento del espacio.

Actualizado: 18 de octubre de 2016 —  Por: Felipe Miguel

“Casa del año” en Alemania tuvo arquitecto uruguayo y está revestida con chapas

(Foto: www.Callwey.de)

La casa premiada fue ideada por el estudio del arquitecto alemán Guntram Jankowski, en un equipo formado por él junto a una diseñadora y Guzmán Morales, arquitecto sanducero que vive en Alemania, y que se encargó del desarrollo del proyecto ejecutivo de la obra, según contó a 180.

Morales, que además es colaborador de No toquen nada, dijo que es un estudio pequeño y que el premio obtenido “tiene algo de un romanticismo al estilo David contra Goliat”, ya que “ganó una casa de chapa y presupuesto modesto contra inmensas mansiones en lugares paradisíacos”.

El concurso, organizado por la editorial Callwey y el Museo Alemán de Arquitectura, otorgó 10.000 euros al ganador, además de aparecer en el libro “Las mejores casas unifamiliares de 2016” (Die besten Einfamilienhäuser 2016), el best seller de libros de casas y diseño, según contó Morales.

(Foto: Callwey.de)

“La inmensa mayoría del resto de las casas que aparecen son mucho más costosas, hay algunas de dos o tres millones de euros. Y no solamente tenían más presupuesto, sino que algunas estaban al lado de un lago donde podés abrir ventanas para todas las orientaciones. En este caso era un predio chico con limitaciones, metido en Olching, un suburbio de Munich”, explicó el arquitecto.

Chapa sin pintura

La “osadía mayor” para Morales es que “la casa tiene toda la fachada y el techo hecho de la misma chapa ondulada”, un material económico y poco habitual en un barrio de viviendas donde esta obra es absolutamente rupturista.

Es una casa prefabricada de madera de 150 m² con tres pisos, en un terreno de 358 m² que tiene algunas afectaciones, por lo que no se podía usar en su totalidad. Sus dueños, Bernd y Laura Müller, son amigos del arquitecto Jakowski y le pidieron algo barato y espacioso para poder vivir son sus cuatro hijos.

Según describió un artículo en el diario Süddeutsche Zeitung, la casa tiene “una amplia superficie de vidrio que se extiende sobre la fachada occidental, con una gran ventana hacia el lado sur con casi 14 metros de largo”. Añade que en la sala de estar “hay una biblioteca contra la pared y un piano del lado opuesto” y que “sería en vano buscar una televisión” allí.

(Foto: Gallwey.de)

Tiene diez claraboyas y seis ventanas altas y estrechas, calefacción de pellas de madera (que cuesta menos de 50 euros al mes), canteros de verduras y carece de instalaciones y tendido eléctrico. Todo esto la convierte en un modelo de eficiencia energética y construcción económica, a un monto total de 230.000 euros, cifra que Morales definió como “un presupuesto bajo” para Alemania.

Para suplantar la falta de tendido eléctrico emplea puentes térmicos y los tomacorrientes están solamente “en las paredes interiores en dirección a la masiva escalera central que sirve prácticamente como soporte”, según describió Süddeutsche Zeitung.

Una vista para caerse de la bici

Morales contó que apenas se publicó la noticia de la obtención del premio, los teléfonos del estudio no pararon de sonar, ya que todos los diarios del país querían publicar la historia de la obra.

El arquitecto no dudó en asegurar que lo más llamativo es el uso de la chapa ondulada en la fachada, pero también destacan el costo y el uso de materiales alternativos en su interior. El libro de la editoral Callwey destacó el “manejo disciplinado de materiales de muy buen precio como la chapa ondulada, el pavimento y las placas de madera”.

Sin embargo, no todas las críticas fueron positivas. Algunos de los propios vecinos de los Müller no parecieron nada conformes con ver que había una casa de chapa en su barrio. Alguno le dijo que esa era “una calle con flores y no una para el chaperío”, según publicó el diario Süddeutsche Zeitung.

(Foto: Gallwey.de)

Pero agradados o asqueados por la casa, lo indudable es que hizo que los que pasan por la zona miraran dos veces. Laura Müller contó al periódico alemán que un treintañero pasó en su bicicleta y sencillamente no podía sacarle la mirada de encima. “El tipo realmente se cayó de la bici, pero por suerte no le pasó nada”, relató la propietaria.

Para Morales, la visión negativa de la casa le parece “un poco conservadora” y agregó: “cada uno puede tener la opinión que quiera. Es lo que tiene la arquitectura: está en la calle y cada uno puede opinar si le gusta o no”.