Especial

El arte del basket

Por Tato López En el arte del basket, es en la defensa donde se generan valores colectivos. Y como defendió Uruguay en sus primeros cinco juegos del premundial que acaba de finalizar en San Juan de Puerto Rico, fue conmovedor: compromiso, fuerza mental, solidaridad, respeto, comunicación y responsabilidad transpiró hasta la pantalla del televisor.

Actualizado: 01 de marzo de 2010 —  Por: Especial

La aún indigesta derrota sobre el mismísimo cierre del juego con República Dominicana en la quinta fecha (de haber ganado y vencer a la débil Panamá al día siguiente clasificábamos al mundial de Turquía 2010) coincidió, como si esperanza y clima estuvieran conectados, con el inicio de la tormenta tropical Erika. Hasta ese momento lo hecho por Uruguay en defensa solo lo he visto ser superado por un equipo: Argentina medalla de oro en Grecia 2004. Quizás también los Detroit Pistons de inicios de los 90, pero nosotros logramos con una rotación de seis lo que ellos con nueve.

Los jugadores de Islas Vírgenes, Puerto Rico, Canadá y México -equipos rivales en la serie que no llegaron a promediar 63 puntos - parecían Ultratones longilíneos frente a la intensidad y lectura defensiva de los nuestros.

El ingeniero Gerardo Jauri, entrenador principal, construyó una movediza muralla de Troya y parado en ella gritó a los siete vientos que solo había chance de clasificar si nos anotaban menos de setenta puntos por juego. El trabajo de escauteo de sus asistentes dejó a los rivales en championes y suspensor. Y en la ejecución, cada combatiente eligió arma: Reque Newsome, más uruguayo nacido en el exterior que estadounidense nacionalizado, se puso en línea de pase y no permitió que su jugador recibiera casi nunca, y cuando lo hizo, casi siempre le tomó foul de ataque. García Morales y Osimani, aparte de generar rompimientos rápidos robando balones, sólo permitieron incómodos lanzamientos exteriores. Mauricio Aguiar ni eso. Y Esteban Protector de los más pequeños Batista –máximo rebotero del torneo- intimidaba bajo el cesto y dominaba el espacio aéreo frente a una urbanización de torres gemelas que en su presencia parecían de chantilly.

¿Como nuestro equipo logró esto? Trabajo, trabajo y más trabajo, supongo...pero igual no me dan los números.

¿La ofensiva? ¿Que perdimos todos los últimos cuartos? ¿Que en los cierres nos equivocamos mucho? ¿Que el porcentaje de triples y tiros libres fue bajo? Y si. Si en treinta y cinco minutos cinco obreros con tenedores hacen una montaña de escombros con el obelisco, en los cinco restantes no es de esperar que con sus agotadas y temblorosas manos puedan enhebrar hilo y aguja. Pero también lo hicieron.

Quizás las respuestas habría que buscarlas en la paupérrima logística que la Federación le dio al grupo para prepararse. Esta vez fue tan pobre, que los comprometidos, fuertes mentalmente, solidarios, respetuosos, comunicativos y responsables jugadores, usaron el dinero de sus viáticos para mejorar las condiciones de trabajo. Ya de paso también presentaron renuncia a futuras convocatorias. Es que mucho antes de que empezara el torneo, y ahora si me empiezan a dar los números, ya estaban... ¡defendiendo! ¿A quién? A futuras selecciones. ¿De quién? De los que mucho entienden de manipulaciones y juegos de poder, y poco o nada del arte del basket.



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