Entre la nieve y los rituales: las anécdotas de la pareja que recorrió América en bici

Quedaron atrapados en un monte mexicano por una tormenta de nieve y los rescató la Cruz Roja justo cuando pensaban aventurarse hacia afuera del refugio. Participaron de un ritual en una comunidad aislada que realiza sacrificios animales dentro de una iglesia cristiana. Sebastián Remualdi viajó de Miami a Montevideo en bicicleta y contó a 180 dos de las anécdotas más curiosas que le ocurrieron en el trayecto.

Actualizado: 15 de enero de 2017 —  Por: Redacción 180

Entre la nieve y los rituales: las anécdotas de la pareja que recorrió América en bici

(Fotos: Facebook - Deacullá)

El pasado 23 de diciembre llegaron a Montevideo Sebastián Remualdi y María Eugenia Olives, una pareja de uruguayos que viajó en bicicleta desde Miami hasta Montevideo.

En entrevista con 180, Remualdi contó dos de las anécdotas más interesantes que les sucedieron en su extenso viaje, ambas con México como escenario.

La primera tuvo lugar en una comunidad zapatista del estado de Chiapas llamada San Juan Chamula. La localidad se maneja de forma autónoma ya que “tiene una Justicia cerrada” donde la población es juez y gendarme, por así decirlo. Los locales contaron a los uruguayos que unos años atrás hubo un caso de violación en el pueblo y que el agresor fue capturado por la comunidad, atado a un palo y quemado vivo en la plaza principal.

En ese pueblo, de poco más de 3.000 personas, existe una iglesia católica en la que se realizan ritos paganos de épocas precolombinas. La pareja fue testigo de una ceremonia en la que se colocaron decenas de velas en la nave de la iglesia, se hicieron cánticos en tzotzil, dialecto de la zona, y se llenó el piso de hojas de pino. También, habitualmente se realizan sacrificios animales.

“Todo sucede dentro de una iglesia cristiana y es como la mezcla de lo que pasó con toda Latinoamérica visto de forma explícita allí: hay un recubrimiento católico pero en el corazón todavía está lo indígena”, comentó Remualdi.

Atrapados en la nieve

La pareja realizó una excursión a Paso de Cortés, un pueblo ubicado a 3.600 metros sobre el nivel del mar en el estado de México, y que está ubicado entre los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl.

Realizaron un ascenso en bicicleta de varios kilómetros, acamparon allí, pasaron la noche y decidieron seguir el ascenso al día siguiente. Cuando estaban recorriendo al otro día, apareció un hombre con el que se pusieron a charlar y les dijo que si iban a acampar esa noche tuvieran cuidado porque se venía una tormenta de nieve. Los llevó a un albergue para que tuvieran refugio donde pasar esa noche de tormenta y continuar al otro día.

En el refugio había un grupo de alpinistas que estaba sirviendo de apoyo para otro grupo que estaba preparándose para subir la montaña. Esa noche, llegó la anunciada tormenta acompañada de vientos muy fuertes y siguió hasta la mañana posterior. Al ver que el clima no se volvía más favorable, el grupo de alpinistas que ya había salido decidió no realizar la expedición, por lo que el grupo de apoyo salió a ayudarlos a bajar.

“Nos quedamos solos en el refugio. No podíamos salir y la tormenta no aflojó. Nos estábamos quedando sin comida, la racionábamos para que durara pero llegó un momento en que nos quedaba solo para el desayuno”, contó Remualdi.

Cuando estaba oscureciendo, golpearon la puerta. Era la Cruz Roja que había ido a rescatarlos. Con mucha alegría, tomaron sus cosas y se fueron en el camión de los rescatistas sin saber cómo habían llegado a ellos.

“Había fallecido uno de los muchachos del grupo de alpinistas que estaba subiendo. Ellos fueron los que avisaron a la Cruz Roja que estábamos en el refugio. Cuando el grupo de apoyo les pidió ayuda por el alpinista herido, les dijeron que también nos ayudaran a nosotros, que nosotros estábamos incomunicados”, relató.

El ciclista agregó que les dijeron que afuera hacían -15 °C y que, sin saberlo, ellos habían empezado a preparar cosas para bajar la montaña, como botellas pegadas con cintas para que no se les mojaran los zapatos. Remualdi lo definió como “el momento más crítico del viaje”, pero gracias a los alpinistas, pudieron bajar sanos y salvos.