Si lo hiciera, según dicen por recomendación de los abogados que la asesora, abriría un grifo complicado que la puede salpicar. La misma directiva que hacía firmar a los futbolistas un papel en blanco al final de las asambleas y con ellas validaba la cesión de los derechos de imagen, en este caso cuestiona y se preocupa por las firmas.
Más allá de esta fabulosa ambigüedad y de que en sus apariciones públicas, una más impresentable que otra, Saravia y quienes lo sostienen señalan a Diego Lugano como el responsable de todos sus males, todos saben que detrás de esto están la totalidad de jugadores de la selección y la gran mayoría de jugadores del medio local.
Hablaron Luis Suárez, Edinson Cavani, Fernando Muslera, Diego Godín, Diego Forlán, Sebastián Coates, Michael Etulain, Agustín Lucas, Bigote López, Mathías Pérez, Sebastián Fernández, firmaron y respaldaron una carta todos los jugadores de la selección y firmaron otra carta 582 jugadores del medio local. Luego, ante el pedido del Tribunal de Honor de tener 50 firmas certificadas para llamar a asamblea, los futbolistas presentaron 66. Demasiadas contundentes las pruebas de que acá no hay una sola persona detrás.
Saben Saravia y los suyos que acá no hay nada armado, que todo es consecuencia de sus propios desmanejos, que lo que sucedió es que la gran mayoría de los jugadores de la A y la B no se sienten representados y se hartaron. Lo sabe la directiva, los abogados que la asesoran, el Tribunal de Honor y la empresa Tenfield.
Hace seis meses que los jugadores luchan contra todo para librarse de las ataduras. No sorprende que Tenfield trate de impedirlo, lo más indignante es que la directiva del gremio que los debe defender no lo haga. Porque el problema no es Saravia. El problema es que el presidente de la Mutual debe responder a los jugadores. No a Casal.
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