Peñarol entra en crisis en la tercera fecha

Peñarol empató 0 a 0 con Boston River. El Carbonero jugó un pésimo partido y volvió a dejar unidades. En apenas tres fechas ya está a cuatro de Nacional, único líder del torneo.

Actualizado: 19 de febrero de 2017 —  Por: Redacción 180

Peñarol entra en crisis en la tercera fecha

Nicolás Celaya / adhocFotos

La seriedad de Ramos, la cabeza gacha de los jugadores, los gestos de desencanto de la gente, son la mejor síntesis de cómo terminó la noche en el Campeón del Siglo.

Peñarol volvió a quedar en cero y a dejar puntos, igual que la semana pasada ante Liverpool, con el agravante que esta vez fue de local y con una notoria involución en su juego.

Aquel equipo que pareció tener las cosas claras en la primera fecha ante El Tanque es ahora un cúmulo de nervios, que no pierde la decisión de ir a buscar el partido pero no sabe cómo conseguirlo.

Sin jugar no se puede ganar casi nunca. Y Peñarol no juega. Se deja la piel en la cancha pero con eso no alcanza. Tampoco tiene una individualidad que lo rescate, que cargue con el equipo. Ni sus volantes rompen líneas ni sus delanteros son capaces de generar algo por sí mismos.

En un planteo como el que hace Leonardo Ramos, con dos internos de escaso juego, es clave que los extremos sorprendan y los de arriba ofrezcan soluciones. Si su técnico quiere un equipo veloz y vertical, necesariamente debe tener líneas compactas y no una distancia de 40 metros entre los volantes y los delanteros.

Que Lucas Cavallini y Gastón Rodríguez no justifican la titularidad es tan cierto como que no les llega una pelota bien jugada. Ante Boston River Guzmán Pereira y Ángel Rodríguez no tuvieron claridad mientras que Matías Mier y Juan Martín Boselli no tuvieron sorpresa.

Si bien la situación no es desesperante, da la sensación de que el equipo debe tener más fútbol en el medio, más explosión por las bandas y capacidad de resolución arriba. Algo de eso intentó en la segunda parte, donde el equipo se superó respecto del primer tiempo, pero no alcanzó.

Boston River no hizo demasiado. Para llevarse un punto del Campeón del Siglo le bastó con un señorial Diego Scotti en la mitad del campo y un equipo entregado a la causa. Marcó bien y se acercó a Guruceaga cuando pudo. Le faltó capacidad para aprovechar algunos errores defensivos de su rival.

El primer tiempo fue una oda a la imperfección. Los dos equipos estuvieron erráticos para pasar la pelota y fueron ineficaces en la búsqueda del arco rival.

Ante la ausencia de Marcel Novick, Rodríguez fue el compañero Pereira en el círculo central. Las características de los volantes hacen de Peñarol un equipo rústico para avanzar por el medio. Boston River tapó las subidas de Mier y Boselli y tanto Rodríguez como Cavallini jamás detectaron que debían bajar algunos metros para tomar contacto con el balón. Previsible, el Carbonero jamás inquietó.

La visita atacó poco y sin profundidad. A pesar de tener futbolistas de buen pie no pudo conectar en ataque.

Con el ingreso en el segundo tiempo de Cristian Rodríguez y Junior Arias, Peñarol ganó en intensidad y vértigo. Si el Cebolla no puede ser titular por una cuestión física la presencia de Arias es, a todas luces, imprescindible desde el primer minuto.

A 15 del final, Ramos sacó a Rodríguez, dejó como único volante de contención a Pereira e incluyó a Nicolás Dibble. Con mucho ímpetu y escasas ideas, buscó el gol pero fue incapaz de tener siquiera una oportunidad clara. La pudo tener si Andrés Cunha sancionaba un penal por mano en el área de Boston River pero el línea no lo vio y el árbitro lo pasó por alto.

Los de Apud se replegaron para tapar los espacios y comenzaron a defender con nueve futbolistas con la intención de proteger a Berbia. En ataque, quedaron jugados a un contragolpe o un error de su adversario para llevarse la victoria. Pero cuando lo tuvieron lo desaprovecharon.

En apenas tres fechas el Peñarol de Ramos quedó cuatro puntos detrás de Nacional y recibió los primeros silbidos de su gente. Todavía está a tiempo de revertir las cosas. Pero ya está ante su primera crisis.