500 gramos de zanahorias
1 cebolla
1 diente de ajo
1 huevo
100 gramos de queso muzzarella o cuartirolo
3 cucharadas de pan rallado
100 gramos de harina
Sal, pimienta, hierbas.
Aceite de girasol
1. Ralle las zanahorias.
La frase es breve y la acción es simple. Pero son alrededor de 5 zanahorias que primero hay que pelar y luego rallar. Lleva tiempo y desmotiva. No parece el mejor inicio, pero no se deje hundir en una desesperanza naranja.
Ralle también la cebolla y el diente de ajo.
2. Pique el queso en cubitos. También podría rallarlo, pero ya ralló demasiado, se merece un descanso.
3. En un bol ponga un huevo, la sal, la pimienta y las hierbas. Puede ser tomillo, orégano, eneldo, romero o menta. O lo que intuya que va a quedar bien. Yo elegí tomillo y orégano. Y quedó bien.
Agregue las verduras y el pan rallado. Una los ingredientes y agregue harina para contrarrestar el líquido que sueltan las verduras ralladas. Cuanto menos, mejor. Con 100 gramos es suficiente.
4. Caliente el aceite para freír.
Una vez que tenga una masa relativamente homogénea comience a formar las carotokeftédes.
Generalmente se hacen unas bolitas que luego se aplanan. La consistencia de la masa no permite mucha libertad creativa, pero si quiere probar suerte buscando formas más exóticas como estrellas de mar o réplicas del Graf Spee, allá usted.
5. Fría brevemente las carotokeftédes y páselas a una bandeja con papel absorbente. Ignore el enchastre de aceite y masa de zanahoria en el que su cocina se acaba de sumergir. Eso queda para más tarde. Ahora concéntrese en el color, el sabor y la hermosa confusión entre lo crocante y lo cremoso de estas bolitas de zanahoria, queso y hierbas.
Listo.