Jorge Sarasola

El pueblo británico entra en campaña electoral - sí, de nuevo

En un contexto donde el Reino Unido abandona la Unión Europea y Escocia desea la independencia, los votantes volverán a las urnas para dar su veredicto sobre Theresa May.

Actualizado: 23 de abril de 2017 —  Por: Jorge Sarasola

"¿Me estás tomando el pelo? ¡Otra vez no! Por el amor de Dios - no soporto esto. Hay demasiada campaña política de momento. ¿Por qué tiene que hacer esto?", fueron las palabras de una transeúnte de Bristol, Brenda, cuando un periodista de la BBC le comenta que la primer ministra, Theresa May, ha llamado a elecciones anticipadas para el 8 de junio. El video ya se ha vuelto viral y encapsula la frustración de muchos.

Es que mientras el sol primaveral despierta a los tulipanes británicos, se respira un cierto hastío frente a la obligación de volver a las urnas. Razones no escasean, ya que el Reino Unido sufre de lo que podríamos denominar como una 'saturación electoral'.

En 2014 la feroz campaña que desató el referéndum por la independencia escocesa reverberó en cada rincón del país. En 2015 las elecciones nacionales le dieron una mayoría parlamentaria al partido conservador liderado por David Cameron. Al haber sido derrotado, el líder del partido laborista - Ed Miliband - renunció, dando lugar a una elección interna donde el outsider socialista, Jeremy Corbyn, tomó el mando del partido. En 2016 el referéndum por el Brexit dividió a una nación y lanzó a la Unión Europea a una crisis que amenaza con hundirla. Post-referéndum, Cameron renunció y una elección interna dentro del partido conservador le dio al Reino Unido la segunda primera ministra de su historia, Theresa May.

A esto hay que sumarle las diferentes elecciones nacionales que tuvieron lugar para elegir a los respectivos líderes de Escocia, Irlanda del Norte y Gales, y votaciones por importantes alcaldías, como aquella que le dio a Londres su primer alcalde musulmán, Sadiq Khan.

"¿Por qué tiene que hacer esto?", preguntó Brenda aludiendo a la decisión de May. En primer lugar, para validar su mandato: los años que siguen serán transcendentales para posicionar al Reino Unido en el mundo fuera de la Unión Europa, y May no tiene un mandato del pueblo sino que meramente ganó una elección interna donde solo votaron los miembros de su partido. La primera ministra dejará de ser la suplente de Cameron y tendrá su programa de gobierno personal.

En segundo lugar, para ampliar ese mismo mandato: al tener una mayoría parlamentaria muy fina, May ha sufrido en cada ocasión que ha intentado pasar legislación importante en la Cámara de los Comunes, sobretodo en relación al Brexit. Un voto para la actual primera ministra se transformará en una aprobación a su versión del Brexit.

En tercer lugar, para aniquilar a la izquierda: las encuestas ponen a los conservadores al menos 20 puntos porcentuales por delante de los laboristas. Si esto se cumple el 8 de junio podría significar una mayoría de más de cien parlamentarios (actualmente es solo de diecisiete). Es tan pobre el estado del partido laborista en la intención de voto que la tentación de ir a las urnas y obtener una mayoría histórica ha estado latente desde el año pasado en el bando conservador. Otras voces dicen que este es un momento propicio para May porque las consecuencias negativas del referéndum aún no se han sentido en la economía, pero pronto aparecerán las primeras grietas que disminuirán su popularidad.

Quedan pocas dudas que esta será una elección nacional girando en torno al Brexit. May apuntará al 52% que votó para salir de la UE proponiendo un divorcio limpio y sin ataduras que termine con el libre movimiento de personas, quite al Reino Unido del mercado común y escape a la jurisdicción del Tribunal de Justicia de la UE. De esta manera espera apropiarse de los votos del Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP) y sumarlos a las arcas conservadoras.

Los demócratas liberales liderados por Tim Farron optarán por la estrategia opuesta. Este partido centrista apunta todas sus armas al 48% que quiso permanecer dentro de la UE y cuyas voces parecen olvidadas en los planes de la actual primera ministra. Su principal propuesta es un segundo referéndum que ratifique la decisión luego de que las consecuencias de la partida queden claras. Con solo nueve parlamentarios actualmente (de entre 650), esta estrategia anti-Brexit le pagará buenos dividendos al partido.

Esto deja al laborismo en una situación muy incómoda, sobre todo por la división interna en sus propias filas. Mientras que ciertas facciones de la clase trabajadora históricamente laborista optaron por abandonar la UE, sus votantes de clase media tienden a oponerse. Entre la espada y la pared, Corbyn quiere alejarse de los demócratas liberales y respetar el resultado del referéndum, pero distanciándose de la versión del Brexit impulsada por los conservadores y abogando por una mayor colaboración con Europa.

Por causa de esta división interna, no sorprenderá si Corbyn intenta mover la conversación hacia temas domésticos como la salud pública, educación, evasión fiscal o vivienda, terrenos donde se siente más cómodo.

Asimismo, la elección en Escocia se verá a través del lente de un potencial referéndum por la independencia. Un voto por el partido nacional escocés de la actual primera ministra, Nicola Sturgeon, se podrá percibir como una aprobación a su propuesta para independizarse.

Para May esta es una apuesta poco riesgosa con el objetivo de ampliar su mayoría. Para Corbyn esta es una última última oportunidad antes de que su cabeza ruede. Para los periodistas, presentadores, politólogos y 'opinólogos', otro año de zafra. Para el pueblo británico, hartazgo.  



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