“Algunas familias no donaron y se han arrepentido”

El jefe del sector Coordinación, Procuración y Trasplante del Instituto Nacional de Donación y Trasplante (INDT), el doctor Raúl Mizraji, dijo que algunas familias que tuvieron la posibilidad de autorizar una donación de órganos y no lo hicieron luego se arrepienten.

Actualizado: 26 de junio de 2017 —  Por: Redacción 180

“Algunas familias no donaron y se han arrepentido”

Foto: No Toquen Nada/José Benítez (Todos los derechos reservados)

Cuando una persona sufre una muerte encefálica y por lo tanto es un potencial donante, un equipo del INDT integrado por un médico intensivista y una psicóloga, se traslada hasta el lugar para evaluar el caso.

“El médico se dedica a los aspectos médicos como ver el diagnóstico, ver cómo están los órganos, cuáles son útiles para trasplante, y la psicóloga se hace una composición de lugar, habla con el médico tratante y después hablan en conjunto con la familia de la persona fallecida. En el caso de los niños, se habla con los papás, los pediatras tienen muy buen vínculo, hay una información buena y clara, y cuando llegamos están bien informados. Se les plantea la posibilidad de donar, se les dice qué órgano es y no se le pide ningún otro que no sea para trasplante. A la decisión la toman ellos con la psicóloga, son instancias que nos llevan dos o tres horas, hay un duelo que respetar, pero es una ventana muy corta entre el respeto y la necesidad porque no hay mucho tiempo. Se trata de apoyar, de facilitar la noticia a otros integrantes de la familia, colaborar con trámites administrativos, pero también tenemos que ir a lo que para nosotros es trascendental porque hay otros niños esperando por ese órgano”, sostuvo Mizraji.

En Uruguay, desde setiembre de 2013 cuando entró en vigencia la ley 18.968, todos los adultos son donantes a no ser que manifesten lo contrario. El cambio implicó pasar del consentimiento informado al consentimiento presunto, o sea que si la persona no se expresa negativamente, se concluye que está de acuerdo con donar sus órganos y la decisión ya no depende de la familia.

Pero en el caso de los menores es diferente porque se necesita el consentimiento de los adultos. Por lo tanto, depende de la familia.

Mizraji explicó que, independientemente de la respuesta que reciban, el INDT hace un seguimiento de esos posibles casos en los que había donantes y que algunos de los que no donaron luego se arrepienten. “La experiencia de estos casi 16 años es que la mayoría de las familias que han donado no tienen arrepentimiento, pero sí hay una reflexión de aquellos que no donaron, por diferentes motivos que nosotros respetamos, y es que algunas de esas familias se han arrepentido cuando salen de ese momento difícil en el que tomaron la decisión. Por eso es importante hablar antes del tema”, dijo Mizraji.

Para el jerarca del INDT ser donante es un “privilegio” porque muy pocos tienen la posibilidad de serlo y en consecuencia de salvarle la vida a una persona. “Los porcentajes son bajos, esas personas que donan órganos son héroes nacionales porque de verdad salvan vidas, decenas y decenas de uruguayos”, afirmó.

Para que una persona pueda donar un órgano, el fallecimiento tiene que ser en situación de muerte encefálica y las estadísticas muestran que solamente el 2,5% de la población fallece en esa condición clínica.

En total son, en promedio, 6.000 muertes por año de las cuales 150 son posibles donantes. Pero no necesariamente todos van a poder donar porque hay otras condiciones que se tienen en cuenta.