Gabriel Quirici

Impresiones desde Wilson: el caudillo y su derrotero

La película de Mateo Gutiérrez sobre Wilson resulta un valioso aporte para la construcción de nuestra historia reciente y confirma la vigencia de visitar nuestro pasado de manera diversa y con amplitud de enfoques y sensibilidades. Y en ese sentido invita a subrayar la importancia de “dar vuelta las páginas” (muchas páginas) del tiempo para revisarlo entre todos y “leernos” mejor sin que ello signifique tener “ojos en la nuca”.

Actualizado: 10 de agosto de 2017 —  Por: Gabriel Quirici

La narración que ofrece Gutiérrez es a la vez profunda y encantada. Profunda para comprender el lado humano, cotidiano y personal de la figura política; y encantada,  por la dimensión de la figura, ya que el Director recorre con su film parte sustancial de su propia experiencia vital muy cercana al liderazgo  Wilson y su familia. No es un hecho menor la obra esté dedicada a su madre, Matilde Rodríguez.

En ningún momento el film se presenta como el documental definitivo o pretende resolver cuestiones problemáticas respecto a las polémicas históricas. Su nombre es “solo” Wilson. Lo  que dice mucho,  y puede dar la idea de una conexión casi emocional por revivir a Wilson y al wilsonismo en un sentido de experiencia cinematográfica colectiva. Para muchos significa volver a ver a Wilson, para los más jóvenes quizás,  verlo por primera vez con su presencia en imágenes y él como centro. Ver una película de su vida a casi treinta años de su desaparición física tiene un efecto revitalizador y porque no, removedor.

Es probable que esta condición sentimental estuviera en las intenciones y también en las motivaciones del Directo. Por ello es inevitable asociar la película, la ida al cine, el efecto social con algo mixturado entre lo político, lo documental, lo mítico y la mística. Y en ello debe ir gran parte del arte que Mateo Gutiérrez dedicó al construir la película.

Hay una profunda construcción de la persona: campera y campechana, divertida y con ganas siempre de aprender, frugal y dispuesta a los desafíos, vertiginosa, cautivante y algo desordenada.  También aparecen los momentos familiares, los encuentros con otros sectores políticos y sociales, su capacidad de diálogo más allá de lo programático e ideológico.

Se traza con agilidad la emergencia de la figura política. La posibilidad de nuclear al nacionalismo independiente junto con un ala del herrerismo, la gestación de la CIDE y su rol como legislador/interpelador de ministros durante el gobierno de Pacheco. Síntesis de la cuál surgirá el candidato de “Nuestro compromiso con usted” en 1971.

La oposición al golpe de estado y su improvisado escape a la dictadura, aparecen como un espacio de tragicomedia en la narración. El famoso discurso del 27 de junio de 1973 es central y se vuelve una pieza de registro, ya que la opción por mostrarlo completo y no solo dejar el grito final de “¡Viva el Partido Nacional!” (que es lo que todos más hemos escuchado y que suelto parecería un arrebato) resulta explicativa del sentir combativo de Wilson. Los desórdenes e improvisaciones de sus salidas del Parlamento (en auto prestado) y del país (pidiendo nafta para el avión y olvidando “la plata”) recobran en la narración el tránsito humano, menos épico y más caótico, de un líder y un movimiento que tuvieron que huir a las corridas.

Se destaca en el film la cobertura referida a la participación de Ferreira ante el Congreso de los EEUU para denunciar la dictadura y sancionar al gobierno militar uruguayo a partir de la enmienda Koch. La reconstrucción de la presencia de Wilson a partir de los testimonios de varias personalidades que lo recibieron resulta ilustrativa tanto del rol que Ferreira jugó como opositor a la dictadura, como de las características peculiares de su forma de hacer política. En este caso los relatos adquieren un valor diferente, en virtud de que se trata de políticos y activistas norteamericanos, alejados de la interna uruguaya (más allá de su compromiso e interés) y pese a ello, destacan la capacidad oratoria y carismática de Wilson, quien es descrito como un guerrero alegre (“happy warrior”) que logra atrapar a su auditorio y transmitir, pese al duro momento que se estaba viviendo (venía de la reciente ejecución en Buenos Aires de sus amigos y contactos) convicción y optimismo para continuar luchando por la democracia.

También resulta elocuente el dilema que Wilson ayudó a resolver: desde la dirigencia de los EEUU en general se veía a las dictaduras del Cono Sur como un mal menor ante el freno al comunismo. La “ventaja” con la que corrió Ferreira fue la de poder denunciarla y a la vez ser víctima pese a no ser comunista. De forma tal que su testimonio adquirió una fuerza mayor, complementada por su capacidad política antes anotada.

El retorno de Wilson ocupa un tiempo sustancial, emotivo y transmite con contundencia la popularidad y la expectativa generada. Los actos en Buenos Aires, la despedida del barco, la cantidad de gente (absolutamente masiva) que fue a recibirlo, así como la convención en Trouville que desborda de gente, permiten sentir visualmente el carisma de aquel líder.

Su prisión (con imágenes muy poco conocidas) y las negociaciones del Club Naval se presentan desde una perspectiva de derrota, evidenciando la impostura del gobierno militar (Medina afirmando que “no era un preso político”) y se acompañan de algunos testimonios de otros actores que explican los motivos de su participación en las instancias de salida hacia la democracia.

La postura de reconciliación ofrecida desde la explanada de la Intendencia de Montevideo es destacada como el acto de generosidad política más grande (lo que subraya el cauce emotivo del film) y la posterior participación en la redacción de la Ley de Caducidad se presenta como cierta continuidad de aquel sentir, enfatizando en la “responsabilidad” de Wilson y en su posible actitud diferente a la hora de aplicar en caso de que hubiera llegado a ser presidente. No sin mostrar la división que en el propio movimiento se generó a partir de esa decisión.

El rápido disparo de su enfermedad, asociado al estrés de aquellas épocas, se ven acompañados por una serie de participaciones finales de Wilson recordando sus aciertos y errores, y afirmando que quizás, eran más los segundos que los primeros pero que, si tenía que volver a elegir, la caravana de paisanos que lo esperó a la salida de su prisión le confirmaban que había valido la pena.

Desde una perspectiva personal imagino el valor en sí de la peli Wilson para todo aquel que se conmovió y conmueve con el derrotero del personaje, sus ideas, sus logros, la movilización que generó y los fracasos propios. En este sentido imagino, insisto, que el valor del film tiene mucho de ritual emotivo y de energía colectiva, para los wilsonistas en primer lugar y para todos los que vivieron la peripecia de la crisis de la democracia y su recuperación con intensidad.

Esa fuerza sentimental creo que fue en demérito de una búsqueda inquisitiva y problematizadora de ciertos puntos críticos en el accionar de Wilson: las polémicas internas respecto a la ley de reforma agraria (ilustrada en una metáfora del Pepe Guerra y su cuerda rota), la división blanca entorno a la cuestión del fraude de 1971, la votación del Estado de Guerra interno en 1972, la participación de Por la Patria en la marcha del 9 de Julio del 73 sin Wilson, la decisión de venir pese a no haber negociado con éxito (y tras contactos con los mandos militares), la opción por redactar una ley como la de caducidad que partió a la interna de su movimiento y dejó al caudillo protestando (“Así no vale”) cuando Sanguinetti dijo que no había peligro de quiebre institucional… cada uno de estos puntos encuentra su mención (excepto el Estado de Guerra y la marcha del 9 de julio) en el film pero sin problematización historiográficamente suficiente.

Es probable que de meterse en cada nudo crítico, “Wilson” debiera haber sido una serie para TV y no una película. De forma tal, que el producto final nos presenta una cálida y humanizada versión del líder, dejando abierta la posibilidad de que otras investigaciones puedan explicar sus puntos críticos que, también son parte de su derrotero.



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