Los liceales que van a clase en vacaciones y los sábados

No importa si es sábado o empezaron las vacaciones de julio, los estudiantes del taller de robótica de Tala van a aprender sin obligación ni calificación, impulsados por la motivación de hacer lo que les gusta.

Actualizado: 08 de octubre de 2017 —  Por: Nicolás Kronfeld

Los liceales que van a clase en vacaciones y los sábados

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Más de 50 alumnos del Liceo José Alonso y Trelles de la ciudad de Tala asisten al taller de robótica que se dicta en esa institución. Lo hacen fuera del horario liceal (a contraturno) y asisten por el mero hecho de aprender, sin importar que el sistema educativo no se los exige y que nadie pasa una lista para ver si vinieron.

Los alumnos de Ciclo Básico empiezan con un aprendizaje introductorio que les muestra el funcionamiento de los robots y algo de programación, mientras que los de Segundo Ciclo van desarrollando robots en base a proyectos.

“Acá vienen a hacer, ellos son los protagonistas de la clase: eligen los temas, elaboran los proyectos, diseñan y arman los robots. Nos movemos en bases a sus inquietudes y si eligen hacer algo, lo hacemos”, dijo a No toquen nada la docente del taller, Alicia Ferrando.

Además, resaltó la importancia de combinar asignaturas: “Tratamos de que la robótica sea un puente para el aprendizaje de otros contenidos que se dan en el aula; trabajamos coordinados con otras materias para aprovechar lo que hacemos en todos los campos”.

Cuando abrieron el taller en 2012, cada grupo dedicaba cinco horas semanales pero la demanda creció y Ferrando explicó que las horas se volvieron meses: “El año pasado vinieron durante las vacaciones, todo febrero. Dedicaron sábados completos y lo hacen porque no les pesa. Eso es lo que llama la atención, que la motivación se mantiene. Yo vengo cansada y ellos están esperando afuera del liceo, con todas las ganas, entonces me contagian”.

Nicolás Borges, alumno de quinto Científico, dijo que la parte más disfrutable es la de programar y armar el robot: “Ahí ves cómo funciona, le das vida y podés ver que hacen lo que vos querés. En otras materias o talleres vos no ves los resultados pero acá sí y eso es lo mejor. Me motiva más que las clases porque ahí hacés lo que el profesor te manda y acá haces lo que querés”.

Por su parte, Camilo Valdivia de trecer año, resaltó que “en el taller hay más libertad, no tenemos que estar sentados 45 minutos mirando un pizarrón, es más dinámico”.

La motivación es tan grande que contagia a los adultos como Fernando Gómez, que llegó a ayudar como docente de química en un proyecto puntual que requería conocimientos de su materia y terminó quedándose.

Gómez asiste voluntariamente y aprende de robótica junto a los alumnos. “Es muy interesante verlos trabajar tanto, meter tantas horas, primero ver que las cosas no salen y luego empiezan a salir. A partir de mi ayuda inicial y de ver en acción todas las ideas de los estudiantes, el taller me atrajo y decidí quedarme en este espacio tan interesante”, dijo a 180.

El docente aclaró que “no a todos los estudiantes tiene por qué gustarle la robótica o la programación pero está bueno tener diversidad de espacios para que ellos puedan mostrar las cualidades que tienen”.

Ferrando, la profesora titular del taller, destacó la importancia de ser original y confiar en el potencial de los alumnos: “Si uno le busca la vuelta, con la gente joven se pueden lograr muchas cosas buenas”.

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