“El Cuarto” de un cuarentón “recién adaptado”

Este lunes 30 Fabián Marquisio presenta su disco El Cuarto en la Sala Hugo Balzo, del Auditorio del Sodre. Tras el éxito de Villa Azul, disco que reúne las canciones que compuso para su hijo con autismo, el músico vuelve a su carrera “para adultos”.

Actualizado: 27 de octubre de 2017 —  Por: Mauricio Erramuspe

“El Cuarto” de un cuarentón “recién adaptado”

Fabián Marquisio (Difusión)

¿Cómo viene El Cuarto?

Estoy super contento porque además tuvimos la suerte de hacer una gira por el interior presentando el disco. Eso te da como un termómetro. Hemos hecho 26 ciudades, 7.300 kilómetros contados, con todos los toques llenos. Además siempre se nota en la venta del disco en la puerta. Se viene vendiendo bárbaro. Esto habla de que la canción funciona.

Cuando vos tirás una obra de arte, sea una canción o una película, tenés una idea pero no sabés bien si es bueno... Si pensaras que es malo no lo sacás, pero no sabés cómo va a calzar, si va a gustar. Hay que estar preparado para ambas cosas. Pero está andando muy bien.

Villa Azul tuvo mucha repercusión. ¿Tenías miedo de quedar pegado a ese material y que no pudieras salir a hacer otras cosas?

En algún momento me lo dijeron, cuando explotó lo de Villa Azul fue una locura e incluso demoró la salida de este disco que ya lo tenía medio hecho. Lo editamos en Argentina, en Australia, hicimos los videos, fue una cosa muy loca. Y hubo gente que me decía que me iba a quedar pegado a una cosa para niños.

Yo creo que los músicos tenemos una función. Me pareció que podía llegar a pasar y que si me quedaba en eso, como una persona que le canta y ayuda a los niños con discapacidad, ta... esa es mi finalidad en la vida y en la música. Esto es como una cuestión de vida, de destino. A veces buscamos un destino y en realidad es otro. Vamos empecinados en ese y el otro destino nos está mandando señales constantemente. Yo siempre vi esas señales del destino y miré como buen mochilero que fui toda mi vida que no tenía que ir para allá sino para acá.

Me encanta hacer mi música, la voy a seguir haciendo, pero si el destino es dedicarme a lo de Villa Azul, me encanta. Por eso no lo he matado, sigo tocando, haciendo talleres y hay una idea de hacer una segunda parte. Manejo las dos cosas en paralelo.

¿Cómo es eso de las señales? ¿Cómo te llegan, cómo las vas sintiendo?

Yo estuve mucho tiempo de mochilero. Me fui a los 17 años de casa y volví a mi vida sedentaria a los 33 años. Vivia en la casa de no sé quién, me quedaba acá, me iba de viaje por América. Y esa forma de vida, que está buenísima pero también es difícil, te enseña a tomar lo que viene. A veces estás en un lugar, querés ir a tal ciudad y no pasa el ómnibus para ahí y sí un camión que va para tal otra... a la tercera oportunidad decís no voy para allá, voy para tal otra ciudad. Esas pequeñas señales de destinos en la ruta también después las terminás reflejando en las cosas: no tengo que estar con tal persona, no tengo que hacer eso.

Uno se empecina, no se sabe por qué, si por el miedo a estar solo o a cambiar, a dejar un trabajo. Y a veces todas las señales te dicen que tenés que cambiar. Yo aprendí a hacer esos cambios, que uno puedo girar el manubrio 180 grados si no está cómodo en un lugar.

Cuando pasó lo de Villa Azul había gente que me decía que me iba a cagar la carrera haciendo canciones de caca y pichí. Me pareció que la finalidad era más importante que el medio. A mí esto me sirvió con mi hijo y si le sirve a un padre más, ya está.

Leyendo tu biografía, se mencionan tus cuatro discos editados y a todos se los asocia a un momento de tu vida. Eso pasa en todos los artistas, siempre tiene que ver con un momento de la vida, pero en tu caso se hace explícito. Una vida que ha cambiado mucho pero que siempre tuvo a la música como lo permanente.

Totalmente. El Cuarto cierra un grupo de discos conceptuales. No son solamente un grupo de canciones sino que expresan una foto de una persona y de la música que forma parte de la banda sonora de esa persona.

América feliz fue un disco que hice después de todos esos viajes por América. Luego viene Música de mar y desquicio que es un disco de paz, yo me radico frente al mar y encuentro a mi primer hijo, es más profundo. Luego Villa Azul que es un disco de un padre para su hijo con autismo y tiene que ver con eso, con las actividades para ayudar a su hijo y los demás. Ahora llega El Cuarto que es el disco de un cuarentón con tres hijos, con cuentas para pagar y una vida normal que todo el mundo conoce pero para mí es rarísima. Recién me estoy adaptando.

En el disco hay canciones a tu mujer, a tu hijo nuevamente, a tus amigos. Es una celebración de la vida, ¿no?

Si, es haber llegado vivo hasta acá (risas).

Pero también hay problemas.

Claro, de todo lo que ha pasado. Tiene cosas muy duras. Hay un tema, Suda América, que es muy duro.

América Latina es dolorosa pero alegre. Lo aprendí con gente que había perdido a toda su familia e igual bailaba. Es como una forma de encarar la tristeza. Es más, me he dado cuenta que la gente triste en realidad no tiene muchos motivos para estar triste. La gente que se queja más, no tiene reales problemas.

Una vez hablando con un tipo le pregunté si sus problemas se arreglaban con 100.000 dólares. Me dijo que sí. “Entonces a vos te falta plata, no tenés problemas”, le dije. “Salí a buscar plata”. Los problemas están cuando no los podés arreglar con nada, ni con plata ni con nada. Vi millones de cosas así en América Latina. Y esa gente es muy alegre, responde a eso con alegría. Desde el candombe, hasta el samba y el ballenato los ritmos provienen de las castas latinoamericanas más sufridas y golepadas.

Eso es lo que reflejé en los discos. Esa es la historia, decir algo duro pero con alegría. Justamente lo hago para cambiar esa realidad aunque sea en mi interior.

También es llamar la atención sobre una realidad de una manera más atractiva.

Totalmente. Cuando salió Villa Azul quería que se hablara de autismo, yo quería que la gente se enterara, todo lo que hablé lo hablé con alegría.

En tu Facebook y en notas contaste una experiencia que tuviste con tu hijo en un concierto. Él se subió al escenario y empezó a cantar. ¿Qué significó eso para vos como padre?

La escuela de él me invitó a cantar para el Día del Niño. Y cuando llego me agarra Antonio y me dice 'vamos que tenemos que hacer el recital'. Yo le dije que no, que el recital lo tenía que hacer yo. Y cuando llego al escenario viene el sonidista y me dice que mi hijo le había pedido que le pusiera un micrófono. Le dije que no a Antonio y no me escuchó, se subió al escenario y empezó a presentar. '¡Ahora fuerte el aplauso a papá...!' Yo subí, no sabía qué hacer, empecé a cantar y él cantó todas las canciones. Le ponía el micrófono a la gente... ¡Estamos hablando de un niño con autismo! Es un niño al que le cuesta relacionarse con los demás. Y de pronto estaba arriba del escenario, cantándole a 200 niños, a las maestras. Cuando bajé me decían: 'qué divino, lo habían ensayado'. No, no. Fue un invento de él. ¡Es alucinante!

 

El Cuarto - Presentación oficial

Lunes 30 de octubre, 21 horas

Sala Hugo Balzo del Auditorio Nacional del Sodre