Juan Andrés Ferreira

Cómo ingresar a Corea del Norte sin salir de casa: todo el mundo está feliz

De todas las ficciones sobre la Guerra Fría, la única que todavía parece tener algo para decir es la que se vive, en tiempo real, en el siglo XXI, en Corea del Norte. El último régimen estalinista del mundo es también el único estado socialista gobernado por una dinastía hereditaria. Y por su férreo blindaje es, sobre todo, un gran misterio. Los títulos que siguen son algunas de las vías de acceso audiovisual al reino blindado, el autoproclamado próspero y poderoso paraíso de los trabajadores.

Actualizado: 29 de octubre de 2017 —  Por: Juan Andrés Ferreira

Viviendas de cemento, sencillas, funcionales, monocromáticas conforman Pyongyang, su capital, una ciudad en la que no hay colores más vibrantes que los del realismo juche de los carteles de propaganda. Pyongyang, síntesis de Corea del Norte, es el parque de atracciones particular de Kim Jong-un, actual Líder Supremo de la nación, título que heredó de su padre, Kim Jong-il, aficionado al cine y estudioso de la bondades del arte cinematográfico en las batallas ideológicas. 

Lo que sucede dentro de Corea del Norte suele quedar dentro de Corea del Norte. Aunque en la última década, el cine viene ofreciendo excepciones y abriendo ventanas que permiten ver algo de lo que sucede allí dentro. Y en ese sentido, Internet resulta ser un gran aliando.

Ok, dejando de lado la ficción, con las parodias y las comedias como La entrevista (2014) y Team America: World Police (2004), en la red pueden hallarse rarezas como esta:

Se trata de un fragmento de la actuación de la banda de rock industrial Laibach, de Eslovenia, en el Teatro Ponghwa, de Pyongyang, en 2015. Laibach, a menudo identificada con ideas fascistas, pasó a la historia como el primer grupo de rock extranjero que tocó en Corea del Norte. Laibach es la cabeza musical de un movimiento denominado Neue Slowenische Kunst (NSK), Nuevo Arte Esloveno, un conglomerado artístico nacido en 1984 que incluía artes visuales, teatro y música. El nombre del grupo, Laibach, refiere a la denominación de Liubliana, capital de Eslovenia, durante la ocupación nazi de la antigua Yugoslavia. Desde sus inicios, a principios de la década de 1980, el ensamble fue duramente criticado y censurado por adoptar una estética fascista en su vestuario, combinando símbolos nazis y estalinistas en sus conciertos, donde se llegaron a proyectar películas porno mezcladas con discursos del mariscal Tito. Prohibidos en varios países, dieron forma al NSK como vehículo de expansión y difusión. Tomaž Hostnik, su primer vocalista, fue expulsado del grupo de manera póstuma, luego de cometer un “suicidio ritual” al colgarse de un kozolec, una estructura de madera diseñada para almacenar y secar el forraje para animales que en Eslovenia es considerada una forma distintiva de la arquitectura vernácula y un fuerte símbolo de identidad nacional. Desde entonces la voz de Laibach es Milan Fras.

En 2015, Corea del Norte celebró los 70 años del llamado Día de la Liberación, que conmemora la independencia de Japón después de la Segunda Guerra Mundial. El Departamento de Agitación y Propaganda del Partido de los Trabajadores anunció que invitaría a una banda de Occidente. Y entonces apareció Laibach. “Desde su fundación, Laibach ha estado lidiando con el totalitarismo en todas sus manifestaciones”, comentó Fras. “Visitar Corea del Norte era absolutamente obligatorio”. En una entrevista con Rolling Stone, el músico, contó que su primera impresión de Corea del Norte fue: “Esto es como esperábamos... pero de alguna manera es completamente diferente”. Días después la banda buscaba opciones para vivir o permanecer allí un tiempo más prolongado. “El país puede ser pobre y aislado, con un sistema político fuertemente opresivo, pero la gente es fantástica y parece tener una sabiduría preciosa que no tenemos”. Y agregó: “El pueblo de Corea es definitivamente la joya más brillante del país. No pudimos encontrar ningún cinismo, sarcasmo, ironía, vulgaridad ni ninguna otra característica típicamente occidental en sus ojos, rostros y comportamiento. No era más que una sincera muestra de modestia, amabilidad, orgullo y respeto. No hubo ningún desfile militar para el 70 aniversario del Día de la liberación: sólo personas bailando en las calles y los parques de Pyongyang”. La actuación de Laibach en Pyongyang es parte de Liberation Day, dirigido por Morten Traavik y Ugis Olte, filme que documenta la peculiar aventura norcoreana del grupo esloveno. La brecha tecnológica, los problemas de traducción, la constante presencia de “ayudantes” y “supervisores” del gobierno, que llegan a ser hasta 30 durante los ensayos, conformar la trama del documental donde Ivan Novak, integrante del  colectivo NSK, sentencia que Laibach y Corea del Norte forman una pareja perfecta: ambos son incomprendidos y tachados erróneamente como fascistas. “Lo que no nos gustó es que no se nos permitió movernos con libertad”, sostuvo Fras en la nota con Rolling Stone. “Pero en un país que está casi herméticamente aislado del mundo exterior y, por tanto, de toda la contaminación mediática, los extranjeros son sujetos tóxicos que potencialmente podrían propagar sus ideologías a los habitantes de esta utopía comunista tipo The Truman Show”.

Under the Sun, del realizador ucraniano Vitaly Mansky, puede verse en Netflix, y quizás sea el más sorprendente y también el más complejo documental sobre Corea del Norte. Mansky llevaba tiempo queriendo filmar allí, pero no lograba autorización del gobierno. Insistió de todas las maneras posibles. Hasta que un día lo dejaron pasar. Siguiendo las enseñanzas de Kim Jong-il, el Departamento de Agitación y Propaganda vio la oportunidad en lo que parecía una amenaza, y le permitió al director hacer su película. Pero con algunas condiciones. El guion lo asignó el gobierno, que también le proporcionó al equipo un servicio de escolta las 24 horas y determinó los horarios, los tiempos y los sitios de rodaje, las personas a las que Mansky debía entrevistar, y revisó todo el material filmado para asegurarse de que el cineasta y su equipo no cometieran ningún error al mostrar “la vida de una familia perfectamente común en el mejor país del mundo”. La familia es la de Lee Zin-mi, de ocho años, que se prepara para ingresar en la Unión de Niños de Corea, ceremonia que se celebrará en el Día de la Estrella Brillante, el día del cumpleaños de Kim Jong-il, Líder Eterno de la República. 

Pues bien, Mansky se las ingenió para, de algún modo, hacer la película que quería. Los rigurosos vigilantes que estuvieron todo el tiempo con el equipo no sabían que en la cámara podían insertarse dos tarjetas de memoria y, además, “pensaban que si la luz no estaba encendida la cámara no grababa”. Esto le permitió al director filmar todo lo que supuestamente no debía verse: la forma cómo se construye una narración falsa para hacerla pasar por verdadera. Aterrador y fascinante, Under the sun revela los alcances tentaculares de un régimen que se mete en el cuerpo y en la mente de sus habitantes.

En Netflix también está The Propaganda Game, de Álvaro Longoria. Esta producción de 2015 muestra el día a día norcoreano y, a su vez, cuestiona la visión que se tiene de este país en Occidente. El filme es notable, cuenta con testimonios de gran valor, como el Barbara Demick, la autora de Querido Líder, o el disidente Shin Dong-hyuk. De todos modos, el gran gancho es quien oficia como guía por el país: Alejandro Cao de Benós, político y activista español que tiene el grado de delegado especial del Comité de Relaciones Culturales en el Extranjero de la República Democrática Popular de Corea. Todo un personaje.

Un tercer documental, también en Netflix, es The Lovers and The Despot (2016), de Robert Cannan y Ross Adam. El largometraje explora la misma truculenta y tragicómica historia contada en Producciones Kim Jong-il presenta… Cuenta con un material de archivo hasta ahora no visto intercalando entrevistas a muchos involucrados, entre ellos Madame Choi, la actriz secuestrada por el dictador para que filme películas en Corea del Norte. Una de las curiosidades son las grabaciones donde se escucha al Querido Líder, cuya voz es práctciamente desconocida en este lado del mundo. 
En YouTube abunda material de diverso plumaje. Por ejemplo, está The Red Chapel (2009), algo parecido a un antecedente de Under The Sun. El documentalista y estrella de la televisión danesa Mads Brügger armó una compañía de teatro falsa y, bajo la estratagema del intercambio cultural, ingresó a Corea del Norte junto a Jacob Nossell y Simon Jul, dos extraños comediantes daneses-coreanos. Aim High With Creation! (2012) es el título del documental de la realizadora australiana Anna Broinowski, la primera realizadora occidental que vivió en Corea del Norte y que durante su estancia tuvo acceso a todo el material necesario para hacer filmes propagandísticos. Lo de Broinowski es en serio. La cineasta se trasladó a Pyongyang porque quería crear una película de propaganda con la intención de detener el fracking que una compañía de gas iba a llevar a cabo en Sydney. “El cine que Kim Jong-il había promovido era lo suficientemente poderoso como para que 24,9 millones de norcoreanos lo consideraran un dios”, dijo Broinowski. “Como documentalista soy muy consciente de hasta qué punto el cine puede manipular a la gente; me interesa realizar películas que cuestionen cómo piensan y sienten los espectadores, así que quise conocer qué técnicas utilizaba Kim Jong-il para hacerlo”. El resultado está en YouTube. Y es una muestra de cómo la propaganda es también contra-propaganda. 

Si se quiere, hay más. Especialmente, hay algo de producción local. Películas donde el mundo exterior es un lugar amenazante y lleno de gente mala y envidiosa. Son dramas, comedias, aventuras y melodramas que exaltan el patriotismo, las buenas costumbres norcoreanas, el kimchi, plato nacional coreano, y la belleza y elegancia de los trajes típicos de Corea del Norte. 

Hay dramas bélicos como Isla Wolmi (1982), Hong Kil Dong (1986) o From 5PM to 5AM (1990) con historias de hazañas y héroes ejemplares. Y además de aventuras medievales de acción y fantasía como Pulgasari (1985), la versión socialista de Godzilla, la red aloja varios títulos de la cinematografía norcoreana. 

Por ejemplo, La florista, filme de 1972 que narra la historia de Koppun, una joven que, durante la ocupación japonesa, vende flores en el mercado para comprarle medicamentos a su madre enferma. La película se basa en textos de Kim il-Sung, y muestra cómo Koppun, siguiendo los pasos de su hermano, se une al Ejército Revolucionario de Corea en busca de la autorrealización y la felicidad verdadera. Un clásico.

Our Fragrance (2003) es una comedia de enredos con toques dramáticos en la que dos abuelos tratan de unir a sus nietos, Saetbyol y Pyongho, en una cita a ciegas. Las cosas no salen según lo esperado, pero todos aprenden mucho acerca de lo hermoso que es ser norcoreano.

The Kites Flying in the Sky (2008) es una historia de dedicación y entrega a fin superior a los intereses personales y la satisfacción inmediata. Yon quiere ser maratonista, entrena duro, pero cuando un amigo suyo muere ella decide ocuparse de sus dos hijos huérfanos. Con el tiempo, para aliviar la carga que le significa al gobierno la crianza y el cuidado de niños huérfanos en la década de 1990, acoge a otros niños y crea su propio orfanato. Se dice que se basa en una historia real.

Asexuadas, coloridas y vestidas con canciones con “mensaje”, las películas producidas por el régimen, al menos las que están disponibles en YouTube o en Mubi, retratan a Kim Jong-il y Kim Il-sun como líderes amorosos y remarcan la importancia del sacrificio personal por el bienestar general del estado, ese padre luminoso que le proporciona al pueblo todo lo que necesita, razón por la que en Corea del Norte todo el mundo está feliz.



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