Gabriel Quirici

Las revoluciones rusas

A veces para empezar sus cursos el Profesor José Rilla bromeaba y advertía a sus alumnos con un pique: ‘Todos los estudios indican que un estudiante para salvar la materia de Historia tiene que hacer tres cosas: leer, leer y leer’. Más allá del sabio consejo pedagógico (no alcanza con apuntes, ppts y fotocopias) Rilla pone sobre la mesa una clave de la actitud historiográfica, es decir de la producción escrita de los historiadores: para acercarse al pasado hay que leer mucho, con criticidad, método y apertura, pero leer hasta que uno siente que escucha las voces de los protagonistas.

Actualizado: 24 de noviembre de 2017 —  Por: Gabriel Quirici

Por eso la historiografía desconfía de los titulares sensacionales, de los maniqueísmos y de las posturas predeterministas, que dan por supuesto que ‘las cosas debían haber ocurrido así porque así fueron’. La historiografía trata de preguntarle a los documentos ¿por qué pasaron las cosas y qué otras podrían haber tenido lugar y se frustraron? Intentando armar el rompecabezas multicausal de factores políticos, económicos y culturales en clave local e internacional.

Con esta introducción pretendo presentar a continuación una selección de fragmentos de los historiadores que habitualmente utilizo para preparar las clases de revolución rusa, con el objetivo de compartir un conjunto de miradas de diversos ambientes (marxistas, liberales, británicos, norteamericanos, franceses…) que pueden ayudar a escuchar las voces que no expliquen por qué la revolución rusa terminó siendo socialista cuando no necesariamente ese era su destino. Y al mismo tiempo pensar qué, si ese no era su destino ni algo previsto con total certidumbre desde la ideología de Marx, lo ocurrido después tampoco debe ser leído ni como la realización de un plan comunista perfecto ni como el desvío antinatural de una utopía sanguinaria. Sino como el resultado contingente (que puede suceder o no) de un momento de gran cambio social que transformó al siglo XX.

Damos paso a las preguntas y a la voz de los historiadores:

Perry Anderson: ¿Fue una revolución superadora del capitalismo?

“La revolución rusa no se hizo en modo alguno contra un Estado capitalista. El zarismo que cayó en 1917 era un aparato feudal: el Gobiern

o Provisional nunca tuvo tiempo de sustituirlo por un aparato burgués nuevo y estable. Los bolcheviques hicieron una revolución socialista, pero desde el principio hasta el fin nunca se enfrentaron con el enemigo central del movimiento obrero en occidente. ”

Eric Hobsbawm: ¿Podía haber triunfado una democracia liberal?

“Si Rusia no estaba preparada para la revolución socialista que preconizaba el marxismo, tampoco lo estaba para

 la “revolución burguesa” liberal... las fuerzas revolucionarias iban más allá de la fase burguesa-liberal hacia una “revolución permanente” más radical… La tragedia del socialismo soviético estriba precisamente en solo pudo dar lugar a este tipo de socialismo, rudo, brutal, dominante.”

Francois Furet: ¿Por qué creían que podría ser universal?

“… la superioridad del marxismo leninismo (se refiere a su oposición al fascismo) se debe al hecho de que enarbola en su estandarte el nombre del más poderoso y sintético filósofo de la historia que haya surgido en el siglo XIX. En materia de demostración de las leyes de la historia, Marx es inigualable. Ofrece con qué complacer tanto a los espíritus doctos como a los más simples, según se lea el Capital o el Manifiesto. Parece revelarles a todos el secreto de la divinidad del hombre, que sucede a la de Dios: actuar en la historia sin las incertidumbres de la historia, puesto que la acción revolucionaria revela y realiza las leyes del desarrollo. Una vez juntas, la libertad y la ciencia de esta libertad: no hay bebida más embriagante para el hombre moderno, privado de Dios… el militante bolchevique, fiel a la tradición democrática del marxismo, se fija como objetivo la emancipación del género humano”

Marc Ferro: ¿fue obra de los bolcheviques o del pueblo?

La profundidad del movimiento revolucionario no debía solo al hecho de que el control obrero, la gestión campesina, condujeran a la destrucción del modo de producción capitalista. Se debía a que el estado era 

incapaz de frenar ese proceso… otro estado nacía, que podemos calificar de proletario: tenía administración (las oficinas de los comités), sus fuerzas armadas (guardias obreros, guardias rojos), su ley (acuerdos establecidos entre instituciones) y su moral, que era la moral popular, en particular en el campo… los soviets no solo desempeñaban un papel de contrapoder… eran a la vez instrumento de la destrucción del antiguo estado y embrión del nuevo… de ahí que la consigna de los bolcheviques en favor de renovar el poder a los soviets fuera muy popular… De modo que la bolchevización no proviene de una adhesión explícita al partido bolchevique sino de una adhesión masiva a las consignas de las instituciones revolucionarias que se organizan para sobrevivir, antes de injertarse en el partido bolchevique… octubre es obra del pueblo.”

David Priestland: ¿es correcto hablar de revolución bolchevique?

“La famosa escena de la toma del Palacio de Invierno de la película Octubre de Eisenstein, en la que miles de personas derriban las puertas e invaden el palacio es pura ficción. Pero la incapacidad del gobierno provisional para reunir fuerzas y la facilidad con que los bolcheviques se apoderaron de las principales ciudades muestra la sintonía del planteamiento bolchevique con el radicalismo de gran parte de la población urbana… los bolcheviques nunca ganaron una elección, así que no cabe hablar propiamente de “revolución bolchevique” sino de una insurrección bolchevique en el seno de una revolución popular radical cuyos valores fueron respaldados durante un tiempo por los bolcheviques. La alternativa liberal de colaboración de clases y el principio de legalidad tenía escasas posibilidades de victoria ya que la población en general estaba demasiado ansiosa por una redistribución radical de la propiedad y el poder. Lenin y los bolcheviques iban a renunciar pronto a la política popular para ejercer una mucho más autoritaria, y en último término, solo pudieron mantener el poder mediante la fuerza de las armas en una guerra civil. La victoria bolchevique no era por tanto inevitable, pero si lo era, probablemente, algún tipo de socialismo radical; en cualquier caso, una vez los bolcheviques tomaron el poder, por impopulares que pudieran hacerse, el deseo de regreso al antiguo régimen era bien escaso.

Sheila Fitzpatrick: ¿Qué perfil tienen los revolucionarios? ¿Por qué los apoyaron los obreros?

Todos los revolucionarios son fanáticos entusiastas, todos son utopistas con sueños de crear un nuevo mundo en el cual la injusticia, la corrupción y la apatía del viejo mundo no vuelvan jamás a tener lugar. Son intolerantes con el disenso; incapaces en términos medios; están hipnotizados por objetivos grandiosos y lejanos; son violentos, suspicaces y destructivos. Los revolucionarios son poco realistas e inexpertos en materia de gobierno; sus instituciones y procedimientos son improvisados. Padecen de la embriagadora ilusión de representar la voluntad del pueblo, lo cual significa que dan por sentado que es monolítico.

La clase obrera rusa tenía características contradictorias a ojos de un marxista que evaluara su potencial revolucionario... a pesar de sus estrechos vínculos con el campesinado era excepcionalmente militante y revolucionaria. Las huelgas a gran escala eran habituales, los obreros exhibían considerable solidaridad frente a la autoridad de  patrones y estado y sus demandas solían ser políticas además de económicas... hasta cierto punto la clase obrera rusa fue revolucionaria porque no tuvo tiempo de adquirir "conciencia sindical".

Enzo Traverso: ¿cómo se narra la revolución? ¿Fue un simple golpe de estado que anuló la democracia?

La revolución rusa sería pensada como epopeya y estrategia militar… una suerte de contramito negativo… presenta el comunismo como un fenómeno totalitario que cruza la historia del siglo XX: fue concebido en 1917 por una banda de fanáticos y perpetró una orgía de violencia hasta la llegada de Gorbachov… Presenta muchos rasgos en común con la vulgata soviética, como si se tratara de una “versión antibolchevique de una historia bolchevizada”. La única diferencia entre estas dos escuelas reside en el valor –positivo o negativo- atribuido a esa realidad tan simple de descifrar. Para los primeros, el comunismo era el thelos de la historia, el destino providencial de la humanidad, para los segundos se trataba de un horrible sistema totalitario.

Mirándola bien, esta lectura presenta muchas afinidades con el “catecismo revolucionario” que denuncia con tanto vigor. .. se limita a invertir los códigos reemplazando la epopeya revolucionaria por un relato totalitario en el que la “vulgata leninista” cede lugar a la vulgata liberal

Si tratamos de entender octubre más allá del mito, este acontecimiento adquiere simultáneamente los rasgos de una revolución y de un golpe de estado: un acto de fuerza decidido por el partido bolchevique en el contexto de una crisis revolucionaria que venía profundizándose tras la caída del zarismo.

Eran minoritarios en el conjunto del país como probaron las elecciones de la Asamblea Constituyente… pero había conquistado la mayoría de los soviets y constituían la fuerza hegemónica en las grandes ciudades… Lograron quedarse con el poder aprovechando unas mayorías fluctuantes en una asamblea de soviets que tomaba soluciones cada vez más radicales, empujada por la dinámica de los acontecimientos y el descrédito del gobierno… la ratificación del cambio de poder por el congreso de los soviets prueba que Octubre no fue un putsch en el sentido tradicional, puso fin a la efervescencia democrática de febrero y abrió una nueva etapa que desembocaría en la guerra civil.

Moshe Lewin: ¿fue Lenin un dictador?

Fundador y líder del Partido y del Estado, Lenin jamás se comportó con los suyos como un déspota o un dictador.

 Le gustaba la autoridad genuina, aunque tanto como a otros líderes que tuvieron más de un encontronazo con él y no vieron su carrera perjudicada por esos choques. El célebre episodio de 1917 en el que quiso expulsar a dos líderes, Zinoviev y Kamenev, del Comité Central, Yakov Sverdlov, el presidente de la sesión, le respondió sin inmutarse: “Camarada Lenin, nuestro partido no actúa así”. Toda una revelación: durante una reunión en la que estaba sobre la mesa quién asumía el poder, Lenin exaltado y dejándose llevar por los sentimientos, fue llamado al orden por otro líder influyente que dirigía la sesión. Este modus operandi, característico de la tradición bolchevique, siguió vigente después de la revolución. Lenin siempre actuaba ciñéndose a los procedimientos del Partido: discutía acaloradamente y protestaba, pero aceptaba que se votaran todas las decisiones importantes como mandaban los estatutos del partido, aunque no solía perder en las votaciones. Era un líder, no un déspota. Era el líder principal de su partido, no su propietario. Por lo tanto no podemos tildarlo de “dictador de Rusia”, y menos aun cuando, durante la guerra civil, compartió el liderazgo con Trotski a ojos del mundo y de la propia Rusia”.

Eward Carr: ¿fue una revolución socialista “pura”?

Lenin se planteaba la construcción del socialismo en un país económica y políticamente atrasado. EL dilema solo tenía solución si se asumía que la revolución se convertiría en mundial y que el proletariado europeo se alzaría contra sus amos capitalistas, creando aquellas condiciones de las que Rusia carecía aisladamente… desde el principio, la revolución rusa tuvo un carácter híbrido y ambiguo… el pequeño núcleo de obreros con conciencia de clase desempeñó un papel fundamental en la victoria de la revolución. Pero la tarea de organizar y administrar los amplios territorios de la república soviética exigía una forma más compleja y elaborada… Si los fines podía ser descritos como socialistas, los medios utilizados para alcanzarlo eran a menudo la misma negación del socialismo”



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