Diego Muñoz

El caos que el equipo tapó

Sí. Maxi Rodríguez se metió en un caos. En ese momento, cuando llegó a Peñarol, el equipo estaba al borde de un ataque de nervios. Con sueldos atrasados, con un técnico a punto de caer, en mitad de un año electoral, después de un semestre nefasto, con un clásico perdido y una goleada contra Danubio en los últimos amistosos previos al Clausura. ¿O alguien cree que Damiani no se presenta a la reelección por otra cosa que no sea el temor a perderla? Más allá de la irracionalidad de muchos anónimos y de un par de dirigentes más preocupados por generar violencia en las redes que por dirigir al club, basta un segundo para entenderlo.

Actualizado: 26 de noviembre de 2017 —  Por: Diego Muñoz

La realidad deportiva, solo la deportiva y nada más que la deportiva, cambió a partir de la primera fecha. Y Rodríguez fue uno de los responsables. Su talento, su capacidad para tomar buenas decisiones en el campo, ayudaron a un equipo que comenzó a cambiar la cara a partir de las incorporaciones. La de Walter Gargano fue la más importante de todas. Desde la mitad del campo el volante construyó el juego de Peñarol. Rodríguez, Gargano, Guillermo Varela, Fabricio Formiliano, Fabián Estoyanoff, Cristian Palacios y Lucas Viatri, mejoraron la versión de un equipo que había dejado una pésima imagen en el Apertura, la Libertadores y hasta en el Intermedio.

Con laterales que tienen marca y proyección, centrales sólidos, el juego de Gargano, la explosión por las bandas, la calidad de Rodríguez, el empeño de Viatri y los goles de Palacios, Peñarol empezó a ganar un partido sí y otro también.

También influyó el técnico, Leo Ramos quien tomó decisiones fuertes que le salieron bien. Puso a Kevin Dawson en el arco y en el clásico, el partido clave para todo lo que vino después, sorprendió con Cristian Rodríguez como volante interno.

Peñarol llegó al título del Clausura por mérito de su cuerpo técnico y su plantel, que dio una muestra de profesionalismo y cumplió en la cancha como la actual directiva no lo hizo fuera.

Los jugadores estuvieron a la altura y aprovecharon la única oportunidad que tenían para soñar con el Uruguayo. Apenas hicieron notar su disgusto por la deuda con medidas como no concentrar o comenzar más tarde algún entrenamiento. Pero a la hora de salir a la cancha nada de eso se notó.

Ganó en Jardines y en el Tróccoli, volvió a festejar en un clásico, más allá de polémicas hizo su trabajo ante Defensor y derrotó sin sobresaltos a todos los rivales contra los que en el torneo anterior había padecido.

Ahora viene la parte más difícil de la historia pero también la más motivante. Ahí donde Peñarol llegó gracias al compromiso de los que salen a la cancha.



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