Peñarol campeón Uruguayo

Peñarol ganó el Uruguayo tras vencer por penales a Defensor. Luego de empatar 0 a 0 en 120 minutos, el Carbonero convirtió los cuatro penales que ejecutó mientras que el violeta falló dos.

Actualizado: 10 de diciembre de 2017 —  Por: Diego Muñoz

Peñarol campeón Uruguayo

adhoc@Javier Calvelo

Un Uruguayo más. Pero no un Uruguayo cualquiera. Ese trofeo que sonaba a utopía hace pocos meses ahora está en manos de Cristian Rodríguez. Alrededor del capitán los jugadores lucen sus camisetas con el número 51 y festejan a lo grande. Lo tienen merecido. Jugaron todo el Clausura con la soga al cuello, sin margen de error. Se mentalizaron para pelear por el título a pesar de no cobrar el sueldo, de las dudas en los partidos de preparación, de los rumores sobre el cambio de técnico. Esos jugadores que levantan la copa de campeón dieron la mejor demostración de cómo se respalda a un entrenador: con actitud y juego.

Antes, la dirigencia tuvo dos grandes aciertos. Armó un plantel con refuerzos de jerarquía y sostuvo a Ramos. Ambos puntos fueron clave para explicar el éxito.

A Peñarol le sentó de maravilla el segundo semestre del año. Lo empezó tambaleante, 10 puntos debajo de Defensor, muy lejos de Nacional. Y lo terminó a la altura de su grandeza. Dejó de ser un equipo desnaturalizado y desorientado y se puso a jugar al fútbol. No hubo reto imposible para Peñarol. Intenso, agresivo, con momentos de buen juego. Recuperó la confianza individual y colectiva con la victoria en el clásico y a partir de ese momento se convenció que podía.

Con un arquero y dos centrales confiables, laterales con marca y proyección, el juego en el medio de Gargano, explosión por los extremos, la voluntad de Cristian Rodríguez, la claridad de Maxi Rodríguez, el indesmayable Lucas Viatri y los goles de Cristian Palacios.

Así, convirtió el Apertura en una anécdota. Transformó en un cuento de hadas lo que pintaba ser una historia de terror.

En el partido que le dio el título jugó mal. Al igual que en el que decidió la Anual, se vio superado tácticamente por Defensor. El equipo de Acevedo hizo un campeonato notable, con Matías Cardacio y Matías Cabrera en un nivel excepcional. Tras ganar el Apertura se rearmó como pudo ante la partida de sus mejores figuras y llegó con lo justo a definir. Para colmo de males, en el último partido no tuvo a Cougo por suspensión, al arquero Reyes por lesión y perdió a los cinco minutos a Benavidez que salió sentido. No debe reprocharse nada de lo que hizo en el campo.

En la final Defensor le quitó ritmo y le cortó los circuitos de juego a Peñarol. Así el partido se volvió lento, trabado. El negocio que buscaba Acevedo. Los de Ramos intentaban generar desde el medio pero su rival marcaba bien.

La pelota estaba muy lejos de los arcos. El Carbonero tenía gente en ofensiva pero no podía llegar mientras que el violeta dejaba a Waterman demasiado aislado arriba.

En ese contexto los minutos pasaron sin jugadas atractivas. Pierna fuerte, discusiones, tensión. Una final con todas las letras.

El segundo tiempo Peñarol buscó sumar gente cerca del área rival. Sin embargo los centrales de Defensor negaron cualquier intento de ataque.

A 15 del final los de Acevedo tomaron la iniciativa en ofensiva. El equipo se adelantó en bloque y, aunque esporádicamente, se acercó al arco de Dawson como no lo había hecho en otro momento de la noche.

El alargue fue la sala de espera a los penales, donde Peñarol estuvo más decidido, concentrado, fino. Entonces llegó el momento esperado. Ese que parecía una quimera y hoy es una dulce realidad.