Joel Rosenberg

Alas Uruguay: un capricho millonario con el aval de Mujica

El quiebre de Alas Uruguay no tiene nada que ver con el negocio de la aviación comercial. Tampoco tiene relación con la capacidad de autogestión que pueden tener los empleados de cualquier empresa. La razón del fracaso es mucho más simple: este proyecto nunca tuvo un plan de negocios viable, fue solo un capricho con el aval del expresidente José Mujica.

Actualizado: 20 de diciembre de 2017 —  Por: Joel Rosenberg

Alas Uruguay: un capricho millonario con el aval de Mujica

Adhoc ©Nicolas Rodriguez

El final de este año tiene algunos hechos que cierran capítulos judiciales y administrativos de la quiebra de Pluna: el Parlamento votó el fin de Pluna ente autónomo -la oficina que seguía funcionando sin aviones- y la Justicia decretó la liquidación de Alas Uruguay.

Pero aún quedan muchas cosas por entender de las consecuencias del final de la línea aérea. Una de ellas es cómo los exempleados de Pluna armaron este mamotreto de tener su empresa de aviones y lograron la financiación del Estado.

No fueron todos los extrabajadores. Empezaron unos 900 y en los últimos años quedaron poco más de 200. Pero ese grupo que se quedó convenció al gobierno de Mujica de darles crédito, mucho crédito.

Ese crédito hoy es incobrable: Alas Uruguay dejará una deuda de 22 millones de dólares con un patrimonio que sólo llegaría a unos 450.000 dólares. El Estado puso, en total, alrededor de 25 millones de dólares en el proyecto. Los 15 del Fondo de Desarrollo Social y unos de 10 millones por el seguro de paro que tuvo varias extensiones desde 2012 a 2015.

La pregunta es cómo se pudo sostener durante casi cinco años la mentira de esta aerolínea. Y una gran explicación es el Fondes: “La velita prendida al socialismo”, como lo llamó llamó Mujica. El Fondes fue un fracaso y Alas Uruguay fue su producto estrella: se comió 15 de los 50 millones que prestó del fondo. El Fondes no fracasó porque los trabajadores no sepan gestionar empresas. El Fondes fracasó porque se priorizó lo político sobre lo técnico, la empatía militante sobre los proyectos de viabilidad.

Durante todos estos años, mientras pedían y gastaban dinero sin un plan sustentable los jerarcas de la novel aerolínea se manejaron con soberbia. El día que hicieron el vuelo inicial, en febrero de 2016, Sabrina Acevedo, la presidenta de la aerolínea, se lo dedicó “a los contras”.

Era un acto oficial, estaba la plana mayor del gobierno y Acevedo hizo una declaración barata, de tribuna. Pero ese discurso no es casual, así vivieron esto las autoridades de la fallida aerolínea, como una batalla sin sentido, como una película propia.

Después de ese acto inaugural, Alas Uruguay jugó a volar unos meses con aviones alquilados. Todo terminó muy rápido.

Uno de los mejores análisis lo hizo Óscar Fernández, que fue parte del consejo directivo de la asociación que portaba las acciones de Alas Uruguay y además trabajó como piloto en la empresa.

Fernández le dijo a No Toquen Nada en marzo: “Había una plata que se quemaba todos los días, constantemente, sin poder vender pasajes. Muchísimo gasto, muchísima gente”. Fernández, que es el presidente de la Asociación Civil de Pilotos de Línea Aérea, concluyó: “Ha sido una fantasía, lamentablemente.”

A otros les costó más despertar del cuento. Nicolás de los Santos el vicepresidente de Alas Uruguay estuvo en No toquen nada en marzo. La aerolínea no volaba hacia seis meses y se había presentado a concurso. Sin embargo, para él aún había chances para la empresa. Dijo, sin que se le moviera un músculo de la cara que  no veía ningún “error grande de gestión” en lo que habían hecho.

Es claro que en la cabecita de De los Santos y algunos de sus compañeros hubo siempre una nube de humo, de ideas voladas y volátiles.

Esa fantasía millonaria, esa película, contó con el apoyo del expresidente Mujica. Juntos transformaron la herramienta de la velita del socialismo en un soplete que quemó 15 millones de dólares. 



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