Una cocina que “potencia y mejora” a los discapacitados

Cuando un plato de comida es la muestra de “un espacio de expresión que potencia y mejora a los discapacitados”, es más sabroso que la suma de sus ingredientes y más interesante que la historia de su receta.

Actualizado: 22 de enero de 2018 —  Por: Nicolás Kronfeld

Una cocina que “potencia y mejora” a los discapacitados

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Eso pasa en la cooperativa Gastrocoop, creada para que un colectivo vulnerable pudiera ejercer el derecho humano universal de trabajar. Sin embargo, hace dos años se interrumpieron los cursos de capacitación que permitían la generación de nuevos egresados y el círculo virtuoso se cortó. Hoy son 29 cooperativistas y emplean a 14 funcionarios externos pero necesitan seguir creciendo.

Romina Viana tiene un pedido de matambre a la leche para llevar a unas cuadras pero antes les sirve dos pescados al doré a los comensales de la mesa tres. Estamos en la cafetería Calandrias del Centro Cultural “Terminal Goes” pero el origen de esta cooperativa surgió en otro lugar y hace más de 10 años.

El Sindicato Único Gastronómico y Hotelero del Uruguay (SUGHU), junto a la Fundación Instituto Psicopedagógico Uruguayo (IPPU) y la Intendencia de Montevideo (IM) lanzaron en 1997 cursos de gastronomía para discapacitados y los mantuvieron hasta 2015.

A medida que las generaciones de egresados se acumulaban, la bolsa de trabajo del sindicato intentaba darles salida laboral, pero “dependían absolutamente del sindicato”, dijo a 180 Héctor Masseilot, uno de los impulsores de las capacitaciones.

Luego, con el surgimiento de la Ley de Cooperativas en 2006, visualizaron la posibilidad de insertarse en el mercado laboral a través de una cooperativa social. Y el círculo virtuoso empezó a rodar. “Entraban a los cursos, salían con conocimiento y listos para obtener un empleo”, relató Sandra Da Silva, fundadora y presidenta actual de Gastrocoop.

Actualmente, “el 95% de los integrantes tienen discapacidad intelectual y el resto pueden tener problemas motrices o de salud mental. Nos enorgullece que a pesar de tener funcionarios contratados, todas las tareas de la cooperativa son realizadas por discapacitados, desde la atención al público hasta la administración contable”, agregó.

Ahora Caterine Spurr, la ayudante de la cocinera Carmen Agatti, arma unas bandejas con ensalada de lechuga, tomate y zanahoria, que esperan por su churrasco de pollo, cuadril, hígado o bondiola.

La filosofía del emprendimiento es clara y eso lleva a algunas decisiones que no responden a una lógica comercial. “No dudamos en mantener abierto el café durante los primeros meses en que perdimos plata porque lo importante eran los cinco puestos de trabajo que generamos. Ahora mejoramos nuestra situación económica y ya no somos una carga para los otros servicios de la cooperativa”, explicó Masseilot.

Hoy Gastrocoop brinda servicios en el centro Tarará Prado del Hospital Saint Bois, el Hospital Policial, el Ministerio de Desarrollo Social y el Centro Cultural “Terminal Goes”. Sin embargo, les cuesta ampliar sus servicios, al igual que incrementar la cantidad de cooperativistas.

“Hace dos años que no hacemos cursos, entonces no hay nuevos egresados. Además, se han generado nuevos puestos para personas con discapacidad en el Estado y eso también provocó salidas. Nos enorgullece saber que muchos pudieron acceder a puestos públicos gracias a la experiencia laboral que tuvieron en Gastrocoop, pero la forma de crecer es dando más capacitación”, contó Masseilot.

Una mujer mayor entra al café y saluda a todos, parece una clienta frecuente. Pide una milanesa, como siempre. El responsable de hacerlas es Germán Vázquez, “El Milanesero”, como lo describe Sandra Da Silva. Todos los días hace las del café y las del Hospital Policial, que son trasladadas desde esta cocina.

“Germán tiene un principio de autismo y cuando entró a la cocina no tenía relación con casi nadie. Sus avances fueron muy notorios, se integró al equipo y desde el hogar en el que vive siempre nos reconocen y felicitan por su progreso. Eso también es un logro de la cooperativa”, resalta emocionada Da Silva.

Los pedidos se acumulan y la tarde va llegando con su quietud. Sale un café, el salón queda vacío y hay lugar para una última reflexión. “Hemos logrado hitos importantes. Creamos un espacio de expresión que potencia y mejora a los discapacitados pero se cortó la sinergia y sin nuevos cursos no podemos seguir creciendo. En la cooperativa todavía tenemos una egresada del primer curso, ojalá que aún no hayamos capacitado el último”, concluyó Masseilot.