Rinesi, que es director de Tecnología del Instituto para la Ética y las Tecnologías Emergentes de Connecticut, Estados Unidos, y miembro del Instituto Baikal de Argentina, explicó que en algunos casos los desarrollos informáticos actúan sobre problemas que son éticamente cuestionables.
El científico argentino citó un ejemplo de la compañía Amazon, que patentó un sensor que se pone en la muñeca de las personas y verifica cómo mueven la mano a cada microsegundo. Sobre esto, Rinesi sostuvo que “sería poco práctico poner humanos a controlar esos movimientos y pedirles que corrijan los movimientos de los empleados”.
Sin embargo, indicó que “al digitalizarlo transferimos a la computadora el poder de echar personal o subir sueldos a los más eficientes. Cuando ponemos a la inteligencia artificial a controlar problemas que no serían éticamente admisibles si los hicieran humanos, estamos dándoles demasiado poder”.
De todos modos, Rinesi aclaró que la programación es capaz de facilitar o hacer más justas ciertas situaciones pero en este sentido se las subutiliza. “Por ejemplo, en el diagnóstico médico hay muchos casos en que personas de ciertas razas o mujeres, son subdiagnosticadas por cuestiones de ignorancia o ‘racismo oculto’. En ese caso se podrían dar habilidades a las computadoras para compensar esos errores éticos que comenten los humanos”.
