Fuga de luz

Treinta y ocho años después de fugarse junto a otras 37 presas políticas de la cárcel de Cabildo, la fotógrafa Ana Casamayou retrató a la mayoría de esas mujeres, obviamente incluyéndose a sí misma. La serie fotográfica, con el agregado de una instalación y reproducciones de diarios de la época realizados por el diseñador gráfico Germán Parula, se exhibe actualmente en el Museo de la Memoria en el marco de Fotograma 2009.

Actualizado: 04 de diciembre de 2009 —  Por: Valeria Tanco

Fuga de luz

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Las miradas sonrientes y profundas se escapan de las fotografías colgadas de las húmedas paredes de ladrillo sin revoque, y llenan la habitación. El variopinto conjunto contiene combinaciones de políticas, profesionales, amas de casa, figuras públicas, empresarias, artistas, militantes, madres, chacareras y citadinas, del interior y capitalinas. Sin embargo, al observar los retratos aparece un aire común a estas diversas mujeres: se percibe vida. Rica, frondosa y vivida vida, de la cual la cárcel, la clandestinidad, la tortura, el exilio y hasta la fuga misma son sólo capítulos.

En julio de 1971 se concretó el operativo denominado “La Estrella”, en el cual 38 presas políticas fugaron de la cárcel de Cabildo, dejando atrás solo a cuatro mujeres que no participaron por motivos personales. El operativo fue coordinado por el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros desde el exterior de la cárcel, y la huida se realizó a través de las cloacas, saliendo en tandas a una casa vacía cercana. Dentro del grupo estaban Lucía Topolansky y su hermana melliza Elia, y también Yessie Macchi, una emblemática tupamara cuya reciente muerte impulsó a Casamayou a fotografiar a sus compañeras de “La Estrella”. “Yessie fue un referente grande para muchos de nosotros. Era una compañera que cuando estaba clandestina apareció mucho en el diario, la veían por todas partes y se decía que estaba en todos lados. Era muy bonita, muy llamativa y tenía una personalidad muy fuerte. Después fue rehén. Estuve solo unos días con ella en la cárcel, la conocí poco, pero me quedó marcada como referente. Tenía ganas de sacar las fotos desde hacía tiempo y cuando me enteré que falleció Yessie me pregunté: ¿qué estoy esperando?, ¿que no estemos? Sabía que de las 38 había 33 vivas. Y salí a buscarlas”, relata Casamayou.

Adriana Castera, una de las protagonistas de la fuga.

Adriana Castera, una de las protagonistas de la fuga.

Al grupo lo une -más allá de amistades puntuales y de que casi la totalidad pertenecía al Movimiento de Liberación Nacional- su tiempo de convivencia carcelaria y “La Estrella”. Casamayou explica que a “la mayoría de las compañeras las conocí en la cárcel. Y a algunas las volví a ver recién ahora para sacarles la foto. Formamos parte de algo, pero ahora no estamos para nada integradas. Salí a buscar en qué estaba cada una, fue un reencuentro. Quise mostrar la cuestión de homenaje a la vida que fue la fuga para mí en ese momento”. En opinión de Casamayou, existe también un lazo intangible entre ellas “que es subjetivo. Es rarísimo. Fue una etapa en nuestras vidas que, siendo más o menos críticas con cómo se hicieron las cosas, fue muy linda para todas a pesar de los momentos difíciles. Siento que nos mantiene unidas como a los amigos de los 18 años. Ahí no eras amigo, pero te conocías de un día para otro y sentías que compartías más cosas que con tu familia o con otros amigos. Fue muy intensa la vida. Me impresiona cómo hay cosas que vivís en dos o tres años a los veinte y que después a los treinta o cuarenta todavía tienen tanto peso. Lo de la memoria es complicado, cómo se procesa y se habla. Cada una de nosotras tiene su propia visión de lo que pasó. A mí me molesta que la etapa previa al golpe de Estado, entre 1967 y 1973, sea acallada hasta por la propia izquierda, porque es un tema polémico por la toma de armas. Fue todo muy rápido y muy intenso”.

Cuando florezca la acacia

A la hora de realizar los retratos, los tiempos de las fotografiadas marcaron los tiempos de la fotógrafa. Casamayou se tuvo que adecuar a las diversas realidades, hubo viajes al interior y a distintos barrios de Montevideo. Con las que disponían de tiempo, compartió almuerzos caseros, vino y sobremesa. Con otras, se ajustó a los pocos minutos libres de sus pobladas agendas. “Me dio trabajo encontrar a Lucía (Topolansky). Fui hasta el Palacio (Legislativo) y le plantée. Podría haber ido a tomarle la foto en un acto, pero no era lo mismo. Quería que, como todas las demás, se tomara cinco minutos de pararse frente a cámara para que existiera esa complicidad. Le pude tomar recién cuatro días después de la primera vuelta electoral, estaba casi por inaugurar la muestra”, apunta la fotógrafa.

A algunas le costó más convencerlas, como “a Teresa Labrocca. La llamé varias veces y recién cuando no salió el Sí a la anulación de la ley de Caducidad, se puso el pin rosado y un lacito negro y me dijo: ahora sí me voy a tomar la foto”, cuenta Casamayou. Hubo otras con las que fue todo muy fácil. “Adriana (Castera) fue la primera. Le tomé la foto en Emaús, donde trabaja, y enseguida se soltó el pelo y listo, fue de una sencillez increíble”, recuerda.

También hubo quienes postergaron la cita por expresos motivos de coquetería, tenía que haber un corte de pelo previo. Una de ellas dilató la fotografía hasta que floreciera la acacia que quería de fondo.

Casamayou se dejó a sí misma para el final, y a la hora de hacer el autorretrato confiesa que “me di cuenta que es difícil pararte enfrente de una cámara. Me costó, y ahí entendí a las que tuvieron un poco de resistencia”.

Con todas Casamayou charló de distintos temas y “siempre aparecía la actualidad personal y también la política. Intercambiamos un poco sobre cosas del pasado y de cómo está la realidad política de los uruguayos”.

Las fotografías tienen a las protagonistas en primer plano sobre un costado de la imagen, izquierdo o derecho, y en el otro lado hay un paisaje urbano o vegetal en el que el ojo del espectador se pierde, se evade. La intención de Casamayou fue “sumar a la unidad dada por la temática y el hecho de que fuéramos todas mujeres, una unidad desde el punto de vista gráfico. En algunos retratos lo logré más que en otros. Quería dar la idea de la fuga, la luz, el homenaje a la vida”. En cuanto a la alegría, denominador común de los expresivos y sonrientes rostros, Casamayou aclara que no fue intencional. “Si iban a estar sonrientes o no, mirándome a la cámara o no, fue algo que surgió en el momento. Fueron lindísimos los encuentros, buscar cada foto. Pero la complicidad sí fue buscada. Y al final, la mayoría están tomadas mirando a la cámara y con algo que fue saliendo de cada una y sus expresiones que identifico como un ´estuvo bueno´”.

“La Estrella- la fuga masiva de presas políticas 38 años después...”, obra conjunta de Ana Casamayou (fotografía) y Germán Parula (diseño gráfico). Centro Cultural Museo de la Memoria. Av. De las Instrucciones 1057. Abierto de martes a domingos de 12 a 18 horas.

La Fuga de La Estrella