Ernesto Rodríguez

Venezuela Avanza

La semana pasada, tuve la oportunidad de visitar Caracas nuevamente (luego de varios años sin poder concretarlo) invitado por el Ministerio del Poder Popular para la Juventud, para participar de la “Reunión de Altas Autoridades de Juventud de América Latina y el Caribe”. Y aunque apenas fueron unos días de permanencia en la capital venezolana, pude comprobar hasta qué punto las grandes cadenas mediáticas deforman sistemáticamente la imagen de este pujante país.

Actualizado: 01 de agosto de 2013 —  Por: Ernesto Rodríguez

Por mi trabajo, cotidianamente miro la CNN, los noticieros de la Televisión Española y la cadena Telesur, al tiempo que recorro una docena de diarios en formato electrónico, incluyendo El País de Madrid, La Jornada de México, Página 12 de Argentina, El Espectador de Colombia, el Jornal do Brasil, El Faro de El Salvador y muchos otros por el estilo, y aunque ya no me sorprende nada, cada día constato como cada medio da la versión que se le ocurre sobre los mismos hechos y los mismos procesos, influyendo decisivamente en la opinión pública en todos nuestros países.

Sobre Venezuela, en particular, esto es más que evidente. Los columnistas y comentaristas de los principales medios de comunicación hacen cola para denostar a la “democradura” venezolana, para denunciar las constantes violaciones a la libertad de prensa, para criticar el autoritarismo del gobierno y para destacar la violencia incontrolable y la inflación desbordada, como problemas inmanejables y que están destrozando al país. Y aunque nadie puede desconocer que Chávez ganó todas (menos una) las elecciones en las que se presentó como candidato, hacen todo lo posible para demostrar que -de todos modos- en Venezuela hay cualquier cosa menos una democracia.

Debo confesar que yo me encontré con otra Venezuela. Un país polarizado como pocos en la región y con serios problemas en varios planos relevantes, sin duda, pero lejos de la imagen distorsionada y caricaturesca que veo en los medios de comunicación cotidianamente. Tal como destaca la CEPAL en su Panorama Social de América Latina 2012, Venezuela se ubica en segundo lugar (después de Uruguay) como el país más igualitario de la región, y el que más ha avanzado en el combate a las desigualdades sociales en la última década, por cierto. Pero además, tal como lo destaca la UNESCO, Venezuela se ubica en segundo lugar (en este caso detrás de Argentina) en matrícula universitaria, y es el segundo país (después de Cuba) donde ha sido erradicado el analfabetismo, también certificado por varios organismos internacionales.

La lista es, sin duda, mucho más extensa. Pero más allá de los indicadores (siempre relativos) lo que más me sorprendió fue ver la efervescencia de los debates callejeros sobre la política nacional e internacional. Lo pude constatar en varias plazas y calles peatonales, pero también en el metro, hablando con pasajeros que opinaban (con gran conocimiento de causa) a favor y en contra del gobierno, y hasta pude ver colas de gente anotándose para participar de la vida interna del partido de gobierno (el PSUV) y valorar el nivel de los debates entre los diferentes partidos y sectores sociales que respaldan de un modo u otro al gobierno, reunidos en el Gran Polo Patriótico. Una amplia gama de movimientos sociales y culturales, por cierto, se movilizan constantemente, respaldando y criticando (según corresponda) al gobierno, en función de las diferentes medidas aprobadas cotidianamente, en una muestra más de la democracia tal como debe ser realmente.

Quienes me invitaron y con quienes dialogué intensamente en esos pocos días en Caracas, ni desconocen ni ocultan -por cierto- los problemas (muchos y graves en varios casos) que están presentes en la dinámica económica y social de su país, y si bien en muchos casos se encuentran explicaciones exageradamente simplistas a problemas de gran complejidad, en muchos otros se percibe una gran madurez en el análisis de las causas de dichos problemas y una gran responsabilidad en el manejo de los mismos.

Preocupa y mucho, por ejemplo, la violencia (Caracas figura como la tercera ciudad más violenta del mundo en las comparaciones internacionales), en un país donde los propios aparatos de seguridad son -muchas veces- más parte del problema que de la posible solución, y preocupa también la corrupción, alimentada en parte por el creciente control del Estado de varias áreas claves de la economía (incluyendo cadenas de supermercados donde se trata de mantener precios sustancialmente más bajos que los que rigen en el “mercado” para productos de primera necesidad y de gran consumo popular, como las famosas “arepas” venezolanas) y para lo cual no siempre se cuenta con los controles y los sistemas de rendición de cuentas necesarios.

Nada es simple, sin duda. El retorno del Estado en la mayor parte de los países de la región, luego de décadas de hegemonía neoliberal, está permitiendo reasumir la gestión de áreas claves de nuestras economías, y no siempre se cuenta con la experiencia, las capacidades y la rectitud en el manejo de tales dinámicas, pero se trata de procesos decisivos, que están logrando importantes transformaciones sociales, de la mano de dinámicas económicas de gran relevancia, que deberán ser acompañadas -en los próximos tiempos- de transformaciones de fondo en las propias matrices productivas de nuestros países, para consolidar los procesos de cambio.

Y como nada es simple, importa no simplificar. Centrar el análisis de la actual coyuntura política venezolana en el contrapunto entre el Presidente Maduro y algunos otros líderes del gobierno, es un simplismo que no admite el menor análisis, y centrar todas las baterías en los enormes problemas de aquel país, sin reconocer los importantes avances logrados desde la llegada de Chávez al poder, tampoco ayuda a entender realmente qué está en juego y qué puede esperarse del futuro de Venezuela.

Sin duda, sería mejor si gobierno y oposición construyeran relaciones más civilizadas, pero para ello, ambas partes debieran flexibilizar sus posiciones, algo que no aparece como posible en el actual escenario político y en lo que puede esperarse en el futuro inmediato. Mientras tanto, habrá que acostumbrarse a que el “chavismo” llegó para quedarse y que lejos de lo que se quiere mostrar al mundo, está procesando transformaciones de gran relevancia en beneficio del pueblo venezolano, lo que explica -sin duda- el enorme apoyo popular con el que cuenta.

¿Cometen errores? ¡¡Por supuesto!!, y sus principales dirigentes son los primeros en reconocerlo (las anécdotas que cuentan varios de ellos, son más que elocuentes en este sentido) pero lo cierto es que para entender realmente qué está pasando actualmente en Venezuela, hay que sacarse de encima los prejuicios racistas y clasistas que muestran varios analistas políticos, y mirar con más objetividad lo que está sucediendo, reconociendo avances y evitando las deformaciones puramente ideológicas que tanto daño están haciendo en este sentido.



Las opiniones vertidas en las columnas son responsabilidad de los autores y no reflejan necesariamente posiciones del Portal 180.