"Soy un cantor de murga"

Alejandro Balbis presentará su segundo CD, "Sin remitente", el 22 y 23 de noviembre en la Sala Zitarrosa. El cantautor estuvo en No toquen nada donde contó cómo será este show doble. También, habló de su relación actual con la murga, mencionó sus planes de volver a vivir a Uruguay y explicó el porqué de la recurrente referencia al pasado en sus letras.

Actualizado: 15 de noviembre de 2014 —  Por: Redacción 180

"Soy un cantor de murga"

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Joel Rosenberg: Vivís hace muchos años en Buenos Aires. ¿Entre acá y allá o más bien allá?

Alejandro Balbis: No, la residencia es allá pero si medimos la cantidad de tiempo de permanencia en cada lugar están empatados. A veces, estoy más acá que allá.

JR: Desde 2002 sucede esto, más o menos.

AB: Desde 1998. Van a hacer 18 años.

JR: ¿Tenés casa acá también?

AB: No, es un plan a solucionar porque estamos estudiando pegar la vuelta. Seriamente pero con tranquilidad y tiempo, en un par de años. Hay mucha cosa por hacer allá. Mi familia viviría acá con todo placer, menos mi hijo grande, de 18 años, que está totalmente sumergido a la vida de la gran ciudad allá. Pero si le digo a mi mujer, que es argentina, se viene con la beba mañana a Tres Cruces.

JR: Ahora venís para el recital. ¿Para qué otras cosas venís? ¿Viniste para votar?

AB: Para charlar con ustedes, por ejemplo, y con otro montón de periodistas más (risas). Estos días estoy, exclusivamente, haciendo la prensa para el concierto en la Sala Zitarrosa el 22 y 23 de noviembre.

JR: Fuiste productor de La Vela Puerca, No Te Va Gustar, Árbol, La Mancha de Rolando, Adriana Varela y La Bersuit. Es la tarea que realizas que se hace menos visible para el público en general.

AB: Claro, tiene mucho que ver con cómo fueron las cosas de mi vida y con cómo se desarrolló mi “carrera”, que creo que arranca cuando sale “El gran pez”. Antes fui un trabajador de esto y con mentalidad de trabajador. No tenía la mentalidad de ir acumulando una cosa, de ir rumbeando hacia una carrera.

Miguel Ángel Dobrich: ¿Qué te llevó a ese cambio?

AB: Todos esos nombres que dijo Joel recién. Fueron ellos los primeros que dijeron “vos tenés que hacer un disco”. Sebastián Teysera de La Vela Puerca primero que ninguno. Gustavo Cordera y Federico Marinari fueron otros. Me decían: “agarrá las canciones que tenés desperdigadas por computadoras de medio país y salí a la cancha”. De ahí a que yo dijera “estos muchachos tienen razón, estaría bueno, vamos a hacerlo”, pasaron años. Aparte, yo no necesitaba hacer discos, si yo laburaba bárbaro con un montón de artistas de renombre, viajaba, estaba cómodo con la posición de productor/arreglador/cantor. Encima salía en Carnaval… No tenía la necesidad de tener material propio plasmado en una placa. Demoró en venir. Primero, tuvieron otros la necesidad de convencerme. Llegó un momento que en La Vela me decían: “no vengas hasta que no tengas un disco”.

Joel Rosenberg: Y entre “El gran pez” y “Sin remitente”, ¿ya estabas súper convencido de que va por el lado de tener tus discos?

AB: Sí, antes de hacer “El gran pez” ya me di cuenta que iba a hacer ese y montón de discos más en el futuro. Yo ya tengo un tercer disco en la cabeza, hasta tengo más o menos la idea de cuándo lo quiero sacar y todo. Por ahora, ni siquiera es un plan, es una idea de plan, un croquis para trabajarlo el año que viene y grabarlo en 2016. Si todo sale bien, va a haber un tercer disco. Canciones ya hay pero quiero hacer otras nuevas también que reflejen un poco lo que pasa en este momento adentro de mi cabeza. Tanto “El gran pez” como “Sin remitente” son discos que tienen canciones de todas las épocas, desde 1998 a 2012. No es que me senté a componer este disco. Cuando dicen: “este disco es el fiel reflejo del momento que vive el artista”… Más o menos.

Miguel Ángel Dobrich: Ya con estos dos discos arriba, si tuvieras que explicarle a la audiencia qué es lo que tocás y cantás, ¿qué dirías?

AB: Yo soy un cantor de murga. Me parece que igual hago otras cosas, incursiono por otros lugares. Me gusta hacerlo pero siempre desde el mismo lugar. Si canto un tango, voy a ser un murguista cantando tango. Lo vivo con naturalidad a eso. No es que digo “qué horrible, me sale la murga por todos lados”. No, al revés, eso es un valor agregado para mí dentro de mi música. Más tratándose de Uruguay y Argentina, donde esas raíces están muy metidas en el ADN musical de la población, en el imaginario de la gente, en esa parte de la memoria donde se guarda la niñez, los seres que ya no están y los recuerdos bonitos de nuestras vacaciones. Esa esencia está siempre, cante un rocanrol, un tango, una milonga o lo que venga.

MAD: ¿Sentís que tenés un don con tu voz?

AB: No, no lo veo así.

MAD: Igual, es un arma de trabajo.

AB: 30 años de laburo tengo.

MAD: ¿Cómo cuidás la voz?

AB: Yo no la cuido, ella me cuida a mí (risas). Trato de fumar poco. Es complicado el tema.

MAD: ¿Nada de ejercicios? ¿Nada de eso?

AB: ¿Ejercicios para la voz? Evito hacer cosas: tomar bebidas frías con el viento de frente… Detalles.

Joel Rosenberg: Joderte al santo botón, digamos.

AB: Claro. Igual, nunca me quedé difónico desde que me puse a dieta. Ni una vez. No sé si tiene que ver pero fue así.

Miguel Ángel Dobrich: ¿En qué consiste esa dieta?

AB: En evitar ciertos alimentos.

Joel Rosenberg: Eso lo mantuviste…

AB: Sí, es difícil vivir de gira y estar a dieta. Vos llegás y te dan lo que te dan. Por eso, a veces, la rompo un poco. Pero, básicamente, me alimento sin harinas, sin TACC (trigo, avena, cebada, centeno) ni productos lácteos. Con los años fue cambiando algo adentro mío que hizo que un montón de cosas que me pasaban, no me pasaran nunca más. Por ejemplo, dolores de espalda que me dejaban inútil por tres días.

JR: Y sentís que nunca más te pusiste difónico...

AB: Nunca más. A veces siento que la voz está cansada porque toqué dos o tres veces en un día. Hoy hice 14 notas en un día (risas) y ahí, de repente, siento que necesito estar sin hablar por un día. Pero es todo lo que hago para cuidarla.

Miguel Ángel Dobrich: ¿Qué te pasa cuando cantás? ¿Lo podés describir de un modo racional y explicarlo?

AB: Es terrible porque me pasa de todo. A veces estoy cantando y estoy utilizando ese tiempo para pensar en mis cosas. No sé cómo hago. De repente tengo un momento de iluminación con cosas de la familia, de la beba que no duerme, ese tipo de cosas.

Joel Rosenberg: ¿Pero arriba del escenario con público?

AB: Sí, estoy cantando y, ¡paf!, me viene una idea. No lo puedo creer pero pasa.

Miguel Ángel Dobrich: Y no te perdés. ¡Qué increíble!

AB: De todas formas, no existe recital en que no me equivoque en una o dos canciones. Siempre. Balbuceo, me quedo blanco.

MAD: ¿Y qué se hace ahí?

AB: Sigo para adelante como un campeón (risas). Sí, como si nada hubiera pasado. Si no, después, nos reímos un rato con la gente, les pido disculpas. Qué voy a hacer.

MAD: ¿Qué te pasa cuando cantás en coro, en barra?

AB: Eso es otra cosa. Ahí empiezan a jugar otras cosas que pueden ser catalogadas como místicas o mágicas, empieza a haber una conexión entre los tipos que estamos ahí… Hay una vibración de la armonía. Cuando empiezan a sonar, fíjate que a veces vibran los vidrios. Algo de esa habitación tiene que entrar en nuestros cuerpos y algo pasa con eso. Se empieza a armar una comunión entre los que estamos ahí. El canto a voces es muy ancestral. Te sentís una parte de un todo, sos una parte de una cosa que está buenísima. Da una sensación de pertenencia a un grupo, y eso trae cosas buenas en la vida.

MAD: ¿Y por qué te interesa la ingeniería de los coros? Me hablabas de una experiencia que puede ser mística y, por lo tanto, irracional. Pero cuando laburás con los coros como productor…

AB: Eso es todo matemática.

MAD: Claro, y ¿por qué te interesa tanto esa matemática?

AB: Porque desentrañar eso, volver a número todo eso místico, que hace que todo levante, es interesante. Es una cosa que me llevó muchos años desentrañar. Me fui dando cuenta de a poquito. No tuve un nirvana con respecto a eso, fue una cosa acumulativa con los años de laburo, con los que se logran cosas muy increíbles. No te olvides que empecé en un grupo de niños donde no todos tenían condiciones para cantar. Éramos un grupo de amigos de barrio. Estoy hablando de Firulete, 1980, que posteriormente fue Contrafarsa. Éramos niños y preguntaban: ¿quién quiere estar en la murga? Todos queríamos, entraba el que quería, no el que tenía condiciones. Muchos de los muchachos que yo hubiera jurado que jamás en su vida iban a poder cantar, hoy son cantores de primer nivel. Pasaron 30 años y se ve que su oído se educó y aprendieron.

Joel Rosenberg: ¿Y vos cantabas bien ya?

AB: Yo sí, porque ya cantaba antes de empezar en Carnaval, ya había ido a clases con Jorge Lazaroff y había cantado en todas las fiestas de la escuela. Yo cantaba compulsivamente todo el tiempo entonces la gente decía: “pónganlo a cantar en otro lado” (risas).

Miguel Ángel Dobrich: Según leí en entrevistas, dijiste que debatís con los productores. ¿Cómo es eso? ¿Qué estás dispuesto a negociar con los productores y qué no?

AB: Hay productores con quienes nos presentamos y nos sentamos a trabajar. Después, están los productores con los que hicimos “Sin remitente” que los conozco hace 15 años y trabajé con ellos en muchos otros proyectos. Entonces, el grado de confianza y de debate es totalmente distinto, discutimos todo. Te estoy hablando de Rodrigo Gómez y Julio Berta, que son amigos y tienen una inteligencia e intuición para este laburo… Tengo un grado de confianza absoluta con esos dos cerebros. Entonces, todo se pone a discusión y debate. Ellos meten la cuchara en todo, hasta en las letras.

Joel Rosenberg: ¿Tiene fin eso? ¿Votan al final? ¿Cómo hacen?

AB: No, lo suspendemos, lo dejamos por ahí (risas). En el caso de que eso fuera una democracia, yo votaría, pero no lo es.

JR: Hace siete u ocho años que no salís en murga. ¿Qué es la murga hoy para vos en tu vida? ¿Qué relación tenés con ella?

AB: Ahora tengo una relación con el género, si bien, más distante, porque no estoy participando en ningún proyecto de murga concretamente, siento una cercanía y una pertenencia igual que siempre, pero desde el lado del que se sienta en la butaca a mirar.

JR: ¿Pero podés sentarte tranquilamente a mirar una murga o te pasan doscientas cosas por la mente?

AB: Me cuesta un poco. Y otra cosa -que no es una queja sino algo que sucede-, cuando voy al tablado hay mucha gente que se acerca y quiere hablar conmigo y yo lo hago de buen grado porque no tengo problema pero, a veces, no te deja prestar atención. Igual, me siento en el tablado y pongo en una actitud de estar atento y ahí ya se acercan menos (risas).

JR: ¿Se puede decir que siempre fuiste un outsider de la murga, a pesar de siempre estar dentro de ella?

AB: Es verdad. Siempre tuve un pie adentro y uno que camina por otro camino.

JR: ¿Qué cosas te hacían tener el otro pie afuera?

AB: Eso sí sería causal de hablarlo con algún analista. Desde siempre fue igual. Incluso, en Firulete, que era un grupo de amigos hermoso pero muy cerrado porque cuando nos dimos cuenta que iba en serio y no estábamos jugando a la murga, el grupo se volvió una especie de submarino de guerra, aprendiendo sobre sí mismo y no necesitamos nada. Tenemos a Pitufo, a Balbis, a Marcel, a Edén, a los tres de la batería, que eran los mejores, éramos totalmente autosuficientes murguísticamente hablando. Entonces, que alguien no sintiera un 100% de pertenencia a eso era visto como algo… No te digo como un traidor pero… “este es más o menos, va y viene”. Cuando se arman grupos cerrados con psicologías cerradas, el que camina con un pie afuera siempre tiene eso. Eso fue así desde 1980. En el 84 salí en La Justa y ahí casi me matan por salirme del grupo. Y éramos niños, ¿no?

JR: Las murgas muchas veces le cantan al futuro. Sin embargo, uno escucha tus discos y vos no le cantás al futuro.

AB: Hablo mucho del pasado. Tengo un muy buen amigo, muy discotequero, que odia la murga, nunca le gustó el Carnaval, que me dice “vos hablás todo el tiempo del pasado. Hablá un poco del futuro”. ¿Qué voy a hacer? Lo reconozco, hablo del pasado y me inspira el pasado. Pero no es un pasado que mira hacia el pasado. Lo miro por el espejo retrovisor pero mis ojos están puestos en el parabrisas.

JR: Contanos los detalles del recital.

AB: 22 y 23 de noviembre en la Sala Zitarrosa a las 20:30 horas. Va a haber algunos invitados interesantes y amigos lindos de la vida, como Guillermo Lamolle, un referente hermosísimo de la creación murguera, que tiene un ángulo de mirada bastante único sobre el Carnaval; El Alemán, que ya es un habitué de estos cruzamientos que me gusta hacer entre artistas y el gran Mario Carrero va a estar el domingo.